«La 'Séptima' de Beethoven fue creada para un periodo difícil, como el de ahora»
La joven noruega, uno de los grandes talentos europeos, dirige hoy y mañana a la OCG en un programa que invita a la alegría y el optimismo
Viernes, 9 de abril 2021, 02:18
Tabita Berglund tiene 31 años, es noruega y es uno de los grandes jóvenes talentos de la música europea. Así lo certifica una carrera que ... en tan solo seis años (comenzó a dirigir en 2015), y a pesar de la pandemia, camina a paso firme hacia el triunfo. Su reciente paso por Barcelona, donde se puso al frente de la OBC el pasado mes de noviembre, dejó un extraordinario sabor de boca en el que era su debut en el Auditorio de la capital catalana. Con este viento a favor llega a Granada, donde dirigirá hoy y mañana a la Orquesta Ciudad de Granada en un programa muy de su agrado: Chopin y Beethoven.
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–¿Quién es Tabita Berglund?
–Soy una violonchelista que recientemente decidió convertirse en directora de orquesta.
–¿Cuándo pensó por primera vez en la idea de convertirse en directora?
–Bueno, fue un proceso gradual. La verdad es que tenía una vida fantástica como chelista, pero sentía que algo me estaba faltando. Por eso, decidí inscribirme en los Cursos de Dirección en la Academia de Música de Noruega. Recuerdo que en las pruebas de acceso tuve que dirigir a un pianista. Lo hice –era, en realidad, la primera vez que lo hacía–, y me sentí sumamente bien. Hice los cursos y a partir de entonces todo se desarrolló muy rápido:comencé a dirigir en 2015, y he tenido la oportunidad desde entonces de trabajar con las más importantes orquestas de mi país y el resto de países escandinavos, así como en Alemania, Gran Bretaña y Japón.
–¿Cuál es su filosofía como directora?
–¡Tengo varias! (risas). Quisiera ser la directora que me hubiera gustado tener enfrente cuando era chelista. Quisiera inspirar a los músicos, consiguiendo que interpreten de la mejor manera posible, extrayendo lo mejor de ellos mismos. Siempre pienso que todos queremos dar lo mejor cuando nos ponemos frente al público.
–¿Cuáles son sus referentes?
–Hay muchos. No tengo un único favorito. Por supuesto, admiro a los grandes nombres de la escuela nórdica: Esa-Pekka Salonen, Jukka-Pekka Saraste... Ambos son fantásticos, y he aprendido muchísimo viendo cómo dirigen, cómo se desenvuelven. De entre los clásicos, me gusta mucho Carlos Kleiber; quizá sea mi favorito. Y luego, Claudio Abbado. Su personalidad y la forma que tenía de relacionarse con los músicos es inigualable. Conseguía que las orquestas quisieran tocar bajo su dirección una y otra vez.
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–Es una aspiración que, creemos, es, o debiera ser común entre todos los directores.
–Desde luego. Además, esa capacidad para comunicar y para hacer sentir la música es palpable, incluso, en sus grabaciones. Si pudiera ver que en el futuro voy a tener una relación con los músicos como la que tenía Abbado, me sentiría muy dichosa.
–Obviamente, conoce a Klaus Makela, el director invitado de este año en el Festival Internacional de Música y Danza.
–(Cara de asombro) ¿En serio? No lo sabía. Es un gran director.
–Va a dirigir a la OCG, la Orchestre de Paris y la London Symphony Orchestra.
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–Bueno, eso es fantástico. Me siento muy feliz de compartir orquesta con él este año... (risas).
–La escuela nórdica de directores está en plena ebullición...
–Bueno, él es finlandés, que conste... (carcajada). Sí, es cierto que la Academia Sibelius forma a grandes directores de orquesta desde hace décadas. Y no es solo la manera de formar directores: es la manera de conseguir que las orquestas progresen, y unos y otros crezcan.
–¿Qué piensa su familia a propósito de su dedicación?
–Mis padres son arqueólogos, detectives del pasado, y están muy felices al ver cómo me dedico a algo que verdaderamente me gusta tanto.
Compromiso
–¿Qué ha encontrado al llegar a Granada?
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–Bueno, es la primera vez que trabajo con la OCG. Al ser la primera vez que vengo, no hemos tenido tiempo de conocernos con la profundidad que me gustaría. Por eso, quiero volver... (risas). Pero, en esta primera toma de contacto, me he encontrado con músicos muy comprometidos con su trabajo, que me han comprendido muy bien, que tienen el objetivo de ser cada vez mejores. Estoy muy feliz con esta actitud que han demostrado. Han sido muy amigables y me han dado una bienvenida muy cálida.
–Van a interpretar ustedes un programa muy alegre.
–Así es. Comenzaremos con el 'Concierto para piano y orquesta número 2', de Chopin. Es la apoteosis del romanticismo, con el autor locamente enamorado. Es una obra maravillosa. Y luego, haremos la 'Séptima' de Beethoven. Es la primera vez que dirijo esta sinfonía, que estaba en mi 'lista de deseos' desde hace tiempo. A día de hoy, es mi sinfonía favorita de Beethoven. Es pura energía, bailable, divertida, emocionante... Lo curioso es que cuando se compuso, Viena vivía un periodo difícil de aislamiento, como el de ahora, por la guerra. Cuando terminó dicho aislamiento, obviamente, la gente era feliz, y la 'Séptima' fue la manifestación musical de aquella felicidad. Hoy pienso que también podría ser una manifestación de la felicidad que tendremos cuando la pandemia termine.
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