Los hermanos Javier y David Quirante se ayudan a entrenar en el gimnasio de su casa. JOSÉ UTRERA

Powerlifting como estilo de vida

Hermanos deportistas ·

Los halterófilos cargan a sus hombros un palmarés repleto de éxitos y competirán los próximos años por convertirse en los mejores del mundo

MOISÉS CORRAL

BAZA

Miércoles, 25 de agosto 2021, 00:51

Los hermanos Javier y David Quirante (Baza, 1997 y 2000 respectivamente) perdieron a su padre, Jesús Javier, en marzo a causa de la covid-19. ... Pese a todo, un par de meses después compitieron en el campeonato de España absoluto de powerlifting en Málaga, en el que David finalizó como subcampeón en el ránking total, subcampeón de peso muerto y sentadilla y tercero de press banca, mientras que Javi se colgó el oro en su modalidad. Pero aquí el mérito no recae en las medallas cosechadas sino en la dificultad psicológica que supuso para dos jóvenes tener que afrontar una competición de este calibre sin el apoyo del que siempre estaba, del que animó como el que más. Para Carolina, su madre, subirse a la tarima ya era todo un éxito.

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David no olvidará la madrugada del 5 de diciembre de 2019 en Lituania. «Me preparé a conciencia física y psicológicamente pero aun así llegué con más peso del permitido para mi categoría. Me desperté a las 5h, me subí a la balanza y di 300 gramos por encima del máximo. Estaba nervioso porque vi que no podría competir. Mi padre se levantó, se dio cuenta y me sacó a correr a la calle. Fue una locura. Estuvimos durante dos horas a diez grados bajo cero mientras nevaba. Y él estuvo ahí, a mi lado. A la hora del peso oficial seguía con unos miligramos más y a mi madre no se le ocurrió otra cosa que cortarme la coleta. Fue una gran experiencia», relata con los ojos brillantes y una sonrisa al recordarlo. «Fue muy duro afrontar algo así y más estando tan unidos, pero él hubiera querido que siguiéramos con esto. Ahora lo que cambia es que nos guía sin estar presente, pero nunca le vamos a olvidar», añade.

Los inicios

Javier y David descubrieron el mundo del powerlifting hace ya seis años cuando el mayor de ellos, motivado por su competitividad, se puso como objetivo superar a un amigo en el peso que era capaz de levantar. Aunque realmente, y como él mismo comenta, el verdadero inicio se debe a sus padres y a un problema de cifosis –arqueamiento de la espalda que provoca una postura jorobada– para el que le recomendaron hacer una serie de ejercicios que le ayudarían a tratarlo. «Una tarde llegaron a casa y me dijeron que se iban a apuntar al gimnasio para perder peso y ponerse en forma, que si me quería ir con ellos. Aunque en un primer momento no me motivaba nada… supongo que no seré el único que se aburre de estar allí y hacer lo típico: aeróbico, pesas otro rato y para casa. Sin embargo, veía a un amigo que iba conmigo y levantaba la barra todas las tardes, y me empezó a picar el gusanillo. Si él podía con tantos kilos, yo podía con más aún. Empezamos a picarnos y se fue creando un bucle de superarme tanto a mí como a la gente que veía por YouTube hasta llegar a ser el mejor en esto», explica el mayor de los hermanos.

David, por su parte, también comenzó a causa de otro problema de salud, en este caso cardiaco, cuando su corazón llegó al límite una mañana de noviembre de 2015. «Estábamos haciendo relevos en Educación Física y se me juntó que no había desayunado con la competitividad de querer ganar siempre. El resultado fue un desplome que provocó que tuviera que venir la ambulancia, un shock para todos por la angustia del momento y un jaleo que se montó en el instituto ya que no todas las mañanas se desploma un estudiante en las pistas de atletismo», rememora. Por aquel entonces David practicaba taekwondo, pero tras el susto decidió dejarlo a un lado y probar suerte en este terreno totalmente novedoso y para el que el corazón no tendría tanto movimiento al ser más estático que en otros deportes de alta intensidad corporal.

Acostumbrados a ganar

Los hermanos Quirante coleccionan medallas desde su primera competición. Javier, un total de cinco nacionales y dos internacionales; David, seis en casa y tres europeas. Esto cobra aún más valor cuando las modalidades no se distinguen por edad sino por peso, por lo que pueden competir contra rivales que les doblan la edad y que llevan más tiempo preparándose para esto. No obstante, nada les ha impedido colgarse preseas durante su corta trayectoria tanto en España como fuera, llegando a poner en pie todo un pabellón de Lituania cuando nadie sabía de ellos como participantes españoles. «Ni tan siquiera decir bien nuestro apellido», cuentan repasando una de tantas historias que han vivido. Ya sí que se han dado a conocer por todos a base de demostrar que son los mejores.

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Los hermanos Quirante muestran sus medallas. JOSÉ UTRERA

Y es que el powerlifting apenas cuenta con cultura histórica a sus espaldas, pues pese a nacer hace más de medio siglo en Estados Unidos se desarrolló de forma lenta en el resto del mundo. En España ha empezado a notar su mayor auge desde hace un lustro al duplicarse el número de equipos registrados (41) en la Asociación Española de Powerlifting, con más de doscientos integrantes nuevos más allá de los 304 afiliados anteriormente reconocidos. Ellos mismos explican que a la hora de ir a campeonatos han notado la progresión: «Al primer Europeo fuimos apenas cinco representantes nacionales mientras que ya al último fuimos casi veinte». Tanto está creciendo que se está planteando su inclusión en los Juegos Olímpicos.

El powerlifting consiste en tres variantes: sentadillas, press de banca y peso muerto. Ya dentro de cada una se puede competir en dos modalidades distintas pero con algo en común, el movimiento único: press banca y peso muerto. También dentro de este deporte existen distintas ramas para competir: la de RAW, que se practica con cinturón para aumentar la presión intraabdominal y compactar el cuerpo y rodilleras, la preferida por ambos hermanos; y la de equipado, en la que se usan camisas de presión, bandas y demás trajes que se aprieten para levantar lo máximo posible hasta el límite de cada uno. Javier y David, que tuvieron que hacerse un gimnasio en casa con el dinero ahorrado entre el trabajo y las becas porque en los públicos estaban hartos de llevarse regañinas de los dueños, seguirán alzando barras.

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