Jonathan Rousselle · Base del Covirán
Destaca la actitud como virtud del equipo ·
«Cuando me vaya del Covirán, que espero que sea muy tarde, porque no soy tan mayor, quiero que me recuerden como un tío que se entregó y respetó a los demás»Jonathan Rousselle expresa la felicidad de la que disfruta en Granada. El Covirán le ha permitido «volver a sonreír en una cancha de baloncesto». Experiencia ... tiene a raudales. Hasta para hacer falta y 'saber' que Tomic fallaría los dos tiros libres en el momento crucial del partido contra el Joventut. El zorro francés maneja los hilos del equipo de Pablo Pin en el parqué.
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–¿Jonathan, Jona, Jo... cómo prefiere que le llamen?
–Da igual, ja, ja, ja.
–¿Lo de 'Jo' viene de casa, del colegio, del baloncesto?
–De la familia, de casa, también de los amigos, ya hace mucho tiempo, ja, ja.
–¿Quién le iba a decir a usted que, cuando en el Dijon apenas jugaba, se iba a presentar de nuevo en la ACB para destacar?
–Bueno, sí, el primer año en el Dijon fue normal, correcto. Y el segundo, empezamos mal. Y como siempre pasa en los equipos, cuando uno tiene grandes ambiciones y arranca mal, hay que buscar soluciones y culpables. Y eso es lo que ocurrió, pero lo entiendo, porque forma parte del proceso de una carrera profesional, a veces pasa a tu lado o te toca. En mi caso fue la primera vez el verme en esa situación. Aunque soy de los que piensa que en los momentos duros puedes salir mejor, hasta reforzado, y todo pasa por algo, hay un por qué para todo. Entonces, pues creo que estaba escrito así.
–Nenad Markovic ahora se estaría tirando de los pelos, ¿no?
–Es que no puedes ser compatible con todo el mundo. Cada entrenador necesita jugadores de un tipo muy bien definido y, también, cada jugador necesita un entrenador con quien puede rendir más. Por lo tanto, entiendo que es solo una cosa de compatibilidad a nivel de baloncesto, que es lo que me pasó a mí en Dijon, porque a nivel humano no tuvimos ningún problema. Todo lo contrario, Nenad es muy buena persona, pero a veces suceden estas cosas. No tengo nada malo que decir.
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–Sinceramente, ¿esperaba esta respuesta de rendimiento, la segunda juventud que está viviendo en su carrera?
–Sí, no he tenido nunca muchas dudas sobre mi nivel, no soy tan mayor, ja, ja. Porque el año pasado, cuando llegué aquí, al Covirán, tenía 33 años y ahora tengo 34. No me considero tan viejo para jugar al baloncesto, ja, ja.
–Como Marcelinho Huertas... ¿tiene cuerda para rato?
–Exacto, las carreras se van alargando en todos los deportes. Por eso yo sabía que lo único que necesitaba era encontrar un buen sitio, un buen entrenador y una buena situación, y en Granada se da todo ello, congeniamos.
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–Cuando le fichó Pablo Pin, aquí había tres bases: Costa, Christian Díaz y Germán. A mucha gente le extrañó. ¿El tiempo le ha dado la razón a Pin sobre que fue un acierto traerle?
–Bueno, creo que sí, a las pruebas me remito. Creo que hemos hecho 'clikc' entre nosotros, yo con el entrenador, como igualmente con el club, y que ha sido una buena situación la creada para los dos. Se ha demostrado que era necesaria mi presencia, pienso que he podido ayudar en los objetivos. Y está claro que ellos, sobre todo, me han ayudado mucho a disfrutar y volver a sonreír en una cancha de baloncesto, que Granada lo ha hecho.
–Vino prácticamente sin hacer ruido. Sus primeras declaraciones fueron que no quería alterar el esquema que había en el equipo y la plantilla...
–Sí, creo que mi personalidad es así. Que no soy muy de hablar y de hacer mucho ruido. Y sí de encontrar mi espacio con el tiempo, a ver cómo va la cosa.
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–Sin embargo, acabó con explosión. Lió el follón el día del Gran Canaria siendo el protagonista...
