Alberto Amezcua trabaja en el salón de su casa en Guadix. A. A.
Atletismo

La pretemporada de Alberto Amezcua

El encierro cogió al marchador a ocho días de jugarse el billete para Tokio en Murcia. Ahora aprovecha para avanzar en sus oposiciones de Policía Nacional

Jueves, 30 de abril 2020, 21:18

El marchador granadino Alberto Amezcua tenía pensado plantarse en los Juegos Olímpicos de Tokio pasando por Murcia. El 22 de marzo tendría que haberse ... disputado allí el Campeonato de España de su disciplina, para el que se había preparado a conciencia tras un invierno deportivo «muy difícil». «Mi estado de forma era inmejorable. Los entrenamientos estaban saliendo genial, mejor que ningún año, y quería realizar la marca mínima para los Juegos Olímpicos. Fue un palo que se suspendiera la competición», recuerda, algo que sucedió pocos días antes de la declaración del estado de alarma. Ahora, resignado, trabaja en lo que califica como una 'pretemporada' con la ilusión de marchar al aire libre desde mañana mientras invierte en su vocación de policía.

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Amezcua estaba convencido de que iba a conseguir la mínima olímpica en Murcia, entre otras razones, porque venía de batir a su principal enemigo en los últimos años: una maldita alergia al olivo y la gramínea que le venía haciendo la vida imposible. «Llevo arrastrando esos problemas muchos años, sobre todo en los meses de abril, mayo y parte de junio, cuando son las Copas de Europa o del Mundo, trascendentales para el evento internacional del verano. Afecta mucho a mi rendimiento deportivo porque ya no era sólo una merma física, sino psicológica, por ver año tras año que no puedo rendir», expone el marchador. «He estado en las manos de muchos especialistas, pero sin la medicación correcta. El año pasado toqué fondo y la Federación española me recomendó al doctor Franchek Drobnic, un experto en asma deportivo de San Cugat. Me diagnosticó asma, me cambió la medicación y desde el verano pasado vengo notando una gran mejoría, un cambio drástico», reseña Amezcua.

Amezcua, en el Campeonato del Mundo de 2017. AFP

El aplazamiento del sueño de todo deportista en su carrera profesional a 2021 supuso un alivio para el accitano. «Me beneficia porque no quería jugarme los Juegos con esta incertidumbre y en competiciones importantes. Estaba por ver cómo iba a rendir en pleno apogeo, aunque seguro que mejor que años anteriores. Ya en el pasado Campeonato de España por comunidades autónomas hice la tercera mejor marca mundial del año (19'03'' en 5 kilómetros)», apunta Amezcua, convencido de que la cita suspendida en Murcia iba a ser su do de pecho. «Sabía que iba a conseguir la mínima para Tokio porque estaba en igual o mejor forma que cuando fui noveno en el Mundial de Londres en 2017. Nunca se sabe lo que puede pasar en una competición pero las sensaciones eran muy buenas, me veía para ser campeón de España», lanza, pese a la competencia con Álvaro Martín, Miguel Ángel López y Diego García, especialistas del equipo español de 20 kilómetros ya con el pase a Tokio en el bolsillo.

Organizado

Resignado a la paralización de la competición, Alberto Amezcua ha vivido este parón como una pretemporada en la que sigue a ciegas las indicaciones de su entrenador Jacinto Garzón. «Acumulé volumen y fuerza por otros medios y ahora podré salir. Luego tocará que Jacinto rehaga la planificación en función del nuevo calendario de la Federación Internacional (IAAF)», indica. En su día a día hasta ahora, el marchador ha sido metódico: «Me levanto siempre antes de las ocho, desayuno y me pongo a estudiar hasta las doce del mediodía y después entreno. No tengo tapiz, así que hago el 90% de las sesiones sobre una bicicleta estática. Vuelvo a ponerme por la tarde con un circuito de fortalecimiento y antes de cenar dedico un rato a informarme y a ver Netflix».

«Me gusta tener todo muy organizado, creo que es importante, aunque cada día que pasa pesa un poco más», admite apenado Amezcua, a quien las redes sociales empiezan a agobiar, aunque mantenga las videollamadas de rigor con su grupo de entrenamiento y con los compañeros de la academia de oposiciones Granapol, su otra gran bombona de oxígeno. «Nos motivamos mutuamente y nos interesamos por la salud de cada uno», refleja.

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Hace bastante tiempo que Alberto Amezcua siente la vocación civil de la Policía. «Siempre me ha gustado mucho, pero nunca veía el momento oportuno para compaginar la oposición con el deporte de alto nivel», confiesa el marchador, que cumple este mayo 28 años. Sin embargo, un mal día en el Campeonato de Europa de Berlín en 2018, ya mermado por la alergia, le sirvió de «punto de inflexión». «Me planteé retomar las oposiciones aunque me costase, aceptando que tocaba sacrificarse. Tenías ganas de sentirme realizado en la vocación de policía e intentar sacar mi plaza en las convocatorias siguientes», expone, motivado.

Como ocurre con las pruebas de atletismo, también las convocatorias a la Policía Nacional nadan en la incertidumbre del calendario. Amezcua, que pasó las últimas pruebas físicas pero no las teóricas, a décimas del corte, aguarda ahora entre «simulacros de examen y clases online que facilitan el trabajo» una nueva oportunidad en un mar de hipótesis. Mientras clava codos, admira con sana envidia la labor de su hermana y su cuñado estos días. «Ojalá se dé bien a la próxima», anhela Amezcua, deseando integrar el Cuerpo junto a ellos sin renunciar al sueño de Tokio.

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