«En Mali podemos crear Hollywood»

«A pesar de sentir que me llamaba un grupo de hombres dispuestos a cambiar el mundo, que habían organizado una plataforma para acercar los pueblos del Norte y el Sur, tardé varios meses en contestar a esa carta, porque no sabía si iba a darme tiempo de montar mi última película, Min yé, presentada en el último festival de Cannes», comentó ayer el realizador en la Biblioteca de Andalucía, donde se presentó el libro Souleymane Cissé: con los ojos de la eternidad, firmado por Maria Coletti y Leonardo De Franceschi.

Min yé significa Dime quién eres en bambara, una de las lenguas de Mali, junto al fula, el soninké, el dogón y las hablas songhay y senufo. El idioma oficial del país es el francés, que emplea parcamente y con calma Souleymane Cissé al responder con una sonrisa a su propia pregunta, Min yé: «Soy lo que soy. Es mi símbolo, mi espejo».

El director, que también recogió la Alhambra de Honor del festival granadino, destacó la importancia de la imagen audiovisual en África, con un 80% de analfabetos. «Mi elección de entrar en el cine fue deliberada, pero incluso yo, que he logrado premios en grandes festivales y que tengo el reconocimiento de la gente de mi país, encuentro dificultades para rodar. Literalmente, hacemos lo que podemos. El mensaje que traigo es la necesidad de tener el máximo de público posible».

«Todo es política»

Souleymane Cissé, musulmán como el 90% de la población de su país, mostró su convencimiento de que en Mali pueden crear un Hollywood «si existe la voluntad política».

«Realmente todo depende del interés político. Si fomentasen la producción cultural y cinematográfica y creasen una estructura que permitiese la distribución, los africanos podríamos entretener al mundo entero, porque hacemos cine como en Hollywood, que no deja de ser una política cultural decidida, razonada, construida, puesta en marcha y protegida. Hasta que los demás países no hagan lo mismo, las producciones americanas seguirán invadiendo el mundo», recalcó el autor subsahariano, en cuya filmografía se suceden protagonistas que critican la precariedad laboral del África urbana de los años setenta; rompen con la escuela coránica; e incluso exhiben la capacidad de amar de dos adolescentes rebeldes, descendientes respectivamente de un jefe tribal y un nuevo gobernador militar.

Entre esos parámetros, Cissé, comprometido con el desarrollo de una industria cinematográfica en África, vaticinó un gran cambio mundial. En referencia a Almodóvar y al cine español dijo: «Es una persona muy importante que tiene la suerte de trabajar en un país desarrollado y sus espectadores tienen una necesidad de conocerse a sí mismos. Por el contrario, en Mali hay una cierta negación de la identidad propia. Se niega hasta la identidad individual».