El guitarrista cordobés Rafael Aguirre, durante su interpretación del concierto de Vila-Lobos, con Serebrier en el podio. ALFREDO AGUILAR

La OCG, Serebrier y Aguirre conectan Granada con América en el Festival de la Guitarra

La última gran velada sinfónica de esta edición tuvo como hitos las obras del brasileño Villa-Lobos y el mexicano Ponce, con el gran añadido de Haydn

Viernes, 29 de julio 2022, 00:28

El Festival Internacional de la Guitarra vivió anoche su última gran cita orquestal de este año. Y no diremos que fue la mejor, porque las ... ha habido muy buenas, pero sí que, desde luego, la Orquesta Ciudad de Granada no se tomó la velada como el típico 'bolo de verano' o concierto de fin de curso, sino que ofreció la mejor versión de sí misma. Es obvio que este grupo de músicos precisa de directores que les motiven, con quienes se sientan a gusto. Y anoche, es igualmente obvio, estuvieron muy a gusto siendo dirigidos por ese maestro de maestros que es José Serebrier. En este tiempo en que, absurdamente, la juventud se ha convertido en un valor intrínseco y los directores que no ofrecen cierto tipo de espectáculo no acaparan portadas, observar cómo este músico uruguayo de 84 años dirige con suma autoridad sin realizar un solo aspaviento ni un gesto innecesario, sin dejar entre movimientos más que el tiempo preciso, sin perder el tiempo en sonreír al respetable más allá de lo correcto, es un auténtico goce. La 'finezza' se tiene o no se tiene, y él la tiene.

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Apenas embocó el escenario se dirigió presto al podio para, en apenas unos segundos, iniciar la interpretación de la 'Sinfonía número 49', titulada 'La Passione', de Franz Joseph Haydn. Una obra titulada así por el tiempo litúrgico en que se interpretó, pero que rebosa pasión de la otra, de la que mueve los corazones más anquilosados. La interpretación, magnífica de principio a fin, briosa, sin dejar lugar a la complacencia. Antes del 'Presto' final, cuando el maestro levantó la batuta, muchos músicos le miraban con una sonrisa. Señal inequívoca de complacencia.

La misma celeridad y eficacia que pidió el maestro a la orquesta presidió el rápido cambio de plantilla y la entrada en escena del cordobés Rafael Aguirre, una de las jóvenes referencias en la interpretación de la guitarra, quien, con un elegante esmoquin, atacó el 'Concierto para guitarra y pequeña orquesta' del brasileño Heitor Villa-Lobos. Es esta una obra estrenada por Andrés Segovia, dedicatario de la obra, y que alterna pasajes sombríos con otros muy luminosos. Aguirre conservó su sitio en todo momento, ofreciendo una ejecución perfectamente integrada, académica, y estuvo brillante en los pasajes 'a solo', los que definen el tema principal y sus variaciones, algunas de gran dificultad técnica.

Tras el intervalo, la segunda parte del concierto la ocupó el 'Concierto del sur' del mexicano Manuel María Ponce, una muestra del impresionismo que este recogió de Dukas y sus contemporáneos franceses. Muy interesante.

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