La bola de fuego que estremeció a Granada
El objeto, desfragmentado de un asteroide, penetró en la atmósfera a 72.000 kilómetros por hora, provocando un estallido lumínico y sónico
Jorge Pastor
Domingo, 18 de diciembre 2016, 00:12
Sandra apuraba la página 125 de 'La caída de los gigantes', la primera parte de la 'Trilogía del siglo XX' de Ken Follet. Una lectura ... apasionante. Fuera, en su casa de Cenes de la Vega, sólo se escuchaba el silencio. Morfeo llamaba con insistencia a su puerta. Eran las 22:20 horas del domingo. De repente, una fuerte sacudida, similar a la detonación de los cañones de la I Guerra Mundial en la novela de Follet, perturbó su paz. ¿Realidad o ficción? «Al principio pensé que era un terremoto; los cristales vibraron». «Fueron un par de segundos, pero el ruido me asustó», confiesa Sandra Navarro. En efecto, ahí fuera, a unos veinte kilómetros de altura, acababa de 'explotar' una roca de un metro de longitud, desfragmentada posiblemente de un asteroide, que penetró en el cielo a 72.000 kilómetros por hora y que, transformada en una espectacular bola de fuego, se pudo divisar a simple vista en buena parte de Andalucía. Especialmente en Granada y Jaén.
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Las frases
Sobresalto mayúsculo. En el apacible hogar de Sandra y también en miles de hogares de la provincia, donde el 'extraño suceso' tampoco pasó desapercibido. El servicio coordinado de emergencias 112 recibió de golpe seis llamadas procedentes de municipios del Área Metropolitana. También desde un poco más lejos. Desde Iznalloz. Ante el revuelo causado por el 'zambombazo' -o lo que fuera-, fue la propia alcaldesa Ana Belén Garrido quien se puso en contacto con el 112 para recabar todos los datos e informar a los vecinos. «La gente comentaba por las redes sociales que un meteorito había caído en el Cortijo del Frage», manifestó ayer la regidora iznallocense, quien rápidamente colgó en su muro de Facebook un mensaje en que confirmaba que, en efecto, se trataba de un meteorito que se había avistado y sentido en diferentes puntos de Granada.
La Guardia Civil también atendió a ciudadanos de Santa Fe, Albolote, Peligros, Ventas de Huelma y del propio Iznalloz, que alertaban de una luminosidad y una explosión. Testimonios que obligaron a mandar una patrulla de agentes de la Benemérita hasta Santa Fe «que no observaron nada anómalo». La Guardia Civil también realizó averiguaciones para ver si se trataba de un terremoto -apenas una semana antes se había registrado uno de intensidad de 2,8, muy superficial, con epicentro en Maracena- y también contactaron con el Aeropuerto Federico García Lorca 'Granada-Jaén' para comprobar si había habido algún problema con alguna aeronave.
Redes sociales
En la corrala de Twitter, comentarios para todos los gustos y todos los colores. «Todavía tengo el susto metido en el cuerpo; se iluminó todo y un minuto después se escuchó un estruendo enorme», escribió Anita desde
Chimeneas. Hubo otros más guasones, como Juanma Nievas: «El meteorito que acaba de pasar por Granada sólo puede significar una cosa: llegan los exámenes finales y nos vamos a cagar».
¿Qué sucedió? José Luis Ortiz, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA), con sede en Granada, explicó que el resplandor y el estallido sónico se produjeron por la penetración de un fragmento de un metro de tamaño «a una velocidad brutal que la atmósfera frenó, liberando una enorme cantidad de energía y que terminó por estallar». Y recordó lo acaecido en febrero de 2013 en Cheliábinsk, Rusia, cuando un bólido impactó a ochenta kilómetros de esta ciudad de los Urales, causando varios heridos y la rotura generalizada de todas las ventanas. En Cheliábinsk sí que tocó tierra. En Granada el 'reventón' se produjo posiblemente a menos de veinte kilómetros de altura, aunque es bastante probable que, tras el proceso de desintegración, cayera a la superficie terrestre como si se tratara de una piedra.
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José Luis Ortiz indica que este tipo de elementos «entrañan cierto peligro» porque cuando tienen menos de cien metros no están cartografiados. «Ni la NASA los detecta», dice Ortiz. «En cualquier caso, la probabilidad de que alguien muera porque le caiga este tipo de objetos es más baja que la de perecer en un accidente aéreo». Desde este lunes el IAA está redefiniendo todos los cálculos, incluidos los que aportan los captadores sísmicos, para determinar con total exactitud el dónde, el cómo y el cuándo. Entre otras razones, para acotar de una zona de búsqueda de unos restos que tienen un enorme valor científico -los protocolos prohíben dar más detalles para evitar que alguien tenga la tentación de escrutar las áreas más sensibles-.
En este sentido, Jesús Carmona, secretario de la Sociedad Astronómica Granadina, ha señalado que estos trozos que han tocado suelo tras la eclosión son «minerales del espacio exterior» que tienen mucha relevancia para los científicos sobre cómo fue la formación de los planetas o el sistema solar. «El análisis de la composición no revela si se trata de un material más común, de los que se encuentran con facilidad en la naturaleza, como las condritas, o estamos ante algo más especial, como el iridio, que apenas se halla en la Tierra», asegura Carmona, quien afirma que, a partir de las observaciones y la tecnología existente, se puede determinar con cierta precisión dónde pueden estar esas lascas.
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