–Estudié un poco la situación antes de llegar aquí. No pasó que me llamó el agente y me vine sin más, miré los partidos del Covirán y supe los jugadores que había aquí en ese momento. La idea era llegar y buscar mi hueco, no aparecer y comerme todo. Mi objetivo era integrarme bien en el club y en el equipo del año pasado, y creo que lo he conseguido. Sobre todo porque era importante respetar a mis compañeros, porque era un grupo muy unido. En especial los que llevaban muchos años aquí, los españoles de entonces. Era muy importante, muy muy importante saber mi lugar.
–Pero este año el grupo parece todavía más cohesionado... ¿El engranaje es mayor porque hay menos egos? Thomasson, Felicio, Cheatham, Costa... acapararon más focos, ¿no cree?
–Cada temporada tiene su propia historia y cada equipo tiene su propia personalidad y historia también. Me gustó un montón el equipo del año pasado, esa es la verdad. Era distinto, puede ser que con más personalidad o ego como dice, pero todo se logra en un equipo con gente que quiere competir. Y ese ego se necesita a veces. Ahora también lo hay, quizá de otra manera, pero queremos competir y somos ambiciosos. Son dos equipos diferentes y compararlos es muy difícil. Hay que sacar lo mejor de cada equipo cada año, su mejor versión.
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–¿A la afición se la ha metido en el bolsillo, por su carácter e intensidad en la pista y lo calmado que es para el vestuario, además de su humildad?
–Me resulta importante que la gente se dé cuenta de que tengo mis cosas buenas y malas, pero de que lo doy todo por la camiseta y vivo para el baloncesto y por esos momentos. Mi vida es baloncesto y volver a casa, ser un buen padre y buen marido, es mi meta, ser buena persona, un jugador que se deja todo por el club pase lo que pase. Cuando me vaya, que espero que sea lo más tarde posible, espero que me recuerden como un tío que lo dio todo, se entregó y trató a los demás con respeto.
–Le gusta el senderismo, ¿también va corriendo por el campo?
–No, ja, ja, a lo mejor en verano con el perro. Nos gusta mucho la naturaleza y aquí hay sitios muy bonitos para ir con la familia.
–¿Qué ruta le ha gustado más, la de los Cahorros?
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–Esa fue la primera, es muy conocida, creo, no me acuerdo de los nombres porque yo sigo a mi mujer, ella organiza, yo conduzco, aparco y las disfrutamos.
–¿Han estado en Sierra Nevada?
–Sí, una vez el año pasado y lo pasamos genial y el plan es que hay que volver este año.
–Uno de sus hijos juega al fútbol en vez del baloncesto, ¿cómo lo explica?
–Bueno, es que a mí me gusta que prueben cosas. El que juega al fútbol ahora también jugó al baloncesto antes, lo ha dejado y puede ser que quiera volver al baloncesto, aunque no tiene ninguna obligación. Intentan lo que quieren, prueban y ya está. Yo les ayudo en cualquier cosa.
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–¿Cómo razona que el equipo tuviera una racha de cuatro derrotas seguidas y ahora de tres victorias consecutivas, dónde está la clave?
–Es típico y muy clásico decirlo, pero es trabajo, trabajo y trabajo, y confianza. Confianza del 'staff' en los jugadores y de los jugadores en el 'staff', en el cuerpo técnico. Porque a veces cuando pierdes un partido buscas culpables o cambiar sistemas. Y no. Nosotros no hemos cambiado nada, hemos seguido en la misma línea y trabajado aún más duro, para lograr competir.
–¿Fieles a la idea y el modelo hasta la muerte?
–Exacto. No hemos cambiado la dirección tomada y cuando eres capaz de conservar el planteamiento en los malos momentos, eso significa que estás convencido de que va a funcionar y ahora está funcionando. Pero hay que seguir y sobre todo no conformarse, no relajarse, porque hemos ganado tres partidos seguidos. En esta liga todo va muy rápido, lo hemos visto. Estábamos abajo y ahora estamos muy bien, entonces hay que seguir con las mismas ideas, tenerlas claras y ser humildes y ambiciosos al mismo tiempo.
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–¿Existen carencias en el equipo, en el juego interior, un tirador...? ¿O es partidario de potenciar las virtudes demostradas?
