«Desde que escuché la opción de Granada tuve claro que quería venir»
En su primera entrevista como rojinegro, el interior brasileño repasa su trayectoria y aspiraciones en el inicio de su etapa granadina
Granada
Miércoles, 28 de septiembre 2022, 00:17
La vida de Cristiano Felicio (Pouso Alegre, Brasil, 7 de julio de 1992) no responde a los patrones convencionales de quien acaba jugando seis temporadas ... en la NBA. Alternó varios deportes antes de que la evidencia de su portentoso físico le hiciera desembocar en el baloncesto. Y casi a la carrera empezó a soñar en grande. Llamó la atención de los ojeadores estadounidenses, pero se topó de bruces con un palo cuando no pudo pasar por la liga universitaria. Y al final, fue un partido amistoso de los Chicago Bulls en Brasil lo que, de rebote, le cambió la vida.
Publicidad
Ahora, en el pívot brasileño hay fundadas esperanzas de que se convierta en un referente en este Covirán que mañana se estrena en la Liga Endesa. Dice que ya entiende español, pero aún prefiere manejarse en inglés. Por lo pronto, aportará experiencia, kilos y talento en la pintura a un equipo que ha puesto buena parte de sus opciones de permanencia en un tipo tan humilde en su discurso y tímido en sus formas como talentoso en la cancha.
–¿Es verdad es que cuentan de que usted realmente quería ser futbolista?
–¡Soy de Brasil! Y allí, como la mayoría, crecí viendo fútbol. Los partidos del mundial, la liga… Esos eran mis sueños antes de que el baloncesto llegara a mi vida. Claro que amaba el fútbol. Y desde luego, me sigue encantando.
–¿Quién era su ídolo?
–Me encantaba ver jugar a Ronaldinho, era mi favorito. En el Barcelona, en el PSG, con la selección… La forma en que jugaba, cómo disfrutaba y la felicidad que transmitía, que era contagiosa.
Publicidad
–¿A quién animaba, en un país tan futbolero?
–Desde pequeño he sido del Corinthians. Jugué a baloncesto en el Flamengo y eso fue algo un poco conflictivo para mí, pero creo que nadie lo supo entonces (risas)… No creo que eso deba ser un problema, pero recuerdo que cuando se empezaron a darse cuenta de que yo no era aficionado del Flamengo, alguno se enfadó. Estuve dos temporadas allí y querían que animara al equipo de fútbol… ¡Pero no podía hacer algo así!
–¿Y qué hay de que lo dejó cuando le pusieron de portero?
–Sí, en un entrenamiento me pidieron jugar ahí. Yo era joven, y pensé que por qué no iba a hacerlo. Pero recuerdo que me llevé un pelotazo bastante feo en una mano y que incluso acabé lesionado. Después de aquello tuve claro que eso no estaba hecho para mí...
Publicidad
–Jugó también al balonmano antes de que apareciera la canasta en su vida, ¿no?
–Así es. Jugué al balonmano y al fútbol en el colegio y en el equipo de mi ciudad. Luego estuve un tiempo jugando solamente al balonmano. Creo que era bueno, y cuando apareció el baloncesto todavía estuve un tiempo haciendo las dos cosas. Pero en mi segundo año jugando al baloncesto ya empecé a dedicarme completamente a ello.
–Y tras tanto devaneo, llegó el baloncesto como forma de vida. Aunque desde luego, su camino hasta la NBA no fue el más convencional.
–Con 17 años pensé por primera vez que lo del baloncesto podría ir realmente en serio, y me planteé el sueño de ir a una universidad estadounidense y quizá llegar a la NBA algún día. No era solo por mí, mi madre quería que fuera a la universidad, para hacer una carrera. Ese era el primer gran objetivo, no tanto el hecho de jugar, sino sacar los estudios para hacer feliz a mi madre. Lamentablemente, no pudo ser porque pese a que llegué a un acuerdo para jugar en Oregon, como había sido profesional en Brasil no me dejaron finalmente por las normas NCAA. Así que volví a Brasil un par de temporadas, al Flamengo, y además no me eligieron en el draft. Aquello me puso los pies en la tierra, y pensé que iba a ser mucho más difícil de lo que pensaba, pero nunca pensé que fuera a ser imposible. Incluso cuando jugaba en el Flamengo pensaba que algún día podría dar el salto a la NBA. Y por fortuna tuve la oportunidad de jugar la liga de verano de Las Vegas con Chicago Bulls en 2015, y cogí aquella oportunidad con todas mis fuerzas para demostrarles que podía jugar en esa liga.
