Adolfo Domínguez, diseñador y escritor. FERMÍN RODRÍGUEZ

Adolfo Domínguez: «Puedes ver si la historia de un país está bien escrita leyendo sus mejores periódicos»

Entrevista con Adolfo Domínguez, diseñador y ahora escritor, quien ha presentado en Granada su más que probable única novela 'Juan Griego'

Jueves, 30 de enero 2020, 17:01

Adolfo Domínguez (Puebla de Trives, Orense, 1950) es uno de los nombres propios más reconocibles de la historia reciente de nuestro país. Durante años, fue ' ... el' diseñador, a secas, líder de una generación que revolucionó la moda española. En su faceta empresarial, creó un imperio que, como todos, ha pasado por momentos de fortuna dispar, pero que sigue manteniéndose varias décadas después de su génesis. Ha vivido tanto que ha necesitado 700 páginas para contar, no la historia de su vida, sino la de un ser, Juan Griego, que en su existencia encierra el pulso de una época en Latinoamérica. Hace unos días pasó por Granada para presentarla.

Publicidad

Este es un libro diferente a lo común, muy original.

–Fíjese que ser original fue la última preocupación que tuve. No valoro la originalidad. Estoy harto del siglo XX y de los románticos. Me siento más a gusto con los ilustrados, en el siglo XVIII. La originalidad romántica es un desastre. Si hay algo que es bello, déjalo estar. Juan Bolea y Luis García Montero consideraron el libro muy original, y me gusta que me lo digan. Mi presentador en Vigo dijo que «los personajes hablan como príncipes». Como amante de Shakespeare, entendí la referencia de inmediato. Pienso que el principado no se lleva en el apellido, sino dentro.

Además es complejo, con una 'dramatis personae' muy amplia.

–Me encantan las 'novelas-río': 'Guerra y paz', 'Los hermanos Karamazov'…

Es una obra que destila realismo mágico, puente entre la literatura hispanoamericana y la fecunda tradición del relato de su tierra natal.

–Es el libro de toda una vida. Durante muchos años he dedicado mi tiempo libre a escribir esta historia, porque me encanta escribir. Me produce tal vértigo que es como si viviera una existencia paralela. No me interesan las novelas de pocos individuos. Se descubre mejor al ser humano cuando se mira por la ventana y la luz se descompone en un prisma de matices. Una novela es eso. La novela es tal solo si logra crear personajes vivos, si no, es ensayo u otra cosa. Mi obsesión es dar vida a los personajes.

Personajes, por cierto, que dialogan con una viveza inusitada.

–El diálogo es el motor de la trama, como en las obras de Shakespeare o en 'El Quijote'. Aunque es una novela de ideas, tiene fácil lectura porque está escrita en verso libre, algo que está fuera de tiempo. Es muy densa, pero se desliza mejor con la música del verso. Mi primer código es el 'verso de sentido' de William Carlos Williams. La inteligibilidad. Por eso, hago frases sencillas: sujeto, verbo y predicado, sin pasarme con los adjetivos. Y metáforas solo si te colocan en otro lugar, como la música de Bach. No hay que olvidar que fue la música la que construyó el protestantismo, porque Lutero era un burro.

Publicidad

Lo que cuenta es un viaje del héroe.

–Sí, un poema épico en tono menor.

¿Quién es Juan Griego, su protagonista?

–La voz narrativa. Un personaje muy enraizado en los acontecimientos de mi vida y en mi experiencia más cercana. Aún así es ficción. Es un militar, pero un militar leído, con mucho oído, muy atento, que mira al resto de personajes por la ventana sin intervenir en sus vidas. Es como un cristal, como un junco. Vive un tiempo turbulento –idóneo para la novela, 'La Cartuja de Parma' empieza en Waterloo, y 'Guerra y paz' con la invasión de Rusia por Napoleón-. Las grandes novelas se construyen en tiempos muy complicados. Y esta comienza con un levantamiento de niños ricos en una ciudad opulenta, como fue Buenos Aires.

Es un testigo privilegiado del golpe de Videla y de la Guerra de las Malvinas.

–Tiene una vida muy movida. Un ser humano puesto al límite puede, como personaje, dar su mejor versión, en lo más sublime y en lo más perverso.

Publicidad

¿Cómo conoció esta Hispanoamérica que describe?

–Tengo tiendas allí, y he recorrido mucho sus calles. Y como el protagonista, me paso la vida mirando por las ventanas, y oyendo. Apunto rápido todo lo que me llama la atención. Hay frases que dicen un mundo, como esa que dice Juan Griego: «Yo también le corté el rabo a las lagartijas de pequeño». Es un comportamiento muy sádico. Somos capaces de amar y de matar. No hay individuos malos ni buenos, la violencia y el amor están dentro de nosotros.

