Los planos del Banco de España descubiertos en un desván de Granada
Patrimonio ·
La familia de José Jiménez Huertas, uno de los constructores de la gran transformación de Granada, dona al Colegio de Arquitectos 88 proyectos, entre ellos edificios históricos, apilados en una alacena y que se hallaron por casualidad en un desalojoEsta es la preciosa historia de José Jiménez Huertas, uno de esos personajes que, gracias a su trabajo y empeño, permiten explicar cómo fue el ... gran cambio urbanístico que experimentó Granada en el primer tercio del siglo XX. José se levantaba todos los días bien temprano para venir andando desde Pulianas, donde vivía, hasta Granada, donde trabajaba. Con sus primeros sueldos se compró una bici para hacer más llevaderos esos doce kilómetros diarios del trayecto de ida y vuelta. Era uno de los mejores albañiles en plantel –posiblemente el mejor–. Y su buen y mucho hacer no pasó desapercibido para sus jefes, que en 1910 le ofrecieron el puesto de maestro de obras en el edificio Campsa de la Gran Vía, que quedó vacante tras el fallecimiento del titular.
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El bueno de José no tardó en montar su propia empresa constructora y recibir decenas de encargos por todo Granada. Entre ellos, inmuebles tan señeros como el Banco de España, en la mismísima Gran Vía, o como la Monumental de Frascuelo en Doctor Olóriz. Era tal su entrega, relatan con emoción sus nietos Agustín e Inmaculada Morales Jiménez, que según les contaba en casa su madre Dolores, «tenían que llevarle todos los días la comida a la plaza de toros (que se erigió en el tiempo récord de un solo año) porque no podía perder ni un solo segundo». Desgraciadamente la parca se acordó de José demasiado joven y se lo llevó cuando tan solo tenía 54 años.
Pero José, como buen contratista, fue documentando todo lo que hacía–llegaba a pintar él mismo dibujos a carboncillo–. Un material que se guardó primero en la casa familiar y tras su venta, en 1978, en un desván de Cerámica Árabe San Isidro, el negocio que tenían los Morales Jiménez en la plaza de San Isidro. Y allí permaneció durante muchos años. Nadie echó cuentas de aquellos documentos, apilados en una de las alacenas de la tienda. Hasta que en 2017 los Morales Jiménez tuvieron la necesidad de desalojar todo lo que había en aquel bajo para entregárselo a su nuevo propietario. «Pusimos la cerámica en un sitio y los papeles en otro», explica Inmaculada que, acostumbrada a manipular archivos en el Centro de Documentación Musical de Andalucía, donde trabajaba, no tardó en cuestionarse si aquello era importante. «Especialmente cuando vi planos como los del Banco de España», asegura.
Valoración del hallazgo
Y así fue como contactaron con un amigo, Gustavo Romero Clavero, a la sazón secretario del Colegio de Arquitectos de Granada, para que realizara una primera valoración del hallazgo. «Vino a los pocos días con su coche, porque nos apremiaba vaciar el local, y se los llevó a su estudio». «Nos dijo que los trasladaría al Colegio para hacer una peritación más especializada», recuerda Inmaculada. En ese instante, aquellos rollos de papel olvidados en un almacén 'se convirtieron' en un impresionante legado de 88 proyectos como el Banco de España –en total 362 documentos–, pero también de otras edificaciones emblemáticas de aquella Granada que pasó de la antigüedad a la modernidad gracias a la apertura de la Gran Vía de Colón.
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José Jiménez ejecutó proyectos de algunos de los mejores arquitectos de la época como Ángel Casas o Secundino Zuazo
La encargada de llevar a buen puerto todo el proceso de donación de este preciado tesoro es la vocal de Cultura del Colegio de Arquitectos de Granada, Macarena Fernández Casanova. «Las cajas, que contenían fundamentalmente planos y fotografías de proyectos de Ángel Casas, José Giménez, Secundino Zuazo, Marcelino Bordoy, Fernando Villalba y Rodríguez Orgaz, llegaron hasta el colegio en enero de 2020, aunque el acto de aceptación, que fue muy entrañable, no se realizó hasta junio de 2021», comenta Macarena Fernández. Un periodo de tiempo en el que José Antonio Sánchez, Laura Barbero y Carmen García, becarios de la Biblioteca 'COAJ', del Colegio de Arquitectos, han trabajado con denuedo, y con el condicionante de la covid, en la ordenación de un material que estaba en unas condiciones muy deficientes.
