Un joven entra en una oficina del Servicio Andaluz de Empleo (SAE) de Granada.

Más de 300 granadinos firman a diario contratos de menos de una semana

Uno de cada cuatro parados encuentra un trabajo que no supera los siete días, la mayoría de ellos vinculados al sector servicios

CRISTINA GONZÁLEZ

Domingo, 12 de junio 2016, 00:15

«Hoy en día te pueden hacer un contrato de lunes a viernes y te vas a tu casa dos días, por libre, y volver ... a llamarte el lunes y contratarte por otros cinco días, cuando lo que deberían hacerte es un contrato de quince días con los días libres que te corresponden», se lamenta el secretario general de la Federación de Servicios para la Movilidad y el Consumo (SMC) de UGT Granada, Antonio Jesús Zarza. No sólo es que se puedan hacer, es que se hacen. Y muchos. Por miles. Así lo constatan las estadísticas oficiales sobre la tipología de los contratos temporales que se realizan en la provincia de Granada facilitadas a este periódico por la delegación provincial de Empleo. De sobra es sabido que mes tras mes, cuando se dan a conocer los datos de paro, los sindicatos siempre ponen el foco en que las cifras pueden llamar a engaño cuando el número de desempleados se reduce.

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¿Por qué? Precisamente por eso, por el aluvión de contratos temporales, que suele superar holgadamente el 90% frente a un número residual de personas que consiguen un puesto de trabajo indefinido: 37.355 con fecha de caducidad en abril, mes analizado, frente a 1.246 que se consolida en su empleo. Tanto es así, que según las cifras a las que ha tenido acceso IDEAL, en el pasado mes de abril más de 300 granadinos, en concreto 363, firmaron cada día contratos de menos de una semana. En total, 10.893, casi uno de cada cuatro, sólo superados por los temporales de duración indeterminada (11.640), categoría en la que se enmarcan, por ejemplo, los llamados por obra o servicio que pueden finalizarse en cualquier momento. Le siguen los de entre 15 días y un mes, con 7.029 contratos.

Lejos de ser una práctica que disminuye, lo cierto es que va en aumento a la par que el incremento de la contratación. Es decir, la mejora en la coyuntura económica parece que tenga su reflejo en un cambio en la tipología de los contratos. En abril de 2015, 35.388 granadinos lograron un empleo temporal, casi 2.000 menos que este año, pero igualmente 9.567 con trabajos que no superaron los siete días. Una tónica que se repitió en el resto de meses tanto del primer cuatrimestre del año pasado como del año en curso. La temporalidad de los contratos es la nota dominante, «precariedad» si le ponen el calificativo los sindicatos o muchos ciudadanos de a pie.

Sin sorpresas

Cuando se analiza más en profundidad la tipología de estos contratos temporales, no hay demasiadas sorpresas. Más de la mitad, 19.689 de los 37.355 formalizados en abril están vinculados al sector servicios, seguidos por la agricultura y la pesca (12.064), la construcción (3.578) y la industria (2.024). Pero es que es el sector servicios el que también protagoniza muy por delante de los demás los acuerdos laborales de menos de 7 días, casi el 75%, o lo que es lo mismo tres de cada cuatro (8.141). Por detrás, agricultura y pesca con 1.632 contratos.

Por tipo de jornada, del total de personas que consiguieron salir de las listas del paro, 25.660 lograron hacerlo con un horario a jornada completa y con jornada parcial 11.445. La brecha se acorta conforme se va acortando también la duración del contrato. A mayor temporalidad, más jornadas a tiempo parcial. De hecho, en los de menos de siete días, 5.896 son de jornada completa y 4.965 de jornada parcial. Por tipología, 20.955 fueron eventuales y 14.015 por obras y servicios.

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«Sería muy interesante que la inspección contrastara las horas de los trabajadores que están teóricamente a tiempo parcial en su lugar de trabajo con las que cotizan finalmente a la Seguridad Social. Nos llevaríamos una sorpresa muy interesante porque a muchos les contratan por media jornada pero acaban trabajando por ocho horas», asegura Antonio Jesús Zarza, quien pone el acento que el empleo sube, sí, pero gracias a los contratos a tiempo parcial.

«Esos cinco días te pagan menos porque encima estás de prueba»

  • la experiencia de khadija

  • Khadija está con su marido en la oficina del Servicio Andaluz de Empleo (SAE) de calle Curro Cúchares. Junto a ellos, otro puñado de vecinos esperan su turno. Cada uno guarda una historia. Unos vienen a pedir la ayuda, otros a reclamar la prestación por desempleo, otros a poner al día unos papeles... Las mañanas en las oficinas del antiguo INEM siguen siendo frenéticas, aunque la digitalización haya quitado de un plumazo la imagen de aquellas largas colas que antes daban la vuelta a las manzanas de las oficinas, en plena crisis.

  • Khadija es marroquí, aunque puede decirse que ya es medio granadina. Llegó hace diez años a la tierra de la Alhambra y aunque reconoce que ha tenido «muy buenos momentos», también recuerda los malos, que los ha pasado. Esta joven ha sufrido en primera persona todo tipo de contratos precarios, de esos que encabezan las estadísticas y de los que no, porque escapan al control, se enmarcan en lo que conocemos como economía sumergida. Reconoce que no se esperaba esto cuando llegó a España, pero sonríe. No pierde la sonrisa. «Llevo diez años con mis papeles pero las cosas del trabajo están regular. Estoy buscando y no me sale nada», comenta, al tiempo que relata todos estos años de percances laborales.

  • Desde aquella cafetería en la que trabajó sin contrato «pero como necesitaba el dinero para comer acepté» al restaurante donde le hicieron un contrato que resultó esconder una sorpresa. «Cuando me despidieron resulta que me habían contratado como autónoma, me pagaban el autónomo, y no tenía derecho a paro ni a finiquito ni a ayuda después de un año y además tuve problemas con Hacienda», recuerda con pena. Siempre vinculada al sector de la hostelería, encontrar trabajos de menos de una semana le suena familiar. En fechas como las navidades, cuando los establecimientos tienen picos de trabajo, la requerían «porque había más movimiento y tengo mucha experiencia».

  • De nuevo, la cosa tenía truco. «Te hacen una semana de prueba. Te hacen firmar papeles de siete días, de cinco días y cuando vienes aquí a preguntar (a la oficina de empleo) te dicen que es todo legal», se lamenta. De prueba pese a sus ocho años de experiencia. «Luego te echan, te pagan menos porque encima estás de prueba y te hacen firmar una baja voluntaria como si fueras tú la que te has ido pero no es así. Ni finiquito. Es una vergüenza», añade.

  • Los años no pasan en balde. Cree que ya ha aprendido la lección. Se informa más en todos los sentidos. Le gustaría montar su propia frutería con su marido. Él también ha sufrido la picaresca laboral. Trabajos en los que echa toda la jornada pero en los que sobre el papel reza sólo el 75% de las horas. Pero Khadija sigue sonriendo. Pese a todo, ella no pierde la sonrisa.

Y, ¿a quiénes afecta más esta temporalidad? Según los datos facilitados por la Delegación Provincial de Empleo, el perfil puede ser el de un joven de entre 25 y 29 años. Los hombres protagonizaron 21.194 contratos de duración determinada, aunque también fueron los que más trabajo encontraron en general en el pasado mes de abril, por lo que no se trata de un dato que pueda considerarse determinante en este ámbito.

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Los sindicatos valoran con pesimismo estas prácticas empresariales. Llevan años hablando de la temporalidad y la precariedad en las contrataciones, especialmente en el sector servicios, así que no se muestran sorprendidos aunque no dejan de reflexionar sobre una situación que debe revertirse. «Es hora de que el propio trabajador empiece a poner pie en pared y a decir que no puede pasar por ciertas cosas. Los inspectores no pueden hacerlo solos. Tampoco los sindicatos. Quien conozca casos en los que hay abuso tiene que denunciarlo y perseguirlo», argumenta el secretario general de CC. OO. de Granada, Ricardo Flores.

Ni cotización ni desempleo

Desde UGT, el secretario general de la Federación de Servicios, Antonio Jesús Zarza, lo tiene claro. «El trabajo precario es eso. Te hago contratos pequeñitos que no tienes ni para cotizar, que no puedes pedir desempleo como una persona digna», denuncia, a lo que añade que, pese a que la hostelería está «que se sale» con más pernoctaciones y más viajeros, siguen abusando de los acuerdos laborales a tiempo parcial, «precarios».

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Por su parte, Ricardo Flores critica que la actual legislación deje un amplio resquicio a la «picaresca» con casos como que la gente «tenga que asumir periodos de prueba sin estar dada de alta, periodos de siete días de prácticas y que luego la echan o que la contraten siete días y la tengan trabajando 20». «La ley facilita todo esto con la reforma laboral y desgraciadamente parece que la honradez ha pasado a mejor vida», añade. Aunque no culpa sólo a los empresarios. También a los propios autónomos y a los trabajadores. «La gente cree que ese 'chanchulleo' es normal y estamos debilitando nuestras prestaciones sociales, no estamos cotizando lo que deberíamos cotizar para nosotros mismos, para el día de mañana», reflexiona en voz alta.

Ante ello, cree que hay una falta de «educación y de sensibilización». Economía sumergida, personas dadas de alta por unas pocas horas pero que, sin embargo, están trabajando a jornada completa... «La gente necesita trabajar pero se encuentran unas condiciones leoninas. Estamos ante una situación muy difícil que causa un daño muy grande especialmente a los más vulnerables: a las mujeres y a los jóvenes», remarca, al tiempo que añade que «la propia sociedad debe ser la que rechace de manera enérgica estas situaciones».

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El pasado viernes se dieron a conocer los datos del desempleo del mes de mayo. En Granada el número de desocupados se sitúa en 95.417 personas, lo que supone una caída del paro del 2,8% en el último mes y del 6,5% en el último año y 2.800 nuevos trabajadores. Precisamente, ante estos datos que a todas luces pueden considerarse positivos para el mercado laboral, los sindicatos alzaron la voz para denunciar un panorama preocupante con salarios que no llegan para cubrir las necesidades básicas de los núcleos familiares y con un alto índice de contrataciones temporales y un descenso del bienestar ciudadano.

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