–Nuestro principal valor es nuestra actitud y que cada uno acepta su rol y juega para el equipo. Es lo que es distinto del año pasado, por el tipo de jugadores que tenemos. Todo el mundo aquí tiene muy clara su función y no quiere más o menos. Esto nos da mucha potencia a la hora de jugar contra equipos que quizá tengan más talento. Nosotros estamos muy unidos, lo estuvimos en las malas. Eso nos ayudó a levantarnos y poder disfrutar ahora del buen momento.
–¿La experiencia fue determinante en los choques directos?
–Cada jugador tiene su importancia y su momento. A veces en un partido o en otro se ve más a un jugador que a otro, pero todos tienen un papel importante y presencia. Por ejemplo, no lo hablamos mucho, pero los dos triples de Clavell llegaron en un momento muy tenso en el último encuentro, nadie lo dice pero fueron claves.
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–¿Le ha costado asumir los galones y el liderazgo que ejerce?
–Desde el principio asumí mi papel en el equipo de este año y lo hago porque Pablo (Pin) lo quiere y que siga así.
–Al margen del ritmo que imprime, de organizar el ataque, penetrar, tirar..., hace un poco de todo, ¿le pide anotación?
–Sí, es verdad. Depende un poquito del partido y de lo que haga falta. Si hay que atacar al base rival para cargarlo de faltas, por ejemplo, si nos interesa, me centro en ello. O si hay que controlar más y poner el balón al interior o buscar a los tiradores. Depende un poco del momento del partido, hay que leer eso. Es mi trabajo y trato de hacerlo lo mejor posible. A veces sale muy bien, y otros un poquito irregular. Lo intento todo, así como tener la cabeza más fría.
–Incluso se entonó pronto con dos triples ante el Joventut para mejorar así el tiro exterior, a través de sus bombas de mucha nieve...
–Tuve errores con ello, sí. Nunca he tenido un peor porcentaje a lo largo de mi carrera, aunque no estoy muy preocupado por eso, porque creo que la cosa se va a arreglar con el tiempo. He reflexionado sobre ese aspecto del juego y me da bastante frustración, porque hay tiros que los tengo que meter y los fallé en las primeras jornadas. Los porcentajes van a subir porque no hay razón de que sigan así. El partido del domingo me ayudó a volver al nivel habitual de acierto en los lanzamientos, lo necesito y el equipo lo verá bienvenido.
–¿Le dio tiempo a cargar las pilas, porque ahora vienen dos partidos muy duros frente a Baskonia y Lleida, éste fuera?
–Sí, algo, es que no puedes parar y relajarte. Está claro que tenemos un gran reto el próximo domingo, pero lo bueno es que aprovecharemos la racha y que lo afrontamos con mucha confianza, y también con la tranquilidad de que no es un partido que tenemos que ganar sí o sí, a la fuerza, como en otras ocasiones que necesitamos más la victoria o con más urgencia. Queremos ganar al Baskonia, pero ahora estamos en una situación favorable, para afrontar el partido con calma y las ideas claras, para competir al máximo e intentar tener opciones al final del encuentro.
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–¿Qué hay que hacer, minimizar mucho a Howard o, al revés, que el resto no anote, cuál es la consigna?
–Marcus Howard es una clave siempre en este rival, aunque no hemos hablado todavía tácticamente y sobre el planteamiento. Es pronto para dar detalles al ser principio de semana, pero seguro que habrá que vigilarle mucho, porque este tío puede meter 35 puntos como si nada, ya lo vimos el año pasado. La misión será que baje porcentajes de tiro, pero además tienen otros jugadores de mucha calidad y en todas las posiciones, vamos a tener mucho trabajo en defensa, eso seguro.
–Al menos tendrá la ayuda de Sergi García, ya más en forma y mejorado en lo físico.
–Sí, sí. Una semana completa de entrenamientos le va a venir muy bien a Sergi para retornar a su ritmo habitual. Agus (Ubal) tiene que seguir creciendo también, necesitamos a todos, a los doce jugadores. Cualquier ayuda nos vendrá bien y todos debemos estar preparados, porque la temporada es muy larga y seguro que todos deberemos aportar en algún momento o fase de la competición.
–Que sea feliz, Jonathan, ¿le llamamos así?
–Sí, sí, Jonathan va bien, ja, ja, gracias, un placer, eso es lo importante.
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