Una Diputación a lo Simeone: voto a voto, escaño a escaño
La actual fragmentación puede empujar a que el Gobierno provincial acabe dependiendo de apenas un puñado de papeletas por partido judicial
Es, en la actual configuración administrativa y política del país, un foro de gestión y decisión absolutamente determinante, necesario especialmente para aquellos ayuntamientos que, como ... son la mayoría en la provincia de Almería, no disponen de medios materiales suficientes como para prestar los servicios de forma autónoma. No es tontería: 97 de los 103 términos municipales de la provincia tienen menos de 20.000 habitantes. Un tercio de los ciudadanos almerienses vive en esos municipios.
Del timón de esta entidad dependen consorcios de recogida de basura, de extinción de incendios, el soporte técnico, administrativo y económico a las decenas de municipios con menos de 20.000 habitantes del territorio almeriense, el suministro de agua en casi la mitad de la provincia con la empresa pública Galasa, la red de servicios sociales más extensa de todo el territorio y un arma muy potente: los servicios de facturación y cobro de la hacienda pública local. Pero son, además, para los partidos, un elemento de cohesión interna y de control partidista territorial. Quien domina la Diputación tiene una posición política preeminente sobre el vasto territorio almeriense y un dominio claro sobre su propio partido.
Y todo ello, sin tener que rendir cuentas de forma directa ante la ciudadanía: salvo las forales de País Vasco y Navarra, las diputaciones no pasan por las urnas, sino por elecciones indirectas entre los concejales electos. El sistema de elección es ciertamente complejo. El 26 de mayo usted votará a los concejales que quiere que le representen. Pero, a su vez, habilitará a que, de forma indirecta, estos concejales elijan por usted al alcalde de su pueblo y a los diputados provinciales. Todo ello, además, siguiendo un reparto por cuatro circunscripciones (partidos judiciales) que ha permanecido invariable desde 1979 pese a que entonces Almería estaba en torno a los 400.000 habitantes, casi la mitad que ahora. Cada circunscripción decide un número determinado de diputados. Almería, 16; Berja (incluye El Ejido y Adra, por ejemplo), 5; Huércal-Overa y Vera, 3 cada uno. Y hasta este sistema tiene su grandísima importancia en el resultado. Veamos.
En los últimos cuatro años, el Partido Popular ha regido sin necesidad de compartir la dirección de la nave con más nadie gracias a los 15 asientos provinciales logrados en las elecciones de 2015. Era un resultado levemente más cómodo de la frontera de la tranquilidad: el diputado 15 -he aquí la importancia del sistema de reparto de escaños- les llegaba gracias a la nimia cantidad de 89 votos en la circunscripción electoral de Huércal-Overa, el 0,019% del censo electoral provincial.
El PP perdía vigor tras los cuatro años de la barredora (2011-2015, el PP obtuvo 18 diputados, dos tercios del plenario). Pero mantenía el gobierno, y lo hacía con la comodidad de no tener que pactar con nadie. El presidente del PP ha sido, siete años y medio, Gabriel Amat. Y sólo cuando las elecciones estaban a la vuelta de la esquina dio en herencia el cargo a su delfín -en la institución y en el partido- Javier Aureliano García. Han sido años de incontestable poder popular en Almería que parecen llamados a su fin: el PP perdió, hace menos de un mes, sus primeras elecciones desde 2007. Y cedía en sus feudos: en El Ejido frente a Vox, en Almería frente al PSOE, en Roquetas -peor aún- frente a PSOE y Vox. Esta nueva situación mantiene al PP con las luces de emergencia pulsadas. Es un partido de amplia distribución territorial, de arraigado poder local, con feudos fuertes y personalidades de calibre que pueden mantener el tipo frente al principal envite de la formación: el potente surgimiento de Vox en municipios que hasta ahora habían sido de forma incontestable territorios abonados al centroderecha. Pero ¿y si no se gana? ¿Y si los números no dan? ¿Y si se pierde el gobierno en los pactos?
