Ana Alonso aprieta por su sueño olímpico
«Me siento tan bien que ya pienso incluso en ser competitiva como para aspirar a una medalla», asegura la esquiadora de montaña tras su atropello
Apenas dos meses faltan ya para los Juegos Olímpicos de invierno en Milán-Cortina d'Ampezzo (Italia) y Ana Alonso permanece ajena a la nieve ... desde su atropello, pero ni ella ni nadie que la conozca dudan que vaya a estar allí. La esquiadora de montaña granadina no tiene tiempo que perder, ni tan siquiera para descansar. Acaba de sacarse las botas tras probarse en seco y su entrenador, Javi Argüelles, le acerca unas pesas tobilleras para que siga haciendo cardio sobre un tapiz rodante simulando que aún las lleva. Todo, dentro de la sala de hipoxia pionera del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sierra Nevada y con el 'Omega' de Enrique Morente y Lagartija Nick de fondo. «Me siento tan bien que ya pienso incluso en ser competitiva como para aspirar a una medalla», asegura esta hija de Monachil mientras aprieta los dientes por el gran sueño de su vida.
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Han pasado ya casi tantos días desde que un coche 4x4 se llevara por delante a Ana Alonso mientras entrenaba en bicicleta como faltan para la inauguración de los Juegos Olímpicos. «Bajaba hacia Granada junto a mi compañera María Ordóñez cuando, a la altura de Pinos Genil, un coche que subía y quería cruzarse hacia Güéjar Sierra se deslumbró con la luz del sol y chocamos. María pudo esquivarlo al irse al lado contrario, pero yo iba por la derecha y me quedé sin escapatoria; únicamente pude apretarme lo más dura posible, Sentí que caí bien, pero no tardé en sentir muchísimo dolor», rememora.
La esquiadora no perdió la consciencia en ningún momento, pero las pruebas a las que fue sometiéndose durante toda una semana descubrieron finalmente la rotura de los ligamentos lateral cruzado anterior e interno en la rodilla derecha junto a un edema óseo y una fisura del maléolo por la luxación acromioclavicular en ese mismo costado. «Los Juegos fueron lo primero en lo que pensé, y pedí que llamasen a una ambulancia porque quería el diagnóstico cuanto antes para empezar la recuperación», sostiene.
No es la primera vez que a le toca recuperarse de una lesión grave contra reloj. Ya la temporada pasada se rompió el peroné y dos ligamentos de un tobillo a finales de octubre y aun así completó la mejor campaña deportiva de su vida. Años atrás, en 2017, ya se partió tanto el propio peroné como la tibia antes de descubrir una taquicardia ventricular que la llevó al quirófano para una prolongada inactividad competitiva.
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Pautas semanales
Ana Alonso tardó un mes y medio en volver al CAR de Sierra Nevada. «Las seis primeras semanas fueron muy pautadas, con mucho trabajo de fisioterapia y piscina para cuidar el ligamento lateral interno sobre todo. Ahora, ya en mi tercera semana aquí, vuelvo a sentirme deportista; algo que ayuda mucho», cuenta. «En diciembre y enero esperamos meter entrenamiento de calidad, con más intensidad. El siguiente objetivo es pisar la nieve, y quizás en dos o tres semanas podamos hacerlo ya, una vez la rodilla derecha se fortalezca y vaya segura. Hay una línea muy fina para que se vaya todo al traste, con un mal gesto o una piedra, y no voy a arriesgarme», antepone.
«Nunca me habían hecho tantas entrevistas; cómo vende el drama», bromea la esquiadora, que ya ha recibido a varios medios de comunicación en el CAR. En alguno incluso le dieron ya por perdidos los Juegos Olímpicos. Ella, sin embargo, empezó su camino de vuelta a la competición paso a paso y con un nuevo leitmotiv: 'El alma de un gladiador no se rinde; solo se adapta, se fortalece y vuelve a brillar'. No contempla otro escenario que no sea el de participar tanto en la prueba individual de sprint como en la de relevo mixto junto a Oriol Cardona; este último, consagrado ya como el mayor especialista del mundo entre los hombres.
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El optimismo que tanto Ana Alonso como Javi Argüelles sintieron desde el principio va a más con la respuesta de la rodilla derecha hasta el momento: «Estamos muy contentos con la progresión. Sabíamos que iba a ser un reto difícil, pero nos gusta lo complicado y estamos en ese camino. Hay mucho trabajo de muchos años detrás y estoy segura de que saldrá a la luz. Con llegar a tiempo ya habré ganado, pero soy ambiciosa y pienso en las medallas».
