«Aún no me he marchado y ya echo de menos Granada»
Granada, destino top entre los 'erasmus'
CAROLINA RODRÍGUEz
Miércoles, 22 de junio 2016, 02:06
Aunque en la forma, independizarse pueda ser lo mismo aquí que en Pekín, en el fondo, independizarse en Granada y como estudiante de Erasmus no ... es lo mismo. Para nada, independizarse en Granada como Erasmus es mejor.
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Giacomo Toselli tuvo claro que parte de sus años de carrera -Arquitectura Superior- quería pasarlos en la ciudad de la Alhambra. El virus Erasmus le picó en su universidad de origen, Ferrara (Italia), al conocer a otros estudiantes que tenían la beca y desde entonces sabía que tenía que vivir la experiencia.
El joven italiano lleva en Granada desde el pasado septiembre y se le ve feliz. En realidad, un poco menos feliz que cuando llegó porque Giacomo ya se encuentra en la etapa final de su beca y eso no le gusta nada. «Aún no me he ido y ya echo de menos Granada», confiesa. El joven cuenta que su estancia ha sido sencilla y que nunca se ha sentido solo en Granada. Recuerda con especial cariño los primeros días en la ciudad y no con tanta estima el tema de la búsqueda de piso. «En ese sí tuve ciertos problemas porque no todo el mundo accede a alquilar a erasmus -porque su estancia es temporal- y porque me fallaba el idioma, pero pronto se solucionó». El joven italiano tiró de 'amigos erasmus locales' para buscar casa y al final encontró su «hogar» cerca del Camino de Ronda.
Ayudas desde 180 a 350 euros de media que se quedan cortas
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Calcular el dinero 'de bolsillo' que un estudiante Erasmus se puede llevar a su aventura extranjera es complicado. Complicado porque las cantidades varían dependiendo del lugar de destino y de las circunstancias personales que tenga el alumno, al igual que las del país emisor. Aun así, la franja monetaria que llega desde Europa es amplia y se mueve entre los 160 euros de media que puede recibir un estudiante español para viajar al extranjero hasta los 600 euros que puede llegar a recibir uno de Letonia.
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Las ayudas, en el caso nacional, se complementan por tres vías. Las que llegan desde la Unión Europea, las que llegan del Ministerio de Educación y las que aporta la Junta. Si el alumno está becado y sus posibilidades personales son menores, la cuantía a recibir es mayor, sobre todo si los lugares de destino son Inglaterra o Alemania, países donde el nivel de vida es más elevado que en España, por ejemplo. Pasa justo lo contrario si su opción Erasmus es Rumanía o Polonia, donde las cantidades a aportar son menores y las becas económicas básicas no superan los 150 euros.
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En cualquier caso, la mayoría de los estudiantes Erasmus coinciden en que los diferentes montantes, si es que consiguen todos -que no es la mayoría de los casos-, no llegan para vivir holgadamente, sí «justo». Es decir, como mucho el pago del alquiler y parte, en los mejores casos, de la comida mensual.
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Las últimas cantidades cerradas dentro del programa Erasmus para viajar por Europa divide a los países en tres grupos. El primero, el que recibe las cuantías más elevadas (270-390 euros en el caso de hacer prácticas) incluye países como Austria, Dinamarca, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Lichtenstein, Noruega, Suecia y Reino Unido.
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El segundo grupo que ofrece becas de 210 a 330 euros, en el caso de estudiantes practicum, engloba a Bélgica, Croacia, Chipre, República Checa, Alemania, Grecia, Islandia, Luxemburgo, Portugal, España, Eslovenia y Turquía. Y por último, el tercer grupo que otorga cantidades de entre 150 y 270 euros, para países como Bulgaria, Estonia, Hungría, Letonia, ex República Yugoslava de Macedonia, Malta, Polonia, Rumanía y Eslovaquia.
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Si tenemos en cuenta que cada estudiante llega a gastar hasta 9.000 euros por estancia, las cuantías evidencian que distan mucho de la necesidad real.
En el piso, sin muchos lujos, comparten aventuras y desventuras dos italianos y dos andaluces. «La verdad es que nos manejamos muy bien y no hay problemas de ningún tipo. La convivencia es muy buena».
Su día a día es como el de un estudiante normal. Organizo mi tiempo entre mis clases y mi tiempo libre. «Imagino que como todo estudiante», comenta entre risas pero sabe que no es igual.
Arrancar de cero en una ciudad tiene toda una cadena de anécdotas ¿Curiosidades? Pues al principio, por ejemplo, la comida. «Tuve que hacerme con los supermercados y con los horarios por ejemplo del café». El italiano cuenta sorprendido cómo el rato del café aquí se puede hacer eterno y él, encantado. «En Italia cuando tomas un café es beberlo y listo, aquí entre que buscas la mesa, te sientas, te lo ponen, te lo tomas... pueden pasar unas cuantas clases», relata con gracia.
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Sus horas de facultad no son como las italianas. Cuenta que aquí «son más fuertes» y reconoce que le ha costado trabajo adaptarse al ritmo educativo de la universidad. «La diferencia es que en Granada aunque la asignatura sea pequeña, es dura».
Aun así, Giacomo se ha hecho ya con el sistema y participa en los trabajos y las exposiciones como uno más. «Al principio era más complicado pero ya no tengo problema en contar las cosas a mis compañeros».
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El italiano manifiesta que como estudiante de Arquitectura estudiar en Granada es una gozada. «Es muy diferente a Ferrara y los contrastes me gustan». El joven destaca el Albaicín como uno de sus rincones favoritos, pero no deja escapar el centro o la Alhambra como puntos arquitectónicos a destacar.
Vida social
Vivir de Erasmus es vivir en la calle y Giacomo reconoce que en el piso pasa poco tiempo. «Ando entre las clases y muchas veces me quedo a comer en la facultad, así que tareas de cocinero hago pero pocas». Como no podía ser de otra manera, el joven destaca las tapas como excusa para no meterse en la cocina. «Salimos muchas veces a tapear y así conozco la gastronomía de aquí». Cuenta y recuerda que al principio los sabores le parecían diferentes a los italianos, pero que como buen comensal ya se ha acostumbrado y que disfruta con una buena paella o la tortilla española.
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El estudiante subraya la buena elección de Granada para disfrutar de su beca. «Sé de compañeros que viven en Madrid o Barcelona que no llegan a fin de mes y, la verdad, es que aquí puedes vivir y disfrutar». Aun así reconoce que con sus 300 euros de subvención, al menos puede pagarse el alquiler y parte de sus gastos, aunque necesita ayuda familiar.
El joven volverá a Ferrara este mes y sin haberse ido dice que echará de menos Granada. «La he echado de menos cuando he estado de visita en Italia, pues cuando me vaya también». Planea una vuelta como Erasmus practicum o de otra manera. «Me gustaría volver a trabajar o con algún tipo de proyecto de la universidad».
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Como todo Erasmus, de su estancia destaca los amigos que ha hecho y su evolución personal. «Tienes que aprender a vivir solo en un país distinto y aunque no es un camino de rosas, es alucinante». No olvida la oportunidad que le ha dado la beca, no sólo de conocer la ciudad, sino otros puntos de España. «Andalucía la he visto casi toda y no se me han escapado otras ciudades. La verdad, no me puedo quejar». Normal que lo tenga tan claro: «No me quiero ir».
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