«El 'graffiti' es libertad»

-¿Cómo es el balance de veinte años al 'spray'?

-El documental, la exhibición en un vídeo de los trabajos hechos me ofrece la posibilidad de volver la vista atrás y de mirar todo el trabajo hecho, como el futbolista que ve sus partidos de fútbol y se da cuenta de sus defectos, de que habría hecho las cosas de otra manera, pero también uno percibe todo lo que ha aprendido al lado de mucha gente, de las vueltas que he dado y de la pila de cosas que he podido llegar a hacer. También uno percibe y es consciente de lo que aprendió en ese año y medio que estuve en la Facultad de Bellas Artes de Granada.

-¿Ha salido del hermetismo que rodea al mundo del graffiti, lo ha roto?

-Cuando empiezan a invitarte a eventos de arte internacionales, a muestras en museos europeos y demás círculos del arte internacional te das cuenta de que ese mundo se rompe. Con el paso de los años lo que me preocupa es que mis obras sean buenas y que contribuyan de alguna manera a la sociedad, y cuando esto sucede, cuando esa contribución es sentida por la calle uno se hace menos hermético. Hay que tener la mente abierta para poder expresarte, algo que siempre he tenido muy en cuenta, aprender de todo lo que me rodea.

-¿Cómo es su manera de trabajar?

-Una manera que no se parece en nada a un trabajo, pero lo que sí me gusta es que las piezas sean frescas y se mantengan así, pero es que no tengo un procedimiento. En cada mural puedo tardar un día, y me gusta dejar las cosas y esperar, que las ideas lleguen, porque son las paredes las que me llevan a la obra, el soporte me habla y aprovecho los recursos que me marcan las paredes en las que trabajo, y también me gusta que me planteen cosas.

-¿Si pudiera renunciaría ahora a llamarse 'Sex'?

-Siempre me ha gustado mucho lo de Sex, porque incluyo una caligrafía en cada una de mis obras.

-¿Por qué incluye textos en sus trabajos y qué papel juegan en sus obras?

-Los textos refuerzan la imagen que reflejo y siempre me gustó escribir, así que no he encontrado otra manera que con la tipografía con mayúsculas. Fue gracias a las conversaciones con algunos compañeros 'graffiteros' como me di cuenta de que era un todo el texto y el dibujo.

-¿Ha pensado que es paradójico llamarse 'Niño de las Pinturas' con 36 años?

-No (risas), porque tengo la actitud de un niño y la perspectiva de un adulto.

-¿Qué le ofrece el graffiti a diferencia de otros modos del arte?

-El mundo del graffiti es una cultura muy rica y la libertad que se experimenta en el graffiti es la más grande del mundo del arte, y el arte se pone al alcance de todo el mundo. Y es que detrás de una pared hay mucho dibujo. Sigo pintando en la calle y soy libre.

-Ha convertido el Realejo en una especie de museo.

-Hay una serie de hoteles que organizan rutas a los turistas por el barrio para poder ver mis obras y esa iniciativa está hecha por gente que no tiene ningún apoyo oficial. Estoy agradecido con la gente que las organiza.

-¿Le es fácil llevar a cabo su trabajo artístico?

-He podido pintar muy fácilmente y sin ningún tipo de complicaciones en Nueva York, en pleno centro de Manhattan, pero aquí lo han puesto muy difícil.