Villanos

Hispanoamérica estuvo tan llena de villanos en el periodo descrito que era difícil distinguir a quien no lo era.

–En los países en los que hay un punto de fracaso, todo es susceptible de empeorar. Cuando alguien debe pelear por la supervivencia, aflora lo malo. Un tigre puede convivir con otros animales en un árbol si no tiene hambre. En Bogotá vi un árbol gigantesco en un restaurante, que se describe en la novela, había un puma conviviendo con otros animales. Y no se peleaban. Yo pregunté por qué. Y me respondieron: «Porque están hartos». Solo generando riqueza y distribuyéndola se alcanza la paz civil.

Publicidad

¿Cuándo empezó a interesarse por la escritura?

–Muy pronto. Comencé escribiendo diarios en mi adolescencia; luego me aburrí de mi mismo para siempre. Fue entonces cuando empecé a mirar las ventanas, y así he seguido hasta hoy. O quizá me analizo a mí mismo viendo a los demás, que es la mejor manera de entenderse. Volví a escribir en la Transición, tras regresar del extranjero.

¿De dónde obtuvo la inspiración para narrar los hechos que cuenta?

–De la prensa. Casi todo lo que cuento sucedió realmente.

¿Rompió mucho?

–Muchísimo. Esta novela era mucho más larga, pero se quedó en las 700 y pico páginas que tiene, y creo que es un acierto. Hoy, la presión de las editoriales, que necesitan producto, y de los lectores, que necesitan consumirlo, hace inviable que un escritor pueda dedicar a su obra el tiempo que le he dedicado a esta. Estamos ante una 'cultura kleenex', de usar y tirar. Vivo albergado en Mozart, en Bach, en la música alemana del XVIII.

Publicidad

¿Cuáles son sus referencias en lo literario?

–Lo que leí toda mi vida: Shakespeare, 'El Quijote', 'Pedro Páramo'… Luego añado a Tolstoi y a algunos más, pero pocos.

En 'Juan Griego' hay personajes reconocibles, incluso por su nombre, y otros de nombre simbólico, como Rodrigo Borja…

–En algunos casos dibujo a compañeros de existencia, y en otros aglutino a varios de ellos en un solo personaje. Mi hija Tiziana me dijo en un momento: «La vida es variada, pero la ficción es ordenada», e incluso me cambió el orden de algunas escenas.

Noticia Patrocinada

La Guerra de las Malvinas, que describe, ¿ha sido la más absurda de la época contemporánea?

–Todas lo son. Y ahora el pánico nuclear ha encapsulado muchas de ellas, evitando, paradójicamente, que vayan a más, por el miedo. La de las Malvinas tapó un inmenso fiasco.

¿Cuál es su método de escritura, y qué puntos en común tiene con su método para diseñar?

–Soy minimalista. Tuve buenos profesores, y uno me dijo una frase difícil de olvidar: «En la difícil escalera de la belleza, el último peldaño es la sencillez». Tengo esa norma. Y me quedo con lo escrito, siempre. Pienso que las obras de Shakespeare forjaron la nación inglesa mucho más que la propia realidad.

Publicidad

La prensa está muy presente en la novela. ¿Qué le inspira?

–La he leído siempre, y lo seguiré haciendo. La novela en el XIX tuvo un papel fundamental para conformar la cultura. El cine lo ha tenido en el siglo XX. Pero no podemos olvidar que la mejor prensa ha escrito la novela de nuestros días. Puedes ver si la historia de un país está bien escrita leyendo sus tres o cuatro mejores periódicos. Siento un inmenso respeto por los periodistas, y ha habido grandes escritores periodistas: García Márquez, Galdós…

¿Hasta qué punto los muchos vaivenes de su vida han influido en su forma de escribir?

–Mucho. Me he dejado la piel en la vida. Como se la dejaron Cervantes, Stendhal… Todos los grandes. El entretenimiento puro no dura, no resiste el transcurso del tiempo. El oficio de escritor solo se entiende si desvela el otro lado de las cosas, y las novelas y las poesías que están en el canon son las que revelan el otro lado de las cosas. Por eso, agoté todo lo que tengo que decir en esta novela, y no creo que haya otra.

Publicidad

¿Y qué le inspira Granada?

–Literatura. Es cuna de grandes escritores y poetas. Siempre que vengo aquí lo disfruto muchísimo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad