Piedras en el camino de la Alhambra

En los años 80 el recinto nazarí frenó las casas en los Alixares, en los 90 peleó por tener 'parking' y ahora llega el caso 'Atrio'

Ángeles Peñalver

Lunes, 23 de febrero 2015, 00:27

Pasó con la construcción del Alhambra Palace en los inicios del siglo XX y volvió a ocurrir casi 75 años más tarde con el Carmen ... de los Mártires... Cada vez que se remodela un enclave histórico se levantan polvaredas que enturbian la recuperación serena y a buen ritmo de la tercera ciudad más visitada de España.

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Por esto Granada es la ciudad de las polémicas urbanísticas, que esta semana estamos repasando en ideal.es.

Pabellón de acceso a la Alhambra

La Alhambra y el Generalife cumplieron hace poco treinta años dentro de la lista de monumentos Patrimonio Mundial de la Humanidad, como la Muralla China o la Acrópolis de Atenas. El valor del elemento granadino crece con el paso del tiempo, pero cada vez que se mueve un ladrillo en ese enclave -visitado por 2,4 millones de personas en 2014- se genera un terremoto en Granada, donde el Ayuntamiento está gestionado por PP desde hace 12 años y el Patronato alhambreño es dominio del PSOE desde 1985, cuando se transfirieron las competencias a la Junta de Andalucía.

La controversia suscitada estos días por el alcalde de Granada, José Torres Hurtado, por 'Atrio', el proyecto de reforma firmado por el 'Nobel' de la arquitectura, Álvaro Siza, junto a Juan Domingo Santos, era otro rifirrafe esperable en plena precampaña electoral. Pero no es, ni de lejos, el primero.

El historiador Mateo Revilla dirigió el Patronato desde 1985 a 2004 y mira aquella etapa con cierta perspectiva. Él se jacta de haber elevado la protección del monumento y de sus alrededores y reconoce que también se tuvo que poner al frente de crudas batallas. Justo antes de que aterrizara en la Alhambra corrieron ríos de tinta por los Alixares. En esos terrenos aledaños al recinto monumental se proyectaba la construcción de una urbanización que ocasionó una terrible pelea entre el entonces alcalde de Granada, Antonio Jara (PSOE), y la consejería de Cultura de la Junta, comandada por el socialista Javier Torres Vela. La victoria final fue para este último, que logró paralizar la edificación y adecuar la zona como parque de carácter rural, dotado principalmente de olivos.

Una década más tarde, a Mateo Revilla se le echaron encima los ecologistas, junto a otros agentes sociales, y también lo miraron con lupa los académicos de San Fernando, precisamente por la intervención que dio lugar al actual pabellón de taquillas y de acceso al Generalife, al 'parking' y a la tienda. Justo en esa zona es donde, 20 años después, radica la principal actuación de 'Atrio'. «Yo entiendo y reconozco que el pabellón actual de entrada y la Plataforma del Agua no están bien encajados, pero encuentro muchas incongruencias en la solución de futuro que se plantea», apostilla el exdirector del Patronato.

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Revilla se desmarca totalmente de las críticas lanzadas a 'Atrio' por el alcalde de Granada, Torres Hurtado, quien tildó de «gran centro comercial» la intervención de Siza y Juan Domingo Santos. «Me parecen declaraciones oportunistas», critica al regidor. Para el historiador, solo el concejal de IU, Francisco Puentedura, ha hecho una revisión sosegada y fundamentada de la intervención. «Y eso sí que es raro en un político», añade el exjefe de la Alhambra, quien pronuncia con dificultad el apellido Puentedura porque no conoce al edil en cuestión.

«A mi parecer lo que urge es una revisión y actualización del Plan Especial de la Alhambra, para empezar. En segundo lugar quiero distinguir entre el lenguaje arquitectónico y el uso del nuevo proyecto», adelanta Revilla. Para él, el «excepcional» Siza y Juan Domingo Santos son dos personas muy cualificadas y han creado un concepto bello, con un lenguaje contemporáneo y que encaja bien en el entorno.

