Álvaro (dcha) y Javier Ruiz Mateos, hijos del empresario José María Ruiz Mateos.

Historia del «pelotazo» granadino de los hermanos Ruiz Mateos

Una venta de un hotel de Castellón efectuada a la sombra de Dhul lleva a la cárcel madrileña de Navalcarnero a Javier y Álvaro Ruiz Mateos

Carlos Morán

Viernes, 30 de enero 2015, 00:54

Javier y Álvaro Ruiz Mateos, dos de los hijos del empresario José María Ruiz Mateos, ingresaron en la prisión madrileña de Navalcarnero a las nueve ... de la noche de este pasado miércoles para cumplir sendas penas de dos años y nueve meses de cárcel que le fueron impuestas el 15 de julio de 2013 por el Juzgado de lo Penal 1 de Granada, un resolución que fue ratificada en mayo de 2014 por la Audiencia Provincial. El fiscal encargado del caso describió los hechos como la «historia de un pelotazo». Lo que sigue a continuación es el relato judicial de ese 'pelotazo'.

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Los hechos

Coge el dinero y corre... a un paraíso fiscal

El 'crimen' fue complejo y a la vez sencillo. A finales de 2002, probablemente en el mes de noviembre, la sociedad Estofer S. L., que estaba ligada a Nueva Rumasa -el buque insignia de la familia Ruiz Mateos-, decide vender un hotel ubicado en la localidad castellonense de Peñíscola a una compañía del sector turístico. El precio total de la operación asciende a casi nueve millones de euros, pero esa cantidad incluye el IVA «repercutido», 1.394.348 euros, un dinero que, como es natural, los vendedores debía abonar a Hacienda. Pero no lo hicieron. En lugar de eso, el grueso del capital, 6.277.025 euros, con la parte del fisco, 'emigró' a una cuenta suiza y acabó en el paraíso fiscal de Belice.

El paso siguiente consistió en 'disolver' Estofer S. L. para 'borrar las huellas'. Cuando Hacienda fue a pedir cuentas, se encontró con que en la 'caja de caudales' de la sociedad solo había tres euros. «Cualquier intento de comunicación» con dicha sociedad fue «absolutamente infructuoso», «la correspondencia no es atendida» y Estofer no tenía bienes a su nombre.

Investigación

¿Por qué el caso se investigó y juzgó en Granada?

Como ya se ha dicho, el punto de partida del fraude fue la venta de un hotel de Peñíscola, en Castellón, ¿por qué entonces lo investigó un juzgado de Granada? Es simple: porque el 'crimen', a pesar de su aspecto cosmopolita, se consumó en Granada. En este sentido, las alusiones a la empresa local Dhul son constantes. Los administradores solidarios de dicha sociedad eran, en el momento de ocurrir los hechos, Javier y Álvaro Ruiz Mateos. Además, la transferencia del dinero a Belice se hizo desde una sucursal de CajaGranada, según detallan en sus respectivas sentencias tanto el juzgado de lo Penal como la Audiencia Provincial. «La ubicación en esta ciudad -en Granada- de la citada empresa es lo que hace que, a través de la utilización de una entidad bancaria de esta ciudad (...), se despatrimonialice por completo» Estofer S. L.

Asimismo, un testigo explicó que los algo más de seis millones de euros que viajaron a Suiza «fueron ingresados a través de una sucursal en Madrid de CajaGranada» y que, «si bien la operación de transferencia internacional la supervisó el departamento de extranjeros de la entidad (...), fue confirmada telefónicamente con personas de Dhul».

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Los personajes

Un «firmón» y una inmigrante sin papeles

Aparte de los hermanos Javier y Álvaro Ruiz Mateos, a los que la justicia considera los principales responsables del fraude, en el 'timo' a Hacienda también intervinieron otras personas. Una de ellas, la señora Larco Salazar, no pudo ser juzgada por la sencilla razón de que no pudo ser localizada. Según las pesquisas policiales era una ciudadana ecuatoriana que «nunca tuvo» residencia legal en España. Pues bien, ella fue la elegida para firmar la escritura de compraventa del hotel castellonense origen de este embrollo.

Al día de hoy, la misteriosa señora Larco Salazar sigue apareciendo en el registro mercantil como administradora única de Estofer.

Y luego estaban los testaferros, a saber, Antonio Solís García y Nuria Milagrosa Vidal, que, al igual que los hermanos Ruiz Mateos, también fueron condenados a penas de dos años y nueve meses de cárcel por un delito contra la Hacienda y otro de alzamiento de bienes.

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El primero, Antonio Solís, admitió que su nombre y su firma aparecían en los papeles más comprometedores, pero alegó en su descargo que el solo fue un «mero instrumento» de «otro». No especifico quien era ese «otro», aunque aludió «al padre». Se da la circunstancia de que Solís, que trabajaba para el «entramado Ruiz Mateos» desde los años 70 del siglo pasado, reconoció que aceptó «ser administrador de Estofer» cuando se lo pidió «la familia». Eso sí, aclaró que él se limitaba a firmar, que era «un firmón». Tales argumentos no le sirvieron de nada: la justicia lo catalogó como un testaferro a sueldo y ahora deberá pagar por ello.

Nuria Milagrosa Vidal, la única mujer condenada, tampoco era una desconocida para los Ruiz Mateos. «Durante mucho tiempo» fue la secretaria personal del patriarca, esto es, de José María Ruiz Mateos, un detalle que explicaría que su nombre y su firma también apareciesen en los movimientos irregulares que desembocaron en un mayúsculo fraude fiscal.

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El alegato

Demasiado jóvenes para delinquir...

Entre los argumentos que emplearon los hermanos Javier y Álvaro para defenderse de las acusaciones hay uno casi cómico: ambos alegaron que, cuando ocurrieron los hechos, eran demasiado jóvenes para delinquir -Álvaro tenía 26 años y Javier 31-, una explicación que los jueces consideraron «pueril». De hecho, recuerdan que, por aquel entonces, los dos acusados ya tenían problemas con la justicia por delitos de lesiones y alzamiento de bienes.

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