Más de 1.000 corredores disfrutan en Armilla de la primera carrera del Gran Premio de Fondo

El complejo deportivo Rafael Machado Villar empezó a abrazar corredores como una abuela recibe a sus nietos tras meses de distancia. Aunque el calendario de carreras en Granada no se detiene con el parón del Gran Premio, muchos rostros conocidos volvieron a saludarse tras un tiempo. «¿Vienes fuerte? ¿Estás corriendo?», se preguntaba en los corrillos. Unos en mejor forma que otros, todos con una sonrisa. Porque a quien le gusta correr le gusta hasta lo de sufrir, mejor o peor preparado.

Se echó en falta la voz ya familiar de Enrique Árbol en la bienvenida. A la atención de su ausencia siguieron varios minutos de retraso que desesperaron a muchos que habían calentado con esmero para luego enfriarse esperando. El dispositivo iba ultimándose mientras la 'speaker' lo disculpaba. Y de repente, un pistoletazo. El Gran Premio quedaba inaugurado y los corredores, apretados como en una discoteca, se lanzaron a recorrer la localidad metropolitana de moda con la cuenta atrás de sus mejores marcas en 10 kilómetros.

El recorrido, de una sola vuelta y de nueve kilómetros y pico en realidad, comenzó con un primer rodeo plenamente urbano y sobre asfalto de carretera, más allá de los impacientes que iban trepando como cabrillas por la acera molestos por la estrechez de las calles armilleras. Los corredores, parte de un 'chorizo' que costó estirar más allá del ritmo frenético de un Manuel Santiago formidable en cabeza, fueron de un lado para otro sumando kilómetros. De aquí para allá, saliendo y volviendo, hasta enfocar la anhelada Base Aérea, el gran aliciente de la carrera. Una vez allí, no obstante, el aliciente mutó en suplicio.

El complejo militar fue una odisea para quienes no le veían el final al asunto, abrumadora su extensión. Apenas los corredores ya de vuelta insuflaban un ánimo que se desvanecía al comprobar que el camino regresaba al corazón de la misma, donde las marchas despedían el esfuerzo ya próxima la meta. Amigos y familiares esperaban el último sprint al abandonar la Base. Cada uno encontró su razón para el do de pecho, más sabrosa si se recompensa con amor.

Persiguió el tiempo Manuel Santiago, que no por estar acostumbrado piensa dejar de hacerlo. El paduleño ha ganado el circuito en sus tres últimas ediciones y quiere la cuarta, esta vez enrolado en el equipo Bewor. En La Industrial completó una semana mágica tras haber sido el mejor andaluz en la Media Maratón de Sevilla apenas siete días atrás. No pudo seguirle el ritmo, aunque lo intentó, Cesáreo Ceballos, ganador de la prueba popular de la última San Antón jienense. «Salimos los dos juntos y, aunque se pegaron algunos más, al segundo kilómetro nos quedamos solos. Fuimos mano a mano hasta el cuarto, antes de entrar a la Base. Aunque noté el cansancio de la Media y me hubiera gustado ir más rápido, estoy muy contento porque todavía no había ganado en Armilla», reseñó Santiago, pletórico, ganador en 31 minutos y 14 segundos. En su mejor nivel en mucho tiempo, espera con ganas la próxima cita de Albolote como antesala del Maratón sevillano.

Entre las mujeres, ausentes Zhor El Amrani o Jessica Petersson, tuvo premio una debutante. Irene Díaz, corredora de 26 años del Clínicas Polisalud, hizo su carrera en solitario hasta acabar con un tiempo de 39 minutos y 44 segundos. «Estaré un tiempo en Granada y quiero recuperar el nivel que un día tuve, sin presiones ni agobios. Intentaré competir todas las pruebas aunque no podré competir por el título al no estar empadronada en Granada», expuso la malagueña. Bienvenida seas, pues. El circuito ya ha comenzado.