El periodista y escritor Fermín Bocos, protagonista del Aula de Cultura de IDEAL el próximo 5 de noviembre, en uno de sus viajes. F. P.

Fermín Bocos | Escritor y periodista

«El viajero debe saber mirar siempre, y disfrutar al hacerlo»

El autor presenta su nueva obra, 'Cuando viajar era descubrir', un recorrido en torno a la aventura de desplazarse y sus protagonistas

Domingo, 2 de noviembre 2025, 00:33

El escritor y periodista cántabro Fermín Bocos (1949) es el protagonista de la próxima edición del Aula de Cultura de IDEAL, que tendrá lugar el ... próximo 5 de noviembre a las 19.00 horas, con el patrocinio de la Fundación Unicaja. Trae bajo el brazo su nueva obra, 'Cuando viajar era descubrir' (Almuzara). La presentación propone una conversación abierta con los lectores de Granada, con referencias a los itinerarios, las biografías y las preguntas que hoy suscita viajar.

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Los escritores se han convertido en algunos de los viajeros más impenitentes de nuestro tiempo.

–Es cierto. Vamos de un lado para otro. Ahora, ser escritor no sólo implica escribir. Significa ver y ser visto. Pero me lo tomo con alegría. Al fin y al cabo, me gusta viajar… (risas).

En nuestra infancia, el más pequeño de nuestros viajes era una aventura. ¿Hemos perdido la inocencia en este campo?

–Yo diría que no. Lo que ocurre es que todo se ha sofisticado, paradójicamente, al mismo tiempo que se ha simplificado. Hace tres décadas, se podía hacer autostop y llegar al otro extremo del mundo si había suerte. Ahora, una agencia puede resolver hasta el más mínimo de tus problemas. Se ha perdido un poco la pulsión inicial. Personalmente, distingo entre turista y viajero. No tengo nada en contra de los turistas; yo mismo lo he sido. Pero es cierto que el deseo de reflejar una visita con el imprescindible 'selfi' ha hecho que a veces acudamos a los lugares no tanto para ver sino para que los demás vean que estuviste allí.

¿Dónde comienza el viaje para el viajero?

–El viajero es alguien que empieza a pensar en el viaje a partir de un libro, normalmente. Es quien empieza a hacerse con los detalles del placer que le aguarda con bastante tiempo, y los paladea antes de vivirlos.

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EVOLUCIÓN

«Los viajes se han simplificado y sofisticado a la vez. Ahora, una agencia lo puede hacer todo»

Hay una cita casi 'chill out' que dice que lo importante no es el destino, sino el viaje.

–El poema 'Ítaca' de Kavafis dice exactamente eso, que lo importante es el trayecto, que no tengamos prisa por alcanzar Ítaca y que disfrutemos de los placeres que un puerto escondido nos puede brindar. Este pensamiento hunde sus raíces en la parte, quizá, más desconocida de la naturaleza humana. Una aventura te puede cambiar la vida, e incluso hacerte casi perderla. En el libro cuento algunas historias, como la expedición británica que partió en busca de las fuentes del Nilo, y en la que el militar John Speke se quedó ciego a consecuencia del ataque de un gusano. Le trataron vertiendo aceite hirviendo en su oído. ¿De qué pasta estaría hecha esta gente, que se recuperó del ataque, de la ceguera, y llegó al lago Tanganika, una de las posibles fuentes del Nilo? Está claro que ha habido viajeros que le han echado mucho valor.

Hoy el mayor riesgo que se corre es asomarse demasiado a un precipicio para hacerse el 'selfi' más atractivo.

–Sí, eso está explicado por el principio de Hanlon, el cual dice que no se puede atribuir a la maldad lo que está provocado por la estupidez.

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En nuestros días, descubrir una ciudad o un paraje ignoto significa automáticamente que este deje de serlo, merced a las redes sociales. ¿Somos peores que elefantes en cacharrerías?

–En el libro hablo de esa peligrosa tendencia a la uniformidad que se está produciendo en nuestras ciudades. La autenticidad que hace de un destino un lugar único claudica en manos del negocio. Hoy, en cualquier ciudad se encuentran las mismos edificios y hoteles modernos, las mismas casas de hamburguesas, pizzerías, los mismos cafés… Es un modelo, más que occidental, norteamericano. La cita que incluyo en el libro es del viajero Wilfred Thesiger, quien en 'Arenas de Arabia' escribe: «El efecto a largo plazo de la cultura americana, que se extiende por todos los rincones, desiertos y valles, será el fin de la humanidad. Nuestra extraordinaria avaricia por las posesiones materiales, el modo en que las alimentamos, la falta de equilibrio en nuestras vidas y nuestra arrogancia cultural nos matará a todos antes de un siglo a menos que antes aprendamos a pararnos y pensar».

EXPERIENCIAS

«La autenticidad que hace de un destino un lugar único claudica en manos del negocio»

¿Qué hoteles prefiere cuando viaja?

–Aquellos que se resisten a la implacable modernidad de la domótica y de los cuartos de baño rodeados de cristales. Prefiero los clásicos, en los que el despertador es alguien de recepción y no el televisor que se enciende inopinadamente y te pega un susto morrocotudo.

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Antes algunos viajaban en busca de gloria y riquezas. Hoy viajamos para demostrar lo ricos que somos. Es un cambio de paradigma curioso.

–Hay que entender que el pasado no siempre fue mejor, y que algunos aspectos del mundo actual lo hacen mucho más habitable. Las razones para viajar en el pasado fueron muy variadas: el reconocimiento, el oro, la fuente de la eterna juventud… Pero también había quien viajaba por el hecho de ponerse en camino. Mucha gente sentía la nostalgia de los países que no había conocido, y ese es un impulso fundamental.

¿Han sido los viajeros románticos sobrevalorados? Porque hacían auténticas barrabasadas, no hay más que mirar la Alhambra...

–La protección del patrimonio de una ciudad como Granada, a la que estoy encantado de volver una vez más, es relativamente moderno, pero a lo largo de la historia ha habido momentos en que se han castigado las agresiones a los monumentos. El viajero debe saber mirar siempre, y sentirse privilegiado por poder hacerlo.

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