La rehabilitación de la esquiadora incluyó también momentos de bajón, claro. «Cuando me venía abajo pensaba en lo que me dolería ver los Juegos desde el sofá de mi casa ya en febrero sin haberlo intentado hasta el final. Voy a agotar todas mis posibilidades, por muy duro que sea si no lo consigo», advierte. Lo hace con el apoyo de su madre Odette y de sus hermanos, los pilares a quienes debe ser profesional del deporte a día de hoy, más allá del recuerdo de su padre Gerardo, una eminencia como guía insondable de Sierra Nevada hasta su trágica muerte tras un desprendimiento en la Vereda de la Estrella hace ya quince años.
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Confianza de la Federación
Ana Alonso se muestra especialmente agradecida al apoyo que le viene prestando la Federación Española. «Recibí mucha confianza desde el minuto 'cero', y eso me mantuvo muy motivada y con mucha positividad. Tanto el seleccionador como mis compañeros me mostraron mucho cariño; creen en mí hasta el último momento y tendré la oportunidad de ser yo misma quien decida si voy o no a los Juegos», se congratula.
Cuenta con ella muy particularmente Oriol Cardona, la pareja con la que acabó subcampeona del mundo de relevo mixto el pasado mes de abril en Villars sur Olon (Suiza). «Es una persona muy tranquila y hasta él mismo le dice a su entrenador que llegaré. También él se rompió los ligamentos cruzados años atrás y me llama por si necesito su experiencia o lo que sea», aprecia.
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«Vamos por delante de lo que creíamos; somos muy optimistas»
«¡Optimismo a tope!», bromea Javi Argüelles, el entrenador de Ana Alonso desde 2015, sobre su recuperación para los Juegos Olímpicos de invierno en Milán-Cortina d'Ampezzo (Italia). «Vamos por delante de lo que creíamos; la evolución está siendo increíble, mejor de lo que esperábamos. Dentro de nada estará en la nieve, respondiendo muy bien a todas las pruebas en seco; todos alucinamos», se encoge, y acordándose de todas aquellas personas «que eran pesimistas que seguramente no conocían a Ana» si se lo dieron por perdido. «A nivel condicional, Ana está muy cerca ya de como estaba el año pasado por estas fechas», se congratula Argüelles, que planificó minuciosamente la rehabilitación de la esquiadora. «Al principio manejamos criterios temporales para la recuperación, reparación y cicatrización biológica y ahora, funcionales y abiertos a modificar lo programado dependiendo de cómo asimile el trabajo. Su capacidad adaptativa y la respuesta de sus estructuras articulares están siendo impresionantes. Tolera el entrenamiento de una forma con la que ni contábamos», sigue en sus elogios. «Los deportistas de esta clase protagonizan siempre historias muy peculiares de superación, fuera de la norma, y Ana nos permite vivir una en primera persona», agradece el entrenador. No tiene que irse más lejos que a la propia temporada pasada: «En octubre parecía que no competiría ya y terminó con los mejores resultados de su carrera». «Si España tiene dos plazas en la categoría femenina de los Juegos fue porque Ana las ganó», recuerda Argüelles, elevando la confianza de la Federación a un compromiso casi que moral. «Viene demostrando temporada tras temporadas que su rendimiento va a mejor pese a recuperarse de lesiones graves, con capacidad para salir de procesos de rehabilitación y readaptación más fuerte de como entró. Cada día es más dura y competitiva, y sus números están ahí; tanto en el laboratorio como en la nieve», subraya.
Ana Alonso no quiere presentarse en los Juegos Olímpicos sin haber competido desde entonces. «A final de enero habrá Copa del Mundo en Boí Taüll, en Cataluña, con las dos pruebas olímpicas y me gustaría participar para coger sensaciones. Hay que recuperar el espíritu de competición y recordar las transiciones tan complejas que tiene nuestro deporte a los ritmos a los que los practicamos. Si puedo ir, mejor», anhela.
Por ahora, no obstante, Ana Alonso se conforma con empezar a esquiar por Sierra Nevada. Su estación desde niña. «Está siendo duro ver por la ventana que ya hay gente esquiando; también yo quiero. Todos los años tarda más de la cuenta en nevar, y ya podría haber tardado esta vez también», ironiza. El sueño olímpico le exige paciencia. Todavía aspira incluso a la medalla de oro que se le resiste a España en unos Juegos de invierno desde la de 'Paquito' Fernández Ochoa en Sapporo (Japón) hace ya medio siglo.
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