Las felices nuevas vidas de Casillas y Xavi

El portero recupera la sonrisa a orillas del Duero en Oporto Sara Carbonero aprende portugués con pelis subtituladas. El centrocampista ya chapurrea el árabe y su mujer, Núria, prepara su parto en la capital catarí

julia fernández

Martes, 15 de septiembre 2015, 22:46

El sol cae cuando sale de casa para ir al trabajo. Es tarde. En España sería la hora de darse un paseo después de dejar ... la oficina, pero allí, es la hora de entrar en la suya, el campo de entrenamiento del Al-Sadd. Nada más echar la primera carrera nota el sudor resbalando por su frente. Habrá unos 25 grados. Los consideran refrescantes. Nada que ver con los 40 que se alcanzan durante el día, que parecen bastantes más por la humedad. Xavi Hernández (Terrassa, 1980) ha cambiado la cálida Barcelona por la abrasante Doha. Se instaló en agosto junto a su mujer, Núria Cunillera, y en menos de un mes ya tienen la casa montada. El exjugador azulgrana, al que todavía extrañan en el Nou Camp, se va haciendo poco a poco al que será su hogar durante las dos próximas temporadas. Y está encantado.

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En los entrenamientos ya chapurrea algo de árabe con sus compañeros, con los que se acaba de estrenar en competición oficial. Hasta ayer solo habían jugado amistosos de poca importancia en los que ha marcado cinco goles (los mismos que en los dos últimos años en el Barça). También acude a diario a la academia Aspire, un centro de alto rendimiento para jóvenes cataríes. La idea es sacar lo mejor de ellos para que lleven al país a la élite del deporte sin necesidad de sacar la cartera para fichar con nacionalizaciones de por medio a jugadores extranjeros, como han hecho con la selección de balonmano, donde hay hasta un español, el asturiano Borja Vidal Fernández.

En las instalaciones, Xavi trabaja como asesor y consejero. Lo hace mano a mano con dos personas de su total confianza: sus inseparables hermanos Óscar y Àlex. Los tres hacen piña y quedan para ver los partidos del Barça a través de BeIN TV. Siempre se les une la cuarta del clan, Ariadna, que profundiza en su carrera de logopeda en la Universidad de Doha. Todos viven en la lujosa urbanización La Perla, donde ya residieron Pep Guardiola y Raúl González durante su estancia en el país árabe. Precisamente Xavi ocupa la vivienda de este último. Óscar y Àlex son sus vecinos. Viven puerta con puerta.

La Perla es un complejo urbanístico que se gestó a partir de una isla natural de cuatro kilómetros cuadrados a la que se le añadieron nuevos terrenos para construir hoteles, apartamentos, mansiones, puertos, playas privadas... Tiene capacidad para acoger a 41.000 vecinos, cinco veces más de los que viven en el municipio barcelonés de Matadepera, donde el jugador tenía previsto levantar un nidito de amor justo antes de fichar por el Al-Sadd. En el hogar catarí le espera su mujer, que está embarazada de seis meses. Está previsto que dé a luz una niña en diciembre. Lo hará en Doha. El matrimonio ha decidido que se quedarán en el país para recibir a la pequeña, así que será la familia la que tendrá que viajar para brindar por el nuevo miembro y comerse el turrón. De momento, los padres de Xavi, Joaquim y Maria Mercé, tienen previsto visitarles en un par de semanas. Seguro que Núria, que es periodista aunque no ejerce, ya está pensando en alguna receta con que agasajarles. No tiene excusa. En la cocina luce flamante la Thermomix con la que los fotógrafos la pillaron en agosto en el aeropuerto justo antes de embarcar hacia esta nueva aventura.

Blindados a la prensa

La que no tenía nada preparado, ni siquiera el teléfono de un buen restaurante, cuando recibió la visita de sus dos mejores amigas hace dos semanas era Sara Carbonero. Fue sorprendida por la presentadora Isabel Jiménez y la estilista Mayra del Pilar mientras jugaba con su hijo en el salón de su nueva casa portuguesa. Se ha instalado en Oporto para acompañar a su pareja, Iker Casillas (Madrid, 1981), en su aventura lusa. Después de un par de años algo complicados para él en el Madrid, ha fichado por el club de la próspera ciudad lusa. Tiene por delante dos años de contrato, pero le ha faltado tiempo para recuperar la sonrisa que perdió en el Bernabéu. «Me veo hasta más gordo», bromea.

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Aunque como le pasaba aquí, en Oporto él tampoco es la estrella. O al menos no tanto como su chica. A ella, la prensa le dedica día sí y día también algún artículo contando sus andanzas por la desembocadura del Duero. De momento, no lo lleva mal y cuando necesita algo de tranquilidad, se refugia en su casa de Foz, un barrio elegante y caro situado a las afueras de la capital vitivinícola. Allí no son bien recibidos los paparazzi, sobre todo en la zona donde se ubica el inmueble de la familia Casillas-Carbonero, que está blindada a los fotógrafos. Es un área muy exclusiva y los precios de las mansiones así lo indican. La que ocupan Iker y Sara estaba a la venta por un millón de euros. Se la localizó el club, que tiene un servicio de apoyo a disposición de sus nuevos jugadores para ayudarles en todo y a cualquier hora: desde ejercer de agente inmobiliario hasta darles de alta en la tele por cable.

De momento, la periodista sigue sin trabajo, así que aprovecha el tiempo libre para aprender el idioma de Pessoa. Su intención es matricularse en alguna academia, aunque va adelantando trabajo y se pone pelis subtituladas al portugués por las noches. También se emplea en alimentar el blog que tiene en una conocida revista femenina. Ahí cuenta de todo un poco... Incluso comparte sus descubrimientos gastronómicos. El último, la ensalada de calabacín (crudo) y parmesano. «No dejéis de probarla. ¡Me sorprendió!». Ya saben, las gracias, a Sara.

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