Imagine que un refugiado llama a su puerta, ¿le acogería?
Les propongo dos sencillos ejercicios de imaginación. Es sólo imaginación. Luego me cuentan cómo se sienten
Imagine. Esa es la invitación: imaginar.
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Imagine que está cómodamente sentado en el sillón de su casa y, de repente, llaman a su puerta. ... Usted se levanta con toda parsimonia, preguntándose quién será a estas horas: ¿Algún familiar? No tiene pinta, por la hora que es. ¿Amigos, vecinos? Puede, pero suelen llamar antes. ¿Publicidad? Sí, definitivamente será publicidad. Gira el pomo de la puerta, abre el pestillo y procede al protocolo habitual: "Buenas tardes, ¿qué desea?" Al otro lado del umbral, una familia -hombre, mujer y niño- sostiene los bártulos de una vida mientras, con toda franqueza, le mira directamente a los ojos.
"Buenos tardes, venimos Grecia y antes de Siria. ¿Nos daría usted refugio?"
Una de las grandes críticas a la generación Internet -la nuestra- es que nos conformamos con una 'Solidaridad Viral'. Ya saben, solidaridad basada en un click: un retuiteo, un megusta, un favorito, una mención... Así, miles de campañas de llamamiento social se cimentan sobre la volátil idea de que MILES de personas lo han hecho viral. Ahí lo tienen, un esfuerzo inexistente que se traduce en, al menos, una intención de expandir un sentimiento. Una idea.
Supongo que por eso me ha dado tanto miedo el resultado de esta encuesta.
Una encuesta en Twitter. Un ejercicio de imaginación: ¿Acogería usted a alguno de los refugiados que llegan a #Granada en su casa? Un 80% de los votantes han dicho que NO. Que no acogerían a uno de los millones de refugiados que huyen por el mundo. Y no puedo juzgarlo. Para eso se pregunta y se responde en libertad. De hecho, aprecio la sinceridad. Pero eso no quita que me asuste. Que me aterrorice. Que me duela que no estemos dispuestos a la simpleza de un "claro, ¿cómo no iba a ayudar?" A sabiendas de que eso, de esa manera, no va a pasar.
Un amigo me dijo que la pregunta era manipuladora porque que la gente no quisiera acoger en su casa a un refugiado no implicaba que no quisiera que el Ayuntamiento (o la entidad pública correspondiente) se hiciera cargo de ellos. Pero es que esa no era la pregunta. La pregunta era si lo haría usted. Si abriría la puerta. En cualquier caso, puede que haya muchas lecturas posibles del resultado. La primera, que no han votado miles de personas, es una muestra pequeña, y por tanto no reflaja a todos (¿o sí?). También habrá muchos razonamientos que son lícitos y solidarios, por supuesto (hay otros repugnantes, personas que escribieron "anda que iba yo a meter a uno de esos en mi casa" y otras lindezas).
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Y, sin embargo, el ejercicio de imaginación da un 80% al no. No les acogerían en su hogar.
Hagamos un segundo ejercicio de imaginación.
Dentro de unos años, no tantos como parecen, habrá un puñado de películas que nos harán llorar y aplaudir. Historias que reflejarán el martirio por el que pasaron millones de personas, épicos nómadas que lucharon contra viento y marea, contra fuego y tierra, por volver a su hogar ante la mirada indiferente de la gran mayoría del planeta.
Imaginen.
Imaginen la superproducción: dirigida por Clint Eastwood, protagonizada por Leonardo DiCaprio y Anne Hathaway, con música de John Williams. La emocionante historia de una generación. Será como ver 'La Lista de Schindler' o 'La vida es bella' o 'El hijo de Saul' o 'El pianista' o 'El niño del pijama de rayas'... Sólo que en esta ocasión, lo malos, los que no hicieron prácticamente nada, seremos nosotros. Nuestra generación.
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Claro que esto es sólo un ejercicio de imaginación. Sólo imaginación. No tiene importancia.
Pero acojona.
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