Paloma Fantova. ALFREDO AGUILAR

Póker de damas en el Manuel de Falla

JORGE FERNÁNDEZ BUSTOS

Lunes, 13 de septiembre 2021, 01:35

Si hay una actuación que se cuidó con mimo e interés en el festival flamenco Milnoff, gracias al empeño de su director artístico, Pepe Luis ... Carmona, fue la del sábado en el Auditorio Manuel de Falla. Cuatro bailaoras de carácter bailaron más que bien a pesar del cuadro que las arropaba. Se trata de Karime Amaya, nacida en México, sobrina nieta de Carmen Amaya, Belén López, de Tarragona, Gema Moneo, de los Moneo de Jerez, y Paloma Fantova, de Puerto Real, Cádiz, que compusieron el espectáculo 'Cuatro remates'.

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Las primeras bulerías, que entroncaron con jaleos extremeños, como es lógico, sirvieron de presentación. En conjunto, por separado o por parejas iba cada cual dejando su impronta y su garra rebosante de energía, de compás y flamencura. Desde un primer momento se advirtió algo en la música que no funcionaba bien, a pesar de que se paliara ampliamente con la personalidad y la entrega de las bailaoras. Y la cuestión es que por separado cada uno de los músicos sonaba como es debido, pero el fárrago del conjunto era evidente. Si vienen tres cantaores que no tengan los tres el mismo colorido en la voz y que se entiendan entre ellos. Las guitarras y el bajo tampoco conjuntaban en todo momento. Por otro lado, estaba la percusión y el teclado que, todo unido, digamos, no estaba a la altura que estas cuatro bailaoras de primera fila precisaban este sábado.

Tras unos tangos, con solos de excepción por parte del bajo, de la caja y de las guitarras, que se acordaron de Paco de Lucía, principió su baile Gema Moneo, imponiendo su elegancia por seguiriyas de negro y plata. En segundo lugar, impuso su presencia Karime Amaya por alegrías, de blanco, como está mandado, con detalles étnicos, reivindicando su origen sudamericano. Si de Gema destacaron sus manos (maravillosas), de Karime resaltaron sus pies. En realidad, las cuatro gozaban de una técnica y de un juego de pies encomiable que, unido a la belleza plástica y al prisma visceral que las tilda, no hay más que quitarse el sombrero y besar las tablas en que bailaron.

Otra incursión por fiesta del bajo y teclado (tañidos por el mismo) y la percusión, da paso a Paloma Fantova que hizo entrega de un taranto repensado y con argumento, para pasar en su ecuador por un buen surtido de tangos con mandil negro y pañoleta de lunares. Para terminar, Belén López, la más libre de todas, dio rienda suelta a su rabia contenida por soleá y bulerías, en las que sacó a los cantaores 'alante', bailó ampliamente el silencio, tan solo compás y concedió un amplio margen a la improvisación. Terminó la noche reuniéndolas de nuevo a todas por bulerías.

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