La tercera vida pública del legado de Ángel Barrios

El legado que pronto volverá a mostrarse en el edificio de los baños árabes de la calle Real de la Alhambra constituye una parte de nuestra historia, que trasciende la de la propia familia Barrios. Ysu historia comenzó cuando la familia Barrios se instaló en la Alhambra en 1886. En el edificio donde muy pronto volverá a verse su legado estuvieron hasta 1934. Aquel inmueble albergó la icónica Taberna del Polinario, cuyo nombre provenía de Antonio Barrios, padre del compositor y apodado así. Aquella taberna se convirtió en punto de encuentro para cuantos viajeros pasaban por el monumento, no solo por su ubicación, sino porque Antonio Barrios, tal y como ha demostrado el investigador Ismael Ramos, pertenecía a una logia masónica, y porque el propio Ángel Barrios ocupó un lugar muy importante en la gestión cultural en los años 20 y 30 del pasado siglo.

El compositor fue además teniente de alcalde del Ayuntamiento de Granada durante la dictadura de Primo de Rivera, lo que le permitió influir en la vida musical de la ciudad. Su capacidad como relaciones públicas quedó patente en todo este periodo, convirtiendo al negocio familiar en punto de encuentro para los componentes de la Edad de Plata granadina. Así continuó siendo hasta 1934, cuando Leopoldo Torres Balbás, conocedor de que en aquel solar se encontraban los baños árabes de la mezquita de la Alhambra, decidió recuperar el inmueble. La adquisición trajo consigo el derribo de la casa, de la que solo se mantuvo el muro donde se ubicaba la entrada del patio, como si fuera una escenografía de ópera, y que hoy testimonia su pasado.

Quedan en los archivos, sin embargo, múltiples testimonios de la vida en aquella casa y sobre todo de su jardín, verdadero santuario con cuyas vistas componía el maestro, y en cuya sombra se cobijó buena parte de la intelectualidad internacional durante medio siglo. El pilar original cambió de sitio, pero sigue siendo un recuerdo palpable de aquel ambiente marcado por el sonido del agua. La reconstrucción de Balbás muestra con nitidez los elementos originales conservados y la recreación del edificio original, por lo que el visitante obtiene una completa visión del monumento.

Es en este marco en el que volverán a exhibirse los documentos del legado de la familia Barrios, donado por Ángela, la hija del compositor, y que se materializó en 1975. Fue el arquitecto Francisco Prieto Moreno quien hizo el proyecto original de la denominada 'Casa Museo de Ángel Barrios', teniendo muy en cuenta los componentes del propio legado, corriendo la musealización a cargo de Manuel Orozco Díaz. Se usaron unas vitrinas antiguas del Museo de la Alhambra, de madera y tapizadas de rojo. Todas ellas acogieron aquella donación de cartas, partituras, fotografías y pinturas. La inauguración oficial tuvo lugar el 26 de junio de 1978. Manuel Ángeles Ortiz, uno de los protagonistas de la colección merced al celebérrimo retrato del músico que ocupa un lugar predominante dentro de esta, recorrió aquella primigenia Casa Museo durante una visita a Granada.

Andando el tiempo, y siendo Mateo Revilla director general del Patronato de la Alhambra, se le encargó a Luciano Rodríguez Marhuenda una nueva musealización, pues este consideró que la conservación de las obras podría sufrir merma por cuestiones como la hermeticidad de las vitrinas, que impedía la aireación de las obras. Tras una profunda y cuidada reordenación musicológica de sus contenidos, en 1991 volvió a abrirse.

En los primeros años de este siglo, se organizaron algunas exposiciones importantes en torno a la figura de Ángel Barrios. La primera en 2007, titulada 'Ángel Barrios. La Alhambra–París. Ida y Vuelta', y  'De teatros, música y amistad. En torno a Ángel Barrios', en 2008, ambas comisariadas por Rafael del Pino. Ambas se realizaron esencialmente con reproducciones de los documentos para no dañar los originales.

La siguiente gran exposición en torno a la tuvo lugar en 2014, y se llamó 'Ángel Barrios. Creatividad en la Alhambra'. Acompañada de un catálogo de lujo, que contó con la firma de expertos como Antonio Martín Moreno, Ismael Ramos, Ignacio Henares o José Antonio González Alcantud, entre muchos otros, hizo una revisión de la obra y la vida del compositor. En aquella exposición se puso en valor la conexión de Barrios con la modernidad, y facetas poco conocidas, como la de su condición de aficionado a la fotografía estereoscópica, de la que posee una gran colección, o su trabajo como compositor de bandas sonoras, como la de 'La tauromaquia' (José López Clemente, 1954) o 'Un fantasma llamado amor' (Ramón Torrado, 1957). También se recuperaron los rollos de pianola que se habían registrado con la obra del autor, y que formaron parte del disco que en 2015 publicó el Centro de Documentación Musical, titulado 'Ángel Barrios. Grabaciones históricas'.

La obra de Ángel Barrios ha sido objeto de estudio continuo y veneración por parte de los melómanos y especialistas. Su extraordinario valor convierte al espacio expositivo que en breves fechas comenzará su tercera vida en un lugar de visita obligada para los amantes de la cultura.