Publicidad
–¿Es cierto que llamó por primera la atención en los Bulls cuando le vieron entrenar con el Flamengo con motivo de su visita a Río de Janeiro para un partido amistoso en 2013?
–Para ser sincero, creo que sí. Entonces ya había conocido a 'scouts' de otros equipos NBA que habían venido a Río un par de veces. Había jugado el Eurocamp de Treviso, donde hay ojeadores de la mayoría de equipos NBA. Pero creo que sí, que esa fue la llamada a la puerta que necesitaba para acabar allí.
–Acabó jugando seis temporadas en la NBA. Casi nada.
–Sí, desde luego. Cuando alguien llega a la NBA, en muchos casos tras uno o dos años desaparece de allí. Para mi fue distinto, tuve mucha suerte con la gente que jugué. Me lo curré mucho pero estar con gente como Pau Gasol, Derrick Rose, Jimmy Butler… Me enseñaron el camino, cómo trabajar, como seguir tiempo en la liga, y cómo cuidar de tu cuerpo y llevar mi juego al siguiente nivel. Tuve mucha suerte de encontrarme con ellos en mi primer año. En el segundo estuve también con Rajon Rondo o Dwayne Wade. Todo eso fue bueno para estar seis años allí, lo que es un sueño para cualquiera y lo fue para mí. Estoy agradecido por todo ese tiempo que Dios me concedió allí. De cómo me hice cada vez mejor jugador y persona. Lamentablemente no pude seguir más tiempo allí, pero siento que hice las cosas bien durante un tiempo.
Publicidad
–Hablemos de Granada. ¿Cómo reaccionó la primera que escuchó ese nombre en verano?
–Para serle sincero, no lo pensé demasiado. Me hizo muy feliz recibir una oferta así, que confiaran en mí incluso durante el proceso de la lesión. Podría haber dudas sobre mi nivel y si podría jugar, y por eso me hizo feliz que se interesaran y quisieran que fuera una parte de esto. Y tan pronto como todo se cerró estuve aún más feliz. Sé que es una gran ciudad, he hablado con gente y solo he escuchado cosas buenas sobre ella.
–Aquello le pilló concentrado con Brasil. ¿Le ayudó Augusto Lima a decidirse?
–No, nadie me ayudó como tal. Sé que él jugó aquí años atrás, pero creo que desde el momento en que escuché que podía jugar en el Covirán, casi que lo tenia claro. Me emocionó mucho. Mi cabeza estuvo rápidamente en Granada. Empecé a pensar en cómo podría ayudar al equipo y cómo podía mejorar esto mi carrera. Es un gran reto para mí, un equipo que está en su primer año en ACB. Definitivamente, un gran reto para el que estoy preparado.
Noticia Patrocinada
– ¿Cómo esta su pie tras la lesión de la temporada pasada?
–Me siento muy bien. Está volviendo a su mejor nivel. Los partidos de la Copa América me han ayudado a mejorar. Me lesioné en febrero y fue lo primero que jugué desde entonces. Los dos primeros partidos estaba un poco cauto, quería controlar lo que hacía, mis apoyos. Pero una vez que pasó ese primer momento, me siento muy cómodo. Sé lo que puedo hacer y estoy casi a mi mejor nivel.
–Lleva mucho tiempo sin jugar solo un partido a la semana. ¿Le vendrá eso bien?
–Ayudará, seguro. Desde el punto de vista de que podré entrenar más y cuidar mejor mi cuerpo, mucho más viniendo de esa lesión. Ayudará porque jugar dos partidos a la semana, con viajes y todo eso, lo dificulta. Pero por otro lado va a ser complicado, hace mucho tiempo que tengo esa rutina. Pero simplemente será cuestión de adaptarse.
