Las razones del hartazgo del Covirán
Enfado ·
El club rojinegro lanza un comunicado pidiendo respeto a la ACB usando como detonante el arbitraje del partido ante el Hiopos LleidaGranada
Lunes, 17 de marzo 2025, 19:57
Arde el Covirán tras el arbitraje del pasado domingo en la derrota ante el Hiopos Lleida que pone al equipo rojinegro con pie y medio ... en la próxima Primera FEB. Los 51 tiros libres lanzados por el cuadro ilerdense (por 24 de los locales) y algunas decisiones concretas en determinados momentos del partido han destapado la caja de Pandora no solo entre la afición sino también en las oficinas de la avenida Salvador Allende, al punto de que el club haya lanzado un comunicado pidiendo 'respeto' a la Liga ACB. En apenas cinco párrafos, hasta en cuatro ocasiones y utilizando letras mayúsculas la entidad granadina utiliza esa palabra como queja a lo que considera un trato discriminatorio en sus partidos. «Somos un club diferente en muchos aspectos a lo común que suele formar parte de la Liga Endesa, pero esto no puede dar pie a vivir cosas como las que se vieron ayer en el partido contra Hiopos Lleida, pero que, sin embargo, llevamos sufriendo durante muchos partidos», critican desde el Zaidín.
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El club se une así al cabreo generalizado en su entorno y que incluso ha llevado a algunos representantes políticos, como el exalcalde Paco Cuenca o el concejal de Deportes, Jorge Iglesias, a mostrar su queja en redes sociales por el arbitraje de Luis Miguel Castillo, Iyán González y Fabio Fernández en el encuentro ante el cuadro ilerdense.
Criterio dispar
Además de la diferencia en los tiros libres, sin duda relevante en un partido resuelto en la prórroga, lo que más ha enervado en el club granadino es el mal control del partido por parte del trío arbitral, especialmente controlador con las protestas locales y mucho más laxo con las visitantes. Cabe recordar que el Covirán recibió cuatro técnicas, mientras que el Hiopos, ninguna.
La primera sanción se le impuso a Arturo Ruiz, ayudante de Pablo Pin, por levantarse y hacer aspavientos desde el banquillo al inicio del segundo cuarto. La segunda, a Jonathan Rousselle por mandarle el balón, sin fuerza excesiva alguna, al pívot Pierre Oriola cuando ambos se marchaban al vestuario al descanso. De resultas, las protestas locales acabaron con el preparador físico Sergio Sánchez, 'Pinzas', tocándose la mejilla, con lo que también fue sancionado. Ya en la segunda mitad, los árbitros castigaron a Pere Tomàs por un gesto con la mano tras una falta pitada al Covirán. De esas cuatro técnicas, dos –las de Ruiz y Rousselle– son muy rigurosas, de esas que valida el reglamento pero que un buen control del partido, lo que no pasó el domingo, recomendaría a los árbitros no pitar. Las otras dos, para 'Pinzas' y Tomàs, son menos cuestionables, pero llegan fruto del 'calentón' local con otras decisiones. En las oficinas rojinegras molesta especialmente que, si ese era el criterio, no se sancionaran igualmente los aspavientos del base Corey Walden en la primera parte o algunas de las protestas del banquillo visitante.
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Por otro lado, hubo también algunas acciones puntuales en las que el Covirán se siente perjudicado. Especialmente grave es la quinta falta de Iván Aurrecoechea, por un mínimo contacto ante James Batemon cuando la posesión ilerdense ya expiraba. El Palacio se encendió cuando los árbitros revisaron que la acción era dentro de tiempo –quedaban 0'1 segundos de ataque al Hiopos–, por lo que se ratificó la falta por un contacto existente pero ínfimo como para sancionarlo.
Justo antes de la expulsión de Aurrecoechea, aún a ocho minutos del final, también había cometido la quinta Ousmane Ndiaye al zafarse de un 'dos contra uno' visitante e impactar con el codo en la cara de Batemon. La infracción del senegalés es evidente, pero la parroquia local pidió falta previa sobre Ndiaye de Luka Bozic. Ciertamente existe un contacto del croata, pero no se puede calificar como una falta indiscutible.
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La última acción sobre la que el entorno rojinegro pone el foco se produce justo antes de la prórroga, cuando Edo Muric falla el tiro que podía dar la victoria al Hiopos. Tras coger el rebote, Omar Silverio lanza a la desesperada desde su campo, siendo claramente golpeado por un defensor visitante. Falta evidente pero de esas que cuesta señalar. Y que, seguramente, habría cambiado el desenlace del choque.
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