Lo primero fue la limpieza de todos los legajos con una máquina aspiradora especial, dice Macarena Fernández. «Se hizo de la forma más respetuosa posible para su conservación». «Se ha tratado de buscar el equilibrio –prosigue la representante del Colegio– entre el saneamiento y evitar los daños a la fibra de papel». Posteriormente se llevó a cabo un inventario para tener un conocimiento general de todo lo recibido. Respecto al futuro, está prevista una digitalización de estos fondos, en colaboración con la Biblioteca de Andalucía, para que puedan ser consultados fácilmente por investigadores o doctorandos. Lo último será la organización de una exposición, cuya fecha aún está por concretar.
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Testimonio de la Historia
Ricardo Hernández, profesor de la Escuela de Arquitectura y director del Secretariado de Patrimonio Inmueble de la Universidad de Granada, manifiesta que este legado «es un testimonio de enorme interés de la Historia de Granada en la primera mitad del siglo XX». El primero de los documentos que ya obran en poder del Colegio de Arquitectos está datado en 1911 y el último en 1941. Estamos hablando, según Ricardo Hernández, de la época en que Granada experimentó su mayor transformación gracias a la apertura de la Gran Vía, «donde se invirtieron todos los beneficios provenientes de la próspera industria remolachera de la Vega por parte de la nueva burguesía». Se aprovechó también para sanear la antigua medina y para hacer una vía de grandes dimensiones a la manera de Haussmann (París) en el centro histórico. Con el 'ladrillo' también se lograba algo muy importante: se creaban puestos de trabajo, una 'musiquita' que sigue sonando hoy día.
¿Cómo eran esos 'bloques' que construían empresarios como don José Jiménez Huertas? Pues no tiene más que darse un paseo por la Gran Vía, espectacular en estas fechas del año, para comprobarlo en primera persona. La fisonomía exterior de las edificaciones no ha sufrido variación por imperativo del planeamiento y las normas de protección.
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Muchas de las fincas eran de renta. O sea, destinadas a la generación de beneficios para los promotores en forma de alquileres. Además, se diseñaban con bajos comerciales con la misma finalidad, obtener ingresos. Ahí se instalaron muchas entidades financieras, aunque la más importante era el Banco de España, que se ubicó en la parcela donde estaba el Convento de los Ángeles. También estaban dotados con servicios como ascensores –en la Gran Vía se instalaron los primeros elevadores automáticos de Granada– o agua corriente.
Ricardo Hernández explica que, desde el punto de vista constructivo, se aplicaron todos los avances del momento, como muros de carga de ladrillo en vez de pilares y pórticos. Respecto a los elementos horizontales, se pasa de las vigas de chopo de la Vega a estructuras metálicas con bovedillas de revoltón. Además, en la planta baja siempre se colocaban columnas de fundición –muchas fabricadas en los talleres Castaño de Granada– similares a las que había en el diario Patria y que Jiménez Torrecillas mantuvo en el Centro José Guerrero –calle Oficios–.
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Siguiendo la estela de esas grandes ciudades europeas a las que Granada aspiraba a parecerse, se impone un estilo modernista, pero extraordinariamente descafeinado. Más bien se podía hablar de una especie de eclecticismo que, en muchas ocasiones, respondía directamente a los deseos de quienes promovían los edificios. Es el caso de Gran Vía, 40, diseñado por Ángel Casas y ejecutado por José Jiménez Huertas, con una vocación historicista y regionalista, simetría, orden vertical de huecos combinados con dinteles con arcos y torreones laterales que marcan la composición.
El alma de don José Jiménez Huertas, «ese hombre que se hizo a sí mismo», como dice con orgullo su nieta Inmaculada, sigue paseando en aquella bicicleta por esa Granada que miraba al futuro. Por la Gran Vía, por la avenida de la Constitución, por la Vega... don José sigue pedaleando para, como antaño, llegar siempre el primero a la obra.
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A las órdenes de Secundino Zuazo
El legado del constructor José Jiménez Huertas contempla un total de ochenta y ocho proyectos de los más afamados arquitectos de la época. Entre todos ellos, el más importante es el edificio del Banco de España diseñado por Secundino Zuazo, el autor de los Nuevos Ministerios en Madrid y de la prolongación del Paseo de la Castellana hacia el Norte.
Es el único inmueble de la Gran Vía que tiene jardín delantero, que por algo era el Banco de España.La fachada principal es clásica con orden corintio, un estilo que se desvanece en los laterales hasta la trasera que da a la calle Elvira, que es moderna.
Entre los edificios más destacados de la Gran Vía ejecutados por José Jiménez Huertas, se hallan el número 40 y el bloque que hay enfrente de la Subdelegación del Gobierno.
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