La ridícula caída de Madonna

No se lo achacan a su falta de destreza con el triciclo, sino a las supuestas copas de más que riegan su gira autraliana. Lágrimas de payaso, así se llamaba su concierto, y con razón. Porque la reina del pop no para de llorarle a su príncipe.

Muchos son los comentarios que dedica a su hijo sobre el escenario, que, en plena guerra por su custodia, ha preferido vivir con su padre, el director Guy Ritchie. Madonna hace partícipe al público de su caída, que más que un tropiezo podría ser una metáfora de la etapa por la que está pasando la cantante.