Publicidad
–Hay gran expectación en usted. Y en esta ciudad ha habido jugadores grandes extranjeros muy icónicos. ¿Se ve siendo el siguiente?
–Desde luego que es bueno escuchar cosas así, sobre todo cuando llegas nuevo a un equipo. Sé que hay expectativas y todo lo que yo puedo hacer es trabajar muy duro en cada partido y en cada entrenamiento para, con suerte, ser ese nuevo pívot icónico en la historia de esta ciudad.
–¿Su experiencia valdrá para algo más que jugar en la cancha?
–Pienso que la mayoría de jugadores de este equipo saben lo que tenemos por delante y cómo jugar a alto nivel. Desde luego que algunos de ellos necesitan ese apoyo que siempre es de ayuda. Yo trataré de ayudar todo lo que pueda para que alcancen su máximo potencial.
Publicidad
–¿Cuál es su reto en este primer año en Granada?
–Está claro que jugar bien. Eso es lo principal. Pero no solo yo, sino conseguir que el equipo lo haga. Ser competitivos es algo por lo que debemos pelear. Si conseguimos ser competitivos de aquí a final de año creo que tendremos una gran temporada y que querremos más para la siguiente.
–Por cierto, que esta será su primera experiencia en la ciudad... pero bien pudo ser la segunda.
–Sí, pude estar con la selección en la Copa del Mundo de 2014. Ellos jugaron aquí la fase de grupos, incluso algunos partidos amistosos antes. Desgraciadamente fui el último corte de aquel equipo, que tenía pívots de mucho nivel como Nene Hilario, Thiago Splitter, Anderson Varejao y Rafael Hettsheimeir. Todo lo que me contaron sobre la ciudad y la gente fue muy bueno. Ojalá hubiera podido estar en aquel equipo. Era un gran equipo en la pintura y no pudo ser. Teníamos muchos pívots y en la preparación lo disfruté mucho. Está claro que como jugador, quería ser unos de los doce finales, pero no era mi momento todavía.
Publicidad
Altibajos de la etapa NBA: la enseñanza de Gasol y la frustrante jugada con Wade
El periplo NBA de Cristiano Felicio saca lustre a su currículo. Pocos pueden presumir de haber jugado seis cursos en la mejor liga del mundo. Pero da la sensación que el balance del brasileño es, en ciertos momentos, contradictorio.
Se le ilumina la cara al recordar su año 'rookie' en los Bulls. Allí coincidió con Pau Gasol. «Un jugador excepcional», arranca, antes de desglosar su aprendizaje con el de Sant Boi. «Me enseñó cosas sobre el juego, sobre cómo pensar durante el partido, saber dónde colocarme y ser cada vez mejor, no solo para mi sino para los compañeros, así como a leer el partido». Felicio prosigue subrayando cómo progresó como pasador junto al español. «Cuando eres un jugador grande la gente no espera que pases bien y que entiendas el juego. No creen que puedas controlar el partido y él lo hacía maravilla. Hablábamos mucho sobre eso», zanja.
Por otro lado, su etapa norteamericana también le amarga el rostro con alguna anécdota. «Allí la mentalidad es diferente, miran las estadísticas, lo que hace cada jugador. Y yo simplemente jugaba duro, con intensidad, siempre hasta el final, sin prestar atención a eso». Se refiere al día en el que cazó un rebote en el último segundo de una victoria de los Bulls en Cleveland. Con aquella acción, evitó que Dwayne Wade, estrella de la liga, completara un 'triple doble'. «Yo ni sabía lo que estaba pasando», justifica. Aún hoy no se lo toma a broma. «Es un poco frustrante porque desde aquel día mucha gente ha hablado de eso, y se han hecho hasta vídeos», lamenta. Felicio, eso sí, relaja el ceño cuando se le recuerdan sus 'imposibles' clases de portugués a sus compañeros en los Bulls. «¡No creo que fuera tan difícil!», sonríe.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión