Salto al vacío legal
El fallecimiento de una joven británica en Tablate se convierte en la primera muerte por 'puenting' en Andalucía
Rafael Lamelas
Domingo, 26 de julio 2015, 00:24
23 años de experiencia contemplan a Fran Ruiz en la observación de personas lanzándose, asidos a unas cuerdas, desde la altura de un puente y ... todavía siente ese cosquilleo de inquietud en cada acción, pese a que su empresa, Aventura Rural Nevadensis, de la que es director técnico y monitor, lleva al extremo las medidas de seguridad en esta actividad, de la que es pionero en su zona, Lanjarón. Una localidad muy cercana al puente de Tablate, que es cuna del puenting en la provincia de Granada, junto al de Dúrcal. Allí, en las puertas de la Alpujarra, el pasado día 21 una joven británica perdió la vida, practicando esta modalidad que se podría englobar dentro de los llamados deportes de riesgo. Lo hizo con otra empresa radicada en Huétor Vega, una de tantas que han surgido en los últimos tiempos, al hilo del auge de este tipo de ocio extremo en la naturaleza.
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Parte del sector mantiene la preocupación tras una tragedia semejante, al tiempo que cuestionan qué pudo ocurrir para que un procedimiento que la mayoría tiene tan asentado fallara de manera tan estrepitosa. En parte todo arranca, precisamente, en que en realidad nunca se ha reglamentado un protocolo que se haya convertido en el modelo a seguir, sino que cada uno establece las pautas que considera oportunas para que nadie se accidente, bajo un marco genérico que no entra a ese grado de detalle.
En casi tres décadas se han producido una decena de fallecimientos en España, siendo este el primero que acaece en Andalucía. Una cifra relativamente baja para algo que aparentaría ser peligroso para el profano, en comparación a los miles y miles de saltos emprendidos desde cualquier estructura o puente del país en este tiempo, teniendo en cuenta además que contabiliza a cualquier particular que se lance por su cuenta. Pero un dato que, aun así, alarma a los que consideran que alguna institución debería regularizar de manera más estricta tanto a las sociedades que ofrecen estos servicios, como instaurar una normativa más severa y concreta al respecto de la seguridad, que reduzca las posibilidades de incidencias a la mínima expresión.
Las empresas legalizadas que ofrecen el puenting en su abanico de opciones forman parte del registro de Turismo Activo de la Junta de Andalucía. Un decreto, el 20/2002, sirve de ámbito regulador, considerando que bajo esta denominación heterogénea se encuentran otras muchas prácticas, como la escalada, el esquí o la bicicleta de montaña. Los requisitos son comunes: han de poseer una licencia municipal, suscribir un seguro de responsabilidad civil adecuado, otro de accidente o asistencia, contar con un director técnico y disponer de monitores específicos en función de la actividad pudiendo ser la misma persona en algunos casos.
A este respecto, la dirección técnica ha de velar por el cumplimiento de la normativa medioambiental; preparar planes de emergencia en su caso; revisar y controlar el buen estado de todos los equipos y el material empleados; e impedir la práctica a particulares para los que pueda ser peligroso o lesivo. Al rol de monitores se adjudica la responsabilidad de informar, asesorar y acompañar a los usuarios, el mantenimiento de unas condiciones adecuadas y poseer la titulación requerida en cada caso.
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La homologación del material y proveer de la información adecuada al cliente, acerca de los riesgos, el tipo de entorno a visitar y el comportamiento necesario para llevarlo a cabo, se unen a ese rosario de demandas con las que el decreto perfila las obligaciones de cualquiera de estas empresas, sin demasiada especificidad.
Definición
El puenting consiste, según la definición recogida en el listado, en lanzarse desde un extremo del arco central de un puente con las cuerdas fijadas justo en el otro extremo y mantenidas tensas bajo la calzada de este, lo que produce una caída libre del ancho del puente y un posterior balanceo, con la consiguiente perdida de inercia hasta que se es bajado al suelo. El puenting no tiene un material específico como tal, sino que utiliza cuerdas procedentes del montañismo, cuya fabricación no está enfocada estrictamente a este vuelo, aunque por sus características se adapten perfectamente a la demanda de seguridad y de elongación.
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Antes de llegar al momento cumbre, una persona que se pone en contacto con una empresa así, suele firmar el seguro conveniente y completar una serie de formularios. Dependiendo de la empresa, se exige comunicar si se sufre alguna enfermedad cardíaca o si se ha consumido alcohol y drogas. «Hay que quitar el miedo y dar confianza», apunta César García, de la empresa Gestión del Ocio, que lleva 15 años con esto. Fran Ruiz, por su parte, considera que esta práctica tiene un matiz deportivo por lo que aconseja a los participantes al uso de ropa y calzado de este tipo, al tiempo que usa el desplazamiento desde el aparcamiento hasta la zona de salto y la recuperación del material de seguridad como un calentamiento, para así evitar que se tengan que parar vehículos en la zona. «Es un deporte considerado de riesgo, pero un deporte», aporta Lina, su compañera y monitora en Nevadensis. Ellos señalizan la zona con triángulos de seguridad cuando se encuentran allí, de manera que los que circulan queden avisados de su presencia. La proliferación de empresas acarrea que a veces la zona tenga mucha afluencia de bastantes compañías en sus inmediaciones o alrededores. Algunas de ellas, según Ruiz, «han reventado los precios y unen la actividad con algo festivo, incluso con cervezas de por medio». La indignación abunda, sobre todo entre quienes sí cuidan cada detalle con esmero.
Cada cuerda tiene tres años de garantía, pero bajo un uso intenso podrían durar un año. Ellos suelen cambiar, antes, a los tres o cuatro meses. Son unos 100 saltos aproximadamente. Se suelen colocar tres por si acaso, de diferente antigüedad. En realidad, todo se pone por triplicado. También ocurre así con el arnés, que es lo que se ciñe al cuerpo en la caída. En el caso de Gestión del Ocio, García también advierte de que colocan un arnés de pecho, si bien en Tablate no suele haber esa necesidad, que sí aparece en otros lugares, pues no hay tanto vaivén.
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Los medios británicos se hacen eco de la muerte de Kleyo
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El desgraciado suceso de la joven británica que falleció practicando puenting en el puente de Tablate no tardó en trascender a los medios internacionales, especialmente a los británicos, que recogieron de inmediato en sus ediciones digitales y en sus páginas el suceso. Periódicos como Daily Mirror, The Telegraph o The Guardian se hicieron eco de la noticia y han mantenido el seguimiento del tema durante todo la semana con entrevistas, entre otros, al padre de la víctima. No sólo en la prensa, la noticia también corrió como la pólvora en las redes sociales, donde no faltaron mensajes de condolencias y de recuerdo para Kleyo.
Una vez que el individuo está asegurado con su equipo de seguridad o EPI se procede a la preparación del recorrido de las cuerdas. En el caso de Nevadensis, Ruiz bloquea a la persona junto a la barandilla, para que en ningún momento pueda lanzarse sin previo aviso. García, por su parte, simplemente procede al ajuste de las cuerdas antes de colocar los arneses al saltador, sin invitarle a ubirse aún por las escalerillas que instalan. Por un lado se lanzan las cuerdas que luego se agarrarán al cliente y por el otro va una sola suelta que un miembro de la empresa une abajo, en el lugar de recepción, para posteriormente subirlas y así establecer las medidas. Tablate es un salto con una buena caída pendular, donde apenas hay tirón, teniendo en cuenta que el recorrido convencional que se le da a las cuerdas no va más allá del radio del puente, unos 20 metros, de manera que en circunstancias normales «resulta imposible», según los consultados, que estén dadas de sí para que un cuerpo acabe impactando en el puente Nazarí, allí contra el que pereció la joven, que es el emplazamiento de recogida, ubicado a unos 40 metros bajo el punto de despegue. De ahí, la rareza del accidente del martes 21.
Es allí abajo donde, después de pendular a una distancia a medio camino, las personas son descendidas poco a poco para ser soltadas de los mosquetones por parte de otro monitor. La persona que dio el visto bueno para el salto, desde arriba, procede a ceder tramos desde la zona de anclaje, donde el celo es altísimo para que jamás pierda sujeción. Llega hasta cuatro puntos en el caso de los saltos que facilita Fran Ruiz: tres aseguradores autobloqueantes, dos Grigris, un ID con palanca de bloqueo y sistema antipánico, y un descensor Piraña todas ellos marcas comerciales de prestigio.
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Los ahorros
Cada empresa se autoimpone sus propios rigores, aunque estos expertos asumen que hay otros colegas mucho menos atentos, que simplemente para dinamizar los saltos o ahorrarse algún coste extra, no elevan tanto el listón de la protección. Las autoridades no tienen una manera clara de distinguir a los que se esmeran de los que no. De hecho, el vacío también existe sobre dónde se puede practicar, cuya única restricción afecta a las autovías, en las que no puede haber peatones. Por lo demás, no hay mapa alguno de lugares en los que sí se pueda practicar, más allá del cuidado que implica una zona protegida en la naturaleza, como este paraje pintoresco. «Una vez intentaron multarnos por instalación no autorizada, pero la recurrimos fácilmente y nos la quitaron, porque en eso no podían decirnos nada», afirma García. Ruiz también fue abordado en su día por el Seprona, de la Guardia Civil. «Nos pidieron la documentación y lo teníamos todo absolutamente en regla, como es normal», añade.
Tras lo sucedido, estos empresarios esperan que no se extienda el pánico y que al menos surja una equiparación propia del puenting. El hecho de que esta actividad no esté recogida por ninguna federación deportiva, ni por la de Escalada y Alpinismo ni tampoco por la de Deportes Aéreos, contribuye a retrasar que exista la adjudicación de licencias adecuadas, que acrediten conocimiento y la experiencia, así como un compendio de medidas mínimas para su práctica. «Hay gente que con un curso de formación particular de un fin de semana se pone a ofrecer este servicio al público sin problemas», se queja Lina. El sector del turismo activo de Granada en general trató de constituirse en su momento en una gran asociación en torno al año 2000, pero el tiempo y algunos malos entendidos entre sus componentes diezmaron su fuerza y muchos se salieron. Cada cual se ciñe sólo a lo establecido en el decreto de la Junta de Andalucía, aunque pueda haber casos en los que hasta esto se incumpla. Mientras aguardan a la resolución de las incógnitas sobre el accidente que provocó la muerte de Kleyo de Abreu, algunos esperan que se den a conocer las causas para así poder aprender de los errores que hayan podido existir y que el tiempo al menos sirva para que la responsabilidad de cada empresa sea máxima, se gane en seriedad y así se fulmine cualquier sombra de duda.
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