«No paraba de llorar. Había perdido a su mujer, a su hija y a su hermano»
Los voluntarios de Cruz Roja quedaron impresionados al conocer el relato del naufragio de los rescatados, que recibieron ayuda psicológica
M.V.C.
Martes, 8 de julio 2008, 10:34
El móvil sonó, como tantas madrugadas, para avisar de que llegaba una patera. Luisa Ferriz, coordinadora en funciones del Equipo de Rescate Inmediato de Emergencias ( ... ERIE) de Cruz Roja en Motril, alertó a los voluntarios, se puso el uniforme y partió rumbo al puerto. Le habían comunicado que llegaban 23 personas sobre las 05.30 horas de la madrugada. Hasta ahí resultaba una operación habitual. Pero cuando vieron que la embarcación de Salvamento Marítimo no remolcaba la patera, se dieron cuenta de que no había sido un rescate fácil.
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«Nos avisaron de que venían con hipotermia, 20 hombres y tres mujeres. Llegaron muy mojados, con mucho frío, muy cansados...». Luisa relata lo sucedido ya de día, en el edificio de Cruz Roja en el puerto, donde los voluntarios están preparando los bocadillos para que los 23 rescatados almuercen en el centro de detención de la Policía Nacional, donde se reponen del trágico viaje.
Los voluntarios hacen lo que tantas veces. Proporcionaron la primera asistencia sanitaria a su llegada a tierra firme y les proporcionan algo de ropa y comida. Pero ayer estaban tocados, más serios de lo normal.
Además de llegar con frío y asustados, algunos de los inmigrantes rescatados llegaron al puerto de Motril desconsolados. «Un hombre no paraba de llorar, nos explicó que había perdido a su hija de tres años, a su mujer, y a un hermano. Otros también habían perdido a sus familiares». Hamza, uno de los voluntarios que pudo hablar con ellos, explicaba impresionado que había sido uno de los rescates más difíciles. «Venían muy afectados, por eso casi no pudimos hablar con ellos». Otro voluntario de más edad que está junto a Hamza, apunta que ha sido una noche muy difícil. «Normalmente vienen cansados, pero lo de ayer fue muy duro. Esta mañana hemos estado hablando con el hombre que ha perdido a su hija de tres años y estaba destrozado. Hemos acabado llorando todos los voluntarios con él».
El hombre que perdió a su familia en el hundimiento de la patera «venía herido, se había hecho heridas intentando rescatar a su hija pequeña», explica el joven Hamza. Y no tuvo éxito.
Y es que el final del rescate de la madrugada del lunes no había tenido el final feliz de otras veces. Cuando el barco de Salvamento Marítimo llegó hasta la patera, las olas de cuatro y cinco metros eran impresionantes. La embarcación neumática en la que viajaban los 37 inmigrantes en total tenía ya el motor parado y una enorme ola la volcó.
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Los viajeros no sabían nadar y las condiciones del mar eran terribles. Aquellas catorce personas eran hijos, esposas o hermanos de los rescatados, que se mostraron muy afectados. El joven Hamza explicaba la «cara de miedo» con la que llegaron. «Muchos de ellos nunca han visto el mar y no saben nadar, ni reaccionar en una situación así», explicaba otro de los voluntarios, con rostro serio.
El terror a morir en el mar se reflejaba en algunos de los rostros de los que pudieron ser rescatados. Cuando lograron salir del mar pedían a los equipos de rescate que no les dejaran morir, atemorizados como estaban aún tras la experiencia.
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Atención psicológica
Pero el miedo se mezclaba con el dolor de los que habían perdido a algún familiar. Una vez que la Policía Nacional pudo completar las diligencias y se les tomó declaración a los inmigrantes, que al parecer son todos de origen nigeriano, Cruz Roja puso a su servicio a un equipo de psicólogos. Las terribles horas desde que salieron al mar hasta que volvieron a tierra firme no se les olvidarán fácilmente.
Miembros de Cruz Roja destacaron que el más afectado de ellos era el hombre que había perdido a su hija de tres años, su mujer y un hermano. Toda su familia había desaparecido en el mar que los separaba de cumplir el sueño europeo. Él llegó, pero el sueño se tornó pesadilla.
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