Lo más de la arquitectura en Granada
Un vergel en el polígono de La ZubiaEl Jardín de la Copera, diseñado por Tomás García Píriz en colaboración con Elisa Enríquez de Luna, funde el hábitat industrial con la naturaleza y el paisaje de Sierra Nevada
Mayo de 2020. Después de un largo periodo de angustia y confinamiento domiciliario por la covid, Granada inicia el camino hacia la normalidad con la ... incertidumbre de si el mundo sería como antes. Muchas empresas se reinventaron para garantizar su subsistencia. Una de ellas fue la Industrial Copera, que vio la oportunidad de adaptar una parcela anexa a escenario al aire libre. Un proyecto, diseñado por Tomás García Píriz en colaboración con Elisa Enríquez de Luna y Fernando Álvarez, que no ha parado de recibir reconocimientos nacionales e internacionales –ha sido finalista, por ejemplo, de los prestigiosos premios Architecture Master Prize– por la singular manera de fusionar el entorno industrial y el natural con unas impresionantes vistas a Sierra Nevada.
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«El encargo me llegó unos meses antes de que volviéramos a salir de nuestros hogares porque no se sabía qué podía ocurrir con sectores como el del espectáculo», explica García Píriz, que hoy día compagina su faena como arquitecto con la docencia en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Granada. «Había un solar adyacente que servía como entrada para los artistas y como lugar donde fumar un pitillo, una superficie de 350 metros cuadrados que también contaba con una plantación de limoneros y falsa pimienta», agrega Tomás. «Todo ello –comenta– teniendo en cuenta la particularidad del emplazamiento, un polígono, y el hecho de que en las inmediaciones hubiera edificios como una gasolinera o un centro comercial y una explanada que se utiliza como aparcamiento».
Había que tirar de talento e imaginación para resolver el expediente y eso fue lo que hizo García Píriz. Lo primero que planteó fue una perforación en el suelo para habilitar una jardinera donde sembrar más árboles y preservar una hermosa enredadera que había en uno de los muros. «La intervención final consistió en la consolidación del espacio como un lugar envolvente que aísla el interior del exterior para construir un escenario musical único». Así fue cómo nació el Jardín de la Copera.
El acceso se realiza a partir de un gran portón corredor que da paso primero a un hall, con una luz amarillenta hipnótica durante la mañana, y posteriormente a un vestíbulo desde el que se distribuyen los dos grandes ámbitos del Jardín de la Copera:la 'sala' principal y la planta alta donde se sitúa el palco –las vistas a Sierra Nevada son absolutamente espectaculares–.
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El patio se configura en torno a un cerramiento de hormigón proyectado en negro que confiere un carácter entre orgánico e industrial. Un paredón de arboleda se ilumina de noche mediante bombillas ornamentales para generar una atmósfera acogedora. La escena se halla sobre elevada con placas prefabricadas de forjados industriales.La barra del bar tiene un mueble que acoge la escalera que sube hasta la terraza. Unas rayas amarillas rompen la monotonía grisácea del pavimento, generando un interesante juego con el negro de los tapiales –el cromatismo coincide con la imagen corporativa de la Copera–. La capacidad es para unas cuatrocientas personas.
El palco, en la planta superior, permite una visión privilegiada tanto de la pista del baile como de los conciertos. «Un lugar de escape», dice García Píriz, quien optó por alzar el murete perimetral que da a la calle para «recortar el plano y para que las miradas se dirijan a Sierra Nevada». «Un recorrido inmersivo que te lanza hacia el paisaje».
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Oficinas de cartón
El Jardín de la Copera es el primer hito en la nueva etapa de Tomás García Píriz, que está trabajando en interesantes propuestas que darán mucho que hablar en los próximos meses. Entre ellas, la nueva oficina de Cruz Roja, en el Paseo de la Bomba, que se construirá en cartón reciclable. También labora en una vivienda en la parte alta de la Zubia realizada a base de bóvedas de hormigón. A su labor como profesor –y doctor– en la Universidad de Granada suma la de investigación del hábitat troglodítico para, como él mismo dice, «poner en valor esta forma de arquitectura tan característica de la provincia de Granada, describiendo un imaginario propio que todavía está por descubrir y que es muy pertinente en este periodo de crisis climática que nos ha tocado vivir».
Tomás García Píriz, de la hornada del 78, se licenció en la Escuela de Arquitectura de Granada. Se formó también en Madrid junto a Alberto Campo Baeza, autor del 'cubo' de CajaGranada, y en Tokio (Japón), en el famoso estudio Atelier Bow Bow. Su labor es una continua transferencia entre la actividad académica, la experimentación científica y su empeño profesional. Fue cofundador de Cuac Arquitectos, cuyas obras han recibido numerosos premios. Es el caso del Estudio de San Jerónimo 17 y de la sede social de Babydog.
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Según Tomás García Píriz, «la arquitectura en Granada está muy viva gracias a una suma de generaciones cuya producción relaciona con maestría el patrimonio y el paisaje». Y el Jardín de la Copera es el perfecto ejemplo de ello.
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