El galgo que se hizo atleta por casualidad

«Yo no tenía ni idea de atletismo», recuerda Dani Rodríguez. «Soy de Casanueva, anejo de Pinos Puente, y allí no había otra cosa que fútbol», justifica. Su instituto lo seleccionó para la prueba de los 60 metros lisos y allí se plantó, en la facultad de Ciencias del Deporte, «con un chándal y unas zapatillas de calle rotas». «Miré a mi alrededor y vi a mis rivales con mallas y zapatillas de clavos, pero en cinco metros les saqué mucha ventaja. Gané sobrado. Yo fui el primer sorprendido», rememora. Los monitores, alucinados, le aconsejaron que se interesase por el atletismo.

Aquella fue la primera de varias casualidades, o causalidades a la larga, que convirtieron a Dani Rodríguez en el campeón de España y especialista nacional de su disciplina que hoy en día es. Al verano siguiente buscó en Internet alguna escuela de atletismo y encontró una en Íllora. «Me cogía cerca y fui, pero era agosto y me dijeron que volviese en septiembre», cuenta. «Luego supe que era de fondo, y yo no habría aguantado si me hubiesen puesto a correr 10 kilómetros. Por fortuna, en ese mes me pusieron en contacto con Manolo», celebra.

Manolo es Manuel Jiménez, líder del grupo 'Fuertes y rápidos' que Dani Rodríguez integra a día de hoy junto a otros atletas referentes la velocidad española como Arián Téllez o Mario López Moure. A su primer día volvió a acudir con el chándal y las zapatillas rotas. «Me pidieron que me cambiase, pero yo iba así», ríe. Le costó meses cambiar el chip, ser constante, interiorizar la técnica. El atleta no nació hasta su primera competición, en Carranque (Málaga). «Me fichó el Ciudad de Motril y quiso que corriera el 200. Estaba cagado, pero me puse primero y gané por una milésima. A partir de ahí me lo tomé mucho más en serio», reconoce.

Su mentor, que le enseña con el ejemplo, ha hecho con él «lo que ha querido», un proyecto de atleta virgen en sus manos. «En mi primer día me hizo saltar en el foso de parado y con los pies juntos e hice más de tres metros. Se quedó impactado. Ahí vio que podía ser bueno», rescata Dani Rodríguez con una sonrisa tierna. Hoy, muchos años después, Manolo Jiménez les sigue insistiendo en un mensaje clave: «Recordad por qué hacéis esto».

El galgo de Casanueva ganó su primera medalla nacional, plateada, en Antequera, en 2015, en un Campeonato de España absoluto de pista cubierta una semana después de hacer una salida nula en la semifinal del sub-23 que esperaba ganar. Fue la única y la última vez que los nervios le traicionaron. «Me quedé con esa espinita, pero Manolo me dijo que lo mejor estaba por venir y tuvo razón», reconoce. Desde entonces, su 'modo competición' es imbatible, de la estirpe de los que compiten mejor que entrenan.

«No sé qué estaría haciendo si no hubiese descubierto el atletismo, no sé si sería más feliz, pero esto no se puede comparar con nada», refleja Dani Rodríguez, convencido de rebajar su mejor marca personal de 21.01 y acercarse a los Juegos de Tokio. «Los tengo entre ceja y ceja y voy a luchar por ello», asegura. Quiere reinar en el 200.