La Tertulia celebra su '40+1' cumpleaños y Tato Rébora pilota un cambio de rumbo

Sentado en una Tertulia vacía por exigencias del macabro guion que nos han escrito, con el grifo de Cervezas Alhambra recién cambiado, Rébora afirma que «nuestro objetivo es abrir de nuevo cuando sea posible. Originalmente, habíamos pensado en esperar al otoño, pero si la situación, que ahora es muy mala, mejora pronto por la vacunación, podríamos hacerlo antes del verano». Cuando el local abra de nuevo, quien se acerque a él notará varios cambios importantes. Hay que tener en cuenta el hecho incontestable de que La Tertulia ha sido desde siempre un lugar de encuentro, algo que está reñido con el propio concepto de la pandemia. «Somos un local de distancias cortas, por lo que la situación es especialmente dolorosa para nosotros», afirma Rébora. La Tertulia volverá a recuperar ese concepto primigenio, pero solo cuando sea factible:«Tengo clarísimo que la salud de mis amigos, y la mía propia, son lo primero», comenta el gestor cultural.

Así, el primer cambio sustancial va a estar en las personas que quien acuda se va a encontrar deforma permanente. Rébora no se retira, pero pasa, como él mismo afirma, «de propietario a mentor». Será un grupo en el que destaca la presencia de Pablo Rompe, creador de las Jam de Poesía de La Tertulia y poeta, quien se haga cargo del día a día del local. Luego, el mantener una programación cultural diaria con lecturas, conciertos, clases de baile y presentaciones no será una de las prioridades, aunque sí habrá frecuentes actos.

Por otro lado, es probable también que se amplíe el horario de apertura, dejando atrás el concepto puro de 'local de ocio nocturno' con el que siempre se le ha identificado. «La Tertulia será un espacio para el diálogo a cualquier hora del día, aunque no sabemos aún el horario que escogeremos. Será una experiencia interesante que se convierta en un lugar en el que hablar, por ejemplo, de cómo nos ha cambiado la vida esta pandemia, y qué ocurrirá en el futuro con nosotros», comenta 'Tato'.

Ha llegado el momento, en palabras de Rébora, «de programar no solo artistas, sino públicos, permitiendo que grupos de amantes del tango, el flamenco o el jazz puedan tener aquí su punto de encuentro, puedan hablar de sus inquietudes o incluso venir a escuchar y poner su música favorita». También habrá, como al principio, momentos para escuchar un poema recitado desde una mesa u oír una canción cantada desde un rincón, esas entrañables píldoras de emoción que formaron parte del origen de La Tertulia y que supusieron para muchos su primer contacto con el público. «Menos actuaciones de hora y media y más diversión concentrada, sin interrumpir el encuentro entre la gente», como recuerda el artífice de La Tertulia. Se abre, pues, una nueva etapa en la que Rébora, que se confiesa sereno tras haber superado el virus y estar oficialmente jubilado, va a pilotar el nuevo rumbo del local que creó acompañado de un equipo de eficaces copilotos.

La vida cultural no para, sin embargo. En las últimas jornadas ha crecido la inquietud a consecuencia de las cifras de la pandemia, lo cual genera indudable incertidumbre sobre el futuro de los actos culturales. Entre ellos, el Festival Internacional de Tango, que también dirige Rébora. Un evento que la pasada semana animó su venta después de un buen arranque tras su presentación pública.

El gestor cultural se abona al optimismo, amparado por la calidad de los espectáculos que integran la presente edición: «Gardel, Aníbal Troilo, y por supuesto Piazzolla y su especial capacidad para romper esquemas están muy presentes en el programa, como lo están el rock o el jazz. En definitiva, esta es la esencia del tango, un género impuro porque nace de la mezcla inmigratoria».