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«Otra cosa es el uso de todo eso y yo ahí veo muchas contradicciones. Contempla 1.400 metros cuadrados de 'hall' sin funcionalidad y la gente, la verdad, no viene a ver el 'hall', sino a la Alhambra. Es desmesurado. En total, el espacio interior transitable de los palacios nazaríes y del Generalife son 2.250 metros cuadrados y 'Atrio' plantea una edificabilidad por sí mismo de 4.000 metros cuadrados», describe Mateo Revilla con decenas de anotaciones y folios sobre la mesa. Su conclusión es que la intervención está sobredimensionada y que algunos cambios diseminados por el monumento responderían a las necesidades que trata de solucionar el descomunal 'Atrio'.

Para el historiador no se justifica un restaurante tan alejado de la Alhambra, «cuando había un proyecto para rescatar en el antiguo bar Polinario (en la Calle Real de la Alhambra, que sube al Parador Nacional)», una alternativa que, no obstante, reconoce que es «complicada». Según su criterio, la «acertada» rehabilitación del hotel Washington Irving puede paliar la falta de restauración. «Pensando estrictamente en el visitante, tanto los aseos como los restaurantes se pueden solucionar con medidas que no impliquen concentrar todos los servicios arriba y tan lejos del monumento», añade el exdirector del Patronato, quien cree que una salida podría ser habilitar unos retretes en los jardines del Partal.

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Potenciar más el museo de la Alhambra y los sótanos del Carlos V o establecer relaciones con el Auditorio Manuel de Falla para convertirlo en subsede de los congresos alhambreños son otras escapatorias que propone Revilla para evitar el gasto tan elevado que implica 'Atrio'.

Campo Baeza

Menos cauto que el historiador se muestra el prestigioso arquitecto Alberto Campo Baeza, autor del Cubo de CajaGranada y del Museo de Andalucía. «No conozco el proyecto en profundidad, pero que esté en manos de Álvaro Siza y de Juan Domingo Santos es garantía absoluta. Nada de polémica, mire usted. No, ya está bien. Cualquiera hace cualquier bobada y todos encantados. Y el mejor arquitecto del mundo, que es Álvaro Siza, con uno de los mejores de Granada, que es Juan Domingo, son garantía absoluta como para que el alcalde se calle», zanja Campo Baeza.

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Para el prestigioso Antonio Jiménez Torrecillas, autor del Centro Guerrero, «criticar a la ligera un proyecto, en este caso el 'Atrio Alhambra', sin conocimiento de causa y sin una reflexión profunda contribuye habitualmente a fortalecerlo, a hacer brillar la valía de su idea». «Por otra parte, uno de sus dos autores, el portugués Álvaro Siza, es el único gran maestro vivo de la arquitectura contemporánea del siglo XX. Maestro, no tanto por sus logros y reconocimientos mundiales, sino por haber sido capaz de actuar en contextos históricos de la trascendencia y complejidad del que nos ocupa y haber trazado, con su ejemplo, un camino seguido por las siguientes generaciones», añade Torrecillas.

Como él, su colega granadino Ángel Gijón sale en defensa de la remodelación de la Alhambra, «igual que lo han hecho El Prado o El Louvre». «Granada vive ensimismada, como decía Lorca, pero también se merece arquitectura de calidad del siglo XXI», se despide.

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«Un gorrilla institucional»

El propio Juan Domingo Santos se sorprende: «Como casi siempre ocurre en esta ciudad, las arquitecturas propositivas y que crean expectativas, como el edificio Zaida o el 'Atrio de la Alhambra', acaban por ser fruto de la polémica y del descrédito, mientras que asistimos impasibles diariamente a la destrucción del paisaje de la ciudad y su entorno con construcciones de la especulación que jamás generan controversia. Y esto sí que debería preocuparnos».

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