A Cayetana le pirraba Granada
Collejas en ajo pollo y una cerveza Alhambra fresca es lo que tomaba cuando visitaba la ciudad, que la nombró "Reina de los Gitanos"
Ángeles Peñalver
Jueves, 20 de noviembre 2014, 10:05
Publicado en IDEAL el 2 de octubre de 2011
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La duquesa de Alba tenía un tesoro en Granada o, lo que es lo mismo, una ... amiga del alma llamada Lola Enríquez, criadora de caballos. La dueña de la Yeguada Gran Ducado (Maracena) no asistirá a la reducidísima boda de la noble, que se casa a los 85 años -es su tercer matrimonio- el próximo miércoles. Alfonso Díez tiene por nombre el afortunado novio, un discreto funcionario madrileño de 61 años. Son datos tacaños, cierto, pero bastan para darle credibilidad a esta definición: «Cayetana no distingue entre la gente de campo o de alta alcurnia. Trata a todos igual. Tiene un corazón muy grande. Es una verdadera amiga».
El entrecomillado, o la cita, pertenece a la susodicha Lola Enríquez, la "culpable" -en parte- de que la aristócrata tenga una verdadera relación de amor con la ciudad de la Alhambra, donde se prevé nombrarla "Reina de los Gitanos" cuando acabe con el trajín de la boda. En el convite, por cierto, no sé lo que servirán, pero para contrarrestar esa curiosidad aporto un dato: cada vez que María del Rosario Cayetana Alfonsa Victoria Eugenia Francisca Fitz-James Stuart y de Silva -es el nombre completo de la XVIII Duquesa de Alba- viene a Granada pide collejas en ajo pollo y una cerveza Alhambra bien fresquita.
En una de esas visitas, en concreto la que hizo en 1994 para un acto benéfico de la Cruz Roja, conoció en la cueva de la Fragua -en su adorado barrio del Sacromonte- al gitano Juan Andrés Maya, bailaor. Y se quedó prendada de su arte, que ha defendido a capa y espada en los foros pertinentes. Tal es así, que se convirtió en su madrina artística. Más tarde fue la madrina de bautizo -la de verdad- de Alba Heredia, sobrina de Juan Andrés. «A ella le encantan los gitanos y ellos la adoran», dice a media voz Enríquez.
Pero es un secreto a voces porque la propia María del Rosario (que es su primer nombre) se encargó de declarar a IDEAL, en el año 2002: «Estoy más a gusto con los gitanos que con los grandes dignatarios». «Ella es muy del pueblo, le gusta el lado salvaje del flamenco. Tiene mucha fuerza interior. Y me alegro de verla con ganas de vivir esta nueva juventud, porque en realidad su espíritu es joven», confirma Juan Andrés Maya, que recibió un reloj de oro después de habérsele roto el que colgaba de su muñeca en una larga noche de baile. La remitente -cómo no- era la atentísima nobiliaria, que ha ayudado en muchas ocasiones a esa familia sacromontana.
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Donaciones secretas
Pero si hay algo que no le hace mucha gracia a nuestra protagonista es que se haga alarde de sus donativos a iglesias, monumentos o colectivos de necesitados. Lo siento, doña Cayetana, pero voy a hacer algo público... «Gracias al capital que cedió en 2005 a la ermita granadina de San Cayetano fue posible la restauración del edificio», comenta su amiga Lola, que es en realidad quien la ha "delatado". Que quede claro. Según la misma fuente, la aristócrata es tremendamente agradecida y devuelve hasta el extremo cualquier detalle que se tenga con ella. En este periódico y por Granada hay quien lo puede corroborar.
Para lo que no hace falta indagar mucho es para descubrir que a la duquesa le gusta el estilo "hippie" -se ve a vuela pluma-; que no se corta un pelo en ponerse minifalda a pesar de sus ocho décadas prodigiosas; y que igual se calza un Victorio y Lucchino -firma de su próximo traje de novia- que una camiseta de mercadillo. «Recuerdo un día que se compró unas zapatillas de los veinte duros y se las puso tan pancha para salir a la calle. También hace escapadas por la puerta de atrás del Palacio de Dueñas para perderse en tiendas alternativas de Sevilla», la descubre de nuevo, con ternura, su amiga.
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Hablando de trapitos, no se puede pasar por alto una mujer fundamental en la existencia de esta aristócrata: su costurera de toda la vida, María, una señora ya jubilada que un día llegó a la capital de España procedente del mismo Padul, en pleno Valle de Lecrín. Su fiel modista -granadina como ya acabo de escribir- ha aparecido en infinidad de ocasiones junto a ella, cogida del brazo, con el pelo canoso. María ahora reside en Padul, pero se pasó muchos años dando puntadas en el Palacio de Liria.
Por muchos palacios y vestidos que tenga la futura esposa de Alfonso Díez, una de sus verdaderas pasiones son los caballos. Precisamente, el que monta su nieta Cayetana -hija de su benjamina y de Francisco Rivera Ordóñez- llegó un día a la finca La Pizana (en Gerena, Sevilla) procedente de Granada. «Se lo regalé a la duquesa por la boda de su hija, se llama "Cadete" y es de pura raza española», ilustra la señora que ustedes ya saben.
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La noble, una mujer cultísima, con una memoria prodigiosa, que habla cinco idiomas y muy interesada por todo lo que le rodea se ha resarcido de su dura infancia, cuando se crió sin madre en el exilio londinense. «Siempre que se la busca para ayudar está dispuesta. Reparte amor», apostilla de nuevo Lola Enríquez.
Como todos, nuestra protagonista tiene detractores. Además del incesante asedio mediático al que está sometida, su próxima boda también llega precedida por las denuncias del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), que ha alertado a la Fiscalía hace unos días de que los Alba han cometido presuntos fraudes contra la Hacienda Pública y la Seguridad Social porque existen actualmente «inmigrantes trabajando de forma irregular» en sus fincas. «No sé, pero el personal de su casa es súper feliz. Son muy fieles porque ella los trata muy bien. Incluso llegan a jubilarse con los Alba», concluye Lola. Que sean felices y coman collejas...
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