Custodios rojinegros de la Liga Endesa
La sólida sociedad del Covirán repasa una noche memorable para el deporte local
Granada
Viernes, 26 de mayo 2023, 00:31
La voz del presidente de la Fundación CB Granada parece salir de ultratumba en su reunión con IDEAL –«va a ser que se nota la ... edad en las fiestas, admite»– menos de 24 horas después de la noche de mayo en la que el Covirán certificó de forma agónica otra permanencia en la ACBpara el baloncesto granadino, una que se recordará con los años al nivel de las de 1991, 1998 y 2008. Por ello, su rostro es de felicidad, si bien en los dos últimos minutos del encuentro ante el Joventut, era de terror justamente en el día de su cumpleaños. «Quería celebrarlo un poco a lo grande y creo que me pasé», bromea, «agotado», según reconoce Óscar Fernández-Arenas.
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Lo difícil no es llegar, sino mantenerse
Más robusto aparece Pablo Pin, que se declara «tranquilo, sobre todo mentalmente» tras cerrar con éxito sobre la bocina su 11ª temporada en el banquillo rojinegro. Sin embargo, Granada no le vio derrochar la euforia que merecía el momento. Nada más acabar el partido, se marchó por la bocana de vestuarios –olvidando por un momento la 'flash-interview en Movistar– para, en privado, poder desahogar. Allí se abrazó con Zamo Fernández, su mano derecha durante una década. «Descargamos un poco de tensión...», reconoce el técnico, que no pasó buenas horas antes del duelo clave:«estuve en cama, porque el lunes me puse malo. Normalmente me pasa después de las temporadas, pero estábamos jugando al pádel y me tuve que ir a casa» explica Pin, que sufrió una deshidratación relevante que trató el médico del club pero que estuvo muy cerca de acabar el martes con sus huesos en urgencias.
Lesiones
No fue ese el único inconveniente previo a jugarse la salvación frente a la 'Penya', cita que Lluís Costa y Pere Tomàs afrontaron lesionados tras el duelo ante el Betis. El catalán, en el hombro izquierdo y el balear con una fractura en la mano derecha. «Fue una gestión complicada», reconoce el técnico. «Con Costa no tenía dudas de que jugaba porque ya lo ha hecho otras veces, es tan competitivo que, cuando hay que competir, siempre está, pero pasó toda la semana con el brazo en cabestrillo. Parecía imposible que jugara, pero es Lluís y sabía que iba a estar», subraya. Con todo, hubo algún susto durante el partido, como «varios bloqueos que pasa evitando el contacto», inicia Pin, o «una jugada en la que le agarró Joel Parra por los hombros y en la que luego me reconoció que solo quería que no apretara porque si no me quedaba ahí», desvela Fernández-Arenas tras una charla con Costa posterior al duelo.
Distinta era la situación de Tomàs, que compareció prácticamente en modo Cid Campeador. «Nos dijo que estaba disponible pese a que se le avisó de que si se caía tendría que operarse, pero él avisó de que estaba disponible para lo que hiciera falta, lo que me parece increíble», apunta. Sí pudo jugar 'Petit' Niang, tras muchos dimes y diretes en las dos últimas semanas. «Había superado los plazos y sabíamos que, pese a no tener ritmo, podría jugar».
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Camisetas
Otro de los recuerdos que quedarán grabados en la mente será la imagen del Palacio de los Deportes, en la que los aficionados encontraron a su llegada 8300 camisetas rojas, una en cada asiento. Una medida al estilo de los 'play off' de la NBA que «surge como una tontería una mañana hablando con José Puerta de Puleva, que fue quien me dio la idea. Al colgar el teléfono ya activé la idea...», cuenta el presidente rojinegro, agradecido «por el apoyo de las empresas, como todo del año, y de los voluntarios y los chicos de cantera, que lo dejaron todo arreglado el día de antes. ¡Ahora ya me piden pintar los asientos de rojo, pero ya veremos!», bromea el directivo. Lo cierto es que la imagen del Palacio que se pudo ver a través de Vamos en toda España fue envidiable.
Precisamente la retransmisión televisiva llevó a otro de los momentos icónicos en la noche del miércoles, cuando se confirmó la remontada del Real Madrid ante el Betis, presenciada por todo el Palacio en el videomarcador. Coincidió con un tiempo muerto de Pin, con el partido ya sentenciado a favor del Covirán, y que recordará como el más extraño de su carrera en unos años. «Me senté esperando a que se sentaran todos y vi que solo estaba Bropleh, el resto estaban dando saltos, así que lo único que me salió fue darle un abrazo a Thomas yo también» explica.
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Solo instantes antes, el entrenador había sido testigo también en la pantalla de que el Betis hincaba la rodilla en Madrid, por lo que la permanencia ya era un hecho. Sin embargo, no se le vio el más mínimo gesto de euforia hasta el abrazo con Bropleh, tapado por el corrillo rojinegro. «Creo que es un tema de concentración», explica Pin sobre su reservado 'modus operandi'.
Eso sí, al menos logró relajar un gesto que empezaba a torcerse. Pin no quiso saber nada sobre el resultado en Madrid hasta que quedaban apenas dos minutos. Pero fue a preguntar justo en el momento más crítico de la noche, con el 70-77 a favor del cuadro sevillano. Sin embargo, Alberto Puertas, el delegado, llevó a cabo una mentira piadosa. «Me dijo que iban ganando por cinco, para que no me cabreara más, y aún así resoplé pensando que no podía ser que ganáramos y bajáramos», desvela.
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Williams-Goss
Tuvo que ser un invitado sorpresa, el base estadounidense del Real Madrid Nigel Williams-Goss, quien encendiera la traca final. Sus 9 puntos finales –más el tapón a Jean Montero en el último ataque bético– voltearon la situación radicalmente, haciendo estallar al Palacio de los Deportes. «Mi mujer me había visto tan agobiado poco antes que venía a consolarme, y cuando ganó el Madrid empecé a buscarla con la mirada y me abracé con Paco Cuenca, que siente esto como algo suyo y lo vive con la misma intensidad que nosotros», relata un Fernández Arenas que salió disparado desde el palco por el ascensor del pabellón del Zaidín en cuanto se produjo el bocinazo final en Madrid. «¡Antes dimos un salto con el alcalde que no nos caímos por la grada de puro milagro!», sonríe, para relatar acto seguido su primer encuentro con Pin. «Llego a la bocana con el partido ya acabado, de hecho Pablo ya está volviendo a la cancha y ahí es cuando nos abrazamos», cuenta.
Ahora que todo es goce, también cabe reseñar cómo se vivió desde el Covirán la 'Final Four' de la Euroliga, en la que la victoria del Real Madrid parecía poner a más de uno con la mosca detrás de la oreja, por cómo afrontarían los de Chus Mateo el epílogo de la Liga Endesa. «Fue el peor fin de semana de baloncesto en mi puñetera vida. Yo, que soy muy madridista, más blanco que la leche, no sabía si quería que le ganaran al Barça porque no tenía claro lo que nos interesaba. Hasta el descanso de la final no me convencí de que nos vendría bien que ganaran la Euroliga para que llegaran con ánimos, pero tampoco celebré mucho la canasta de Llull...», explica el presidente del Covirán.
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Fue lo del miércoles un broche idílico a una temporada complejisima, repleta de lesiones y contratiempos. Por eso hubo no pocas lágrimas. «Hemos venido días a entrenar con ocho. Si el de enfrente te gana porque es mejor, vale, pero rehacerte constantemente ha sido muy duro», zanja Pablo Pin. Bien está lo que bien acaba. Y mejor Granada en ACB.
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