Jaime Siles, el ganador del Premio de Poesía García Lorca, en la Alhambra. P. A. G.

JAIME SILES - POETA Y PREMIO LORCA

«La poesía tiene un componente civilizador desde la democracia ática hasta la actualidad»

El valenciano comenzó su trayectoria insertado en Los Novísimos, y atesora una producción literaria donde resplandece el respeto a la forma

Sábado, 18 de octubre 2025, 00:37

El poeta valenciano Jaime Siles (1951) se ha alzado este año con el Premio Internacional Ciudad de Granada Federico García Lorca de Poesía en su ... vigésimo segunda edición. Vinculado estrechamente a Granada por lazos de amistad, de compañerismo generacional y por su frecuente presencia en el Festival Internacional de Poesía (FIP), es uno de los más conspicuos representantes de una poesía fuertemente anclada en la tradición, pero que no es inmovilista, sino que vive el presente y mira hacia un futuro que para muchos es incierto.

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¿Era usted consciente de que estaba en las quinielas para ganar el premio?

–Supe que el año pasado estaba, pero este año no me lo esperaba, sinceramente. Cuando se hizo público el fallo estaba sobrevolando Alemania, y cuando me localizaron para comunicarme que había ganado, fue para mí una auténtica sorpresa, gratísima además.

Además de la sorpresa, ¿cuál fue su primer pensamiento?

–El García Lorca es un premio que se presenta por sí solo; basta evocar el nombre que porta. Granada es una ciudad única en el marco de la poesía española. Lleva siglos proporcionando autores de primera fila, una tendencia que continúa hasta hoy y se proyecta hacia el futuro. Además, todos los premiados con anterioridad son autores a los que he conocido, tratado personalmente en algunos casos, y que he admirado sin distinción.

Usted conoce muy bien está ciudad, y se ha vinculado con ella de múltiples formas. Además de su presencia habitual en el FIP, este año ha participado en el Proyecto Navagero, de puesta en valor del soneto creado en la Alhambra.

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–Que se acordaran de mí para este proyecto ha sido un honor. Cuando la profesora Remedios Sánchez me invitó, recorrí la Alhambra despacio, hicimos una grabación preciosa y he dejado un soneto que, según he sabido, ayer mismo publicó IDEAL, el cual refleja mi unión con un espacio que considero único. Sin el encuentro en Granada de Boscán y Garcilaso, está claro que la historia de la poesía habría sido bien distinta.

¿Estamos dejando de lado la importancia que tiene la forma clásica en la expresión poética?

–Soy un enamorado de la tradición. He escrito un ensayo sobre el poeta Thomas Eliot defendiendo este concepto, y en el caso de las formas fijas, para una persona que ha vivido una cuarta parte de su vida en otras latitudes, pienso que estas dan un sentido al idioma, no sólo a la poesía. En mi generación hay artífices de la talla de Antonio Carvajal, Jenaro Talens o Fernando de Villena, entre otros, que han cultivado la métrica de forma admirable. Granada ha mantenido la tradición a un nivel elevadísimo.

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EXPERIENCIA

«Leer ante varios centenares de alumnos en Granada fue un momento inolvidable»

Cuando usted comenzó a publicar, en torno a los primeros 70, ¿qué era escribir? ¿Un grito de libertad? ¿Una declaración de intenciones?

–En aquel momento, la cultura tenía prestigio, y cumplía una misión social importante. Tanto los autores de posguerra como los del exilio y los del 50, habían mantenido la poesía como una suerte de sistema moral, más allá de un instrumento de resistencia al régimen. Quisimos conectar con la gran tradición occidental, interrumpida tras la guerra civil, y para ello era imprescindible conocer otros idiomas, salir afuera a la búsqueda de nuevos lenguajes. Nuestra voz fue un grito de libertad y una nueva formulación de la realidad.

Usted ha ido más allá de las sensaciones –tema monográfico de mucha poesía actual– para arriesgarse a describir paisajes.

–Siempre he otorgado una gran importancia a los entornos como elementos configuradores del ser humano. Me he mantenido fiel tanto al paisaje centroeuropeo como al mediterráneo, uno presente cuando me encontraba trabajando en Austria, Alemania o Suiza, y el otro que me encontraba cuando volvía, y que llevaba siempre conmigo. Trabajé durante años en un libro sobre el paisaje en la antigüedad clásica y su representación poética y clásica.

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También se habla de su poesía reflexiva, meditada.

–Creo firmemente en la palabra. La cultura de la Antigüedad era una cultura de la palabra. Esta es fundamental para la convivencia social y para conseguir una democracia consensuada. El consenso, desde la democracia ática hasta hoy, se logra mediante el diálogo, y la poesía tiene un componente civilizador desde entonces hasta hoy. Empezamos a dialogar con nosotros mismos, y luego con los demás. Y eso nos hace crecer como sociedad.

Este mismo año, leyó poemas en Granada ante varios centenares de alumnos. ¿Qué recuerdos guarda de esa experiencia?

–Ha sido una de las mejores de mi vida, sin duda. No sólo por la excepcional actitud de escucha que mostraron, sino por las preguntas nada baladíes que me hicieron. Los profesores les habían preparado para disfrutar, y lo hicieron, porque la palabra puede ser una gran fuente de disfrute.

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