García, que va de número dos por las listas populares en la capital, pretende revalidar la Presidencia de la institución y, una vez allí -dicen en el seno del partido- relevar también a Amat en el organigrama popular. Pero todo está tan abierto que el PP ha llegado incluso a idear un plan B. García ya encabezó en abril las listas al Congreso. Y es, a día de hoy, concejal del Ayuntamiento de Almería, presidente de la Diputación y diputado nacional electo. Qué será a partir de junio es una de las respuestas que tendrán que resolverse el día 26. Si el PP consigue gobernar la Diputación -apuestan sus compañeros de filas- seguirá en la institución y cederá el escaño de San Jerónimo. Si no, se marchará a Madrid y cederá los otros cargos institucionales para mantener la posición relevante que requiere quien pretende liderar el principal partido del centroderecha en Almería.
Y en esta visible debilidad es donde el PSOE espera morder. Ellos, al igual que los populares, han conseguido trabar una implantación territorial casi total. Es raro el municipio que no tiene una Casa del Pueblo. Y sólo ellos y los populares cierran listas en todos y cada uno de los 103 municipios. El viento les sopla a favor por primera vez en más de una década. Y los resultados electorales del 28 de abril han sido, además, un 'chute' de energía.
¿En manos de Cs?
Pero... Todo está absolutamente abierto y dependerá de varios elementos: cuánto aguanten los grandes partidos, con qué fuerza emerja Vox, cómo evolucionen los liberales de Cs y, sobre todo, de forma primordial, qué suma la calculadora. La traslación de los resultados de las generales -algo tramposa, ya que Cs sólo presenta candidatura en una cuarta parte de los ayuntamientos y Vox en uno de cada cinco- habilitaría a los de Rivera a dar la Diputación a un tripartito de derechas o a un gobierno socioliberal.
PP y PSOE son optimistas. Los primeros, ganen o pierdan las municipales en Almería, esperan encontrar sumas fáciles para mantenerse en el Gobierno de la Diputación. Los segundos, los socialistas, esperan ganar con cierto margen de ventaja, lo que permitiría salir a la búsqueda de los pactos postelectorales con más legitimidad que los conservadores y, de este modo, ganarse el favor de los naranjas. ¿Dará la suma?
Sin candidatos
De momento -y esto es una novedad- ningún partido ha anunciado oficialmente sus candidatos a presidir la Diputación. Resulta casi obvio que el PP apuesta por mantener a García. Nadie dice lo contrario, menos aún después de que cogiera el bastón de mando hace menos de seis meses. Roberto Baca, que ha sido estos últimos cuatro años el representante naranja en el plenario provincial, no revalidará su cargo -no va en la lista de Roquetas de Mar, su localidad, por la que resultó electo concejal en 2015-. Juan Antonio Lorenzo (PSOE, Serón) y María Jesús Amate (IU-LV, Huércal de Almería) sí que repiten como candidatos a alcalde de sus respectivos municipios y tendrían la posibilidad -más que certera- de entrar de nuevo en el Palacio de Navarro Rodrigo.
¿Y Vox? Vox tampoco ha dicho nada. Pero ha resultado llamativo que el presidente provincial del partido, Juan Francisco Rojas -de Cuevas del Almanzora- opte como número dos en la candidatura local de Almería capital, ciudad a la que, por otra parte, también está vinculado. Hay quienes le ven como el futuro portavoz de un grupo provincial de verde Vox si es que, como todo parece apuntar, logran entrar al menos por dos de las cuatro circunscripciones: Almería y Berja.
Cada voto va a sumar. Especialmente ahora que el tablero cuenta con, al menos, cinco grandes actores. Puede que incluso más que en el pasado. Y recordemos que un escaño llegó a depender de sólo 89 papeletas. Lo dice siempre Simeone, el del Atlético. Esto es cuestión de ir partido a partido -pues eso, voto a voto-.
La Corporación en la que se juzgó Facturas
La que ahora se cierra ha sido una Corporación marcada por el juicio del caso Facturas por presuntas facturas falsas mediante las cuales se habrían detraído 700.000 euros de las arcas públicas del Patronato de Turismo. En total, 14 personas fueron condenadas, entre ellos el exvicepresidente de la Diputación bajo mandato socialista Luis Pérez Montoya (siete años y diez meses de prisión). Ha sido una de las sentencias más altas por presuntos delitos relacionados con la corrupción de la historia en España. El caso se encuentra pendiente de recurso.
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