Carolina y sus ciclistas de Pedaleando por ti, el sábado pasado en el circuito de Maracena. IDEAL
Deporte inclusivo

La bici, un altavoz para el autismo

Ciclismo ·

La profesora Carolina Velasco organiza una jornada con medio centenar de niños, diez de ellos con TEA, «para trabajar la visibilidad, la inclusión y la capacidad»

CÉSAR GUISADO

GRANADA

Miércoles, 20 de febrero 2019, 00:32

Cuántas vivencias se pueden expresar pedaleando. Seguro que millones. Eso debió pensar la profe Carolina Velasco cuando vio a sus peques con maillot azul aprendiendo ... a levantarse después de caerse. A sufrir para divertirse más. A pasarlo en grande, al fin y al cabo. Fue el sábado, en el circuito de baches de la Calle Mirlo de Maracena. Allí, durante toda la mañana y con un sol calentito y radiante, medio centenar de ciclistas participaron en las actividades de que la asociación Pedaleando por Ti y el equipo Ismael Romero, organizaron junto al Ayuntamiento de Maracena.

Publicidad

Que un niño o una niña con Trastorno del Espectro Autista (TEA) se exprese con la mayor normalidad posible, es el gran reto de cualquier formador en este ámbito. Bien lo sabe la profe Carolina, que se afana con cariño en organizar este tipo de eventos con tal objetivo. Dice que estas jornadas de dos ruedas tienen que venir siempre aderezadas por tres ingredientes: visibilidad, inclusión y capacidad.

Porque con medio centenar de ciclistas; peques y mayores, «el autismo fue visible gracias a la participación de estas jóvenes promesas de los pedales que, desde los cuatro años, ya se animan a ponerse el casco y tratar de realizar el recorrido de la mejor manera», refrenda Carolina. Y siempre agarrando con fuerza la bandera de la inclusión, azul para más señas. «Lo único que diferenció a unos niños de otros fue el maillot de Pedaleando por ti, por lo demás todos fuimos capaces de disfrutar con una intensidad asombrosa de una jornada de ciclismo preparada con mucho ciclismo», señalaba Velasco, poniendo en valor el esfuerzo de Ismael Romero, entrenador del equipo de ciclismo con el que sumó sinergías. «Cuando se te pierde la vista en los dos kilómetros y medio de pista y lo único que ves son niños y niñas por cada cuesta, por cada rampa, tranco, salto o vereda… te das cuenta de que el momento de la no diferenciación es posible. Que la inclusión, aunque sea a golpe de pedal, es posible», pondera.

La capacidad la exhibieron nueve niños con autismo. Pablo, Marco, Juan Pablo, Héctor, Fran, Javi y los tres Hugo del grupo. «Lo hicieron esforzándose al máximo, algunos incluso con 'ruedines' en sus bicis, haciendo frente al exigente recorrido lleno de dificultades», decía Carolina, intentando dibujar el momento en el que se disparaban las emociones, «otros niños, de manera espontánea, se bajaban de sus bicis para empujar y ayudarlos a subir rampas, ¡los animaban con el mejor de sus pompones, la voz!». Gritos de ánimo agolpándose con los 'tú puedes', «cualquier mano era buena para que los peques de Pedaleando por ti pudieran disfrutar y mejorar con el manejo de la bicicleta», asevera la promotora de la actividad, todavía a flor de piel.

Las caídas fueron pura anécdota, pero también trazan la mejor enseñanza de la jornada. Hugo y Marco dieron de manos en el suelo. Al principio por el dolor y la frustración, como cualquier niño y por qué no, como muchos adultos, quisieron abandonar la bici y buscar cobijo, en este caso en los brazos de sus papás. Pero no era el día para eso. Se sacudieron el polvo y continuaron. Se hicieron daño en las palmas de las manos, pero aprendieron a superar sus miedos, a derribar el muro que se instala en la cabeza de quien mira atónito y a pedalear para expresar así, que quieren más kilómetros de inclusión.

Publicidad

«Creo que todos los que fuimos al circuito de Maracena nos llevamos un aprendizaje intenso. El de yo puedo, yo disfruto, yo supero las dificultades», repasa Carolina, como uno de los mantras que recita en clase a sus alumnos. También quiso señalar la profe todas las manos anónimas que ayudaron a organizar, a empujar bicis y a bordar una jornada que salió a pedir de boca. «Sobre todo a Andrea e Ismael, que estuvieron desde las siete de la mañana organizando todo para garantizar la seguridad de todos los niños marcando con conos y señales de plástico el circuito. Pero también a José Luis por estar siempre tan pendiente de los niños con TEA y al ayuntamiento de Maracena y a Mírame…».

Lo mejor, dice ella, es que cada bici traía consigo la historia de una familia que lucha por ser visible, por participar de la sociedad. Las armas, aquí sí que son las sonrisas y las ganas. Jaleo, rabietas, mucho ruido, «pero del que no daña los tímpanos», bromea Carolina Velasco. Ruido de inclusión al fin y al cabo. «De solidaridad y de concienciación» dice ella, para un mundo, el del autismo, que debe ser común para todos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad