Carreras populares

Un vuelo infinito hacia el exoesqueleto pediátrico

El evento volvió a ser un éxito con cerca de mil participantes que cruzaron la línea de meta. Con solo cinco kilómetros, los organizadores demostraron que no es necesario un largo recorrido o una prueba con varias homologaciones oficiales para lograr el objetivo fundamental de una carrera popular: disfrutar haciendo deporte. Si a eso, además, se le añade un fin solidario, el disfrute está garantizado.

Rafael Torres (18:31) y Encarni Vaquero (22:03) fueron los más rápidos en la meta de la calle Mercedes Gaibrois. Ambos entraron en solitario en sus categorías después de soltar con comodidad a sus rivales. En esta edición, Aspace pretendía llevar su carrera del Zaidín a la ciudad y lo consiguió. Viajó hasta Puerta Real por el Puente Romano para que el centro de la capital animara con sus aplausos a los corredores. Para la mayoría de ellos fue una auténtica fiesta verse alentados a izquierda y derecha para cumplir el objetivo de superar los cinco mil metros. Las múltiples clasificaciones de este evento, con cabida para participantes en silla de ruedas, bicicleta o con discapacidad genera una estampa de emociones conforme avanza la llegada de corredores a la que pocas carreras populares pueden hacer frente.

Y en la meta emerge la manada de voluntarios, tan infinita como el número de patrocinadores con los que cuenta la carrera de Aspace. Todos coordinados y en sus puestos para que la fiesta no se venga abajo pronto. Hubo sorteos, una paella solidaria y un intenso mediodía en el que el atletismo volvió a ser una excusa para disfrutar de una jornada de solidaridad y convivencia, para disfrutar de la vida.