Armando Segura, en su estudio. ALFREDO AGUILAR
Armando Segura, Catedrático emérito de Filosofía

«La más pequeña de las mentiras coloca al otro fuera de lugar»

Uno de los pensadores más respetados de las últimas décadas publica 'Los caminos de la comunicación', una honda reflexión sobre este tema

Viernes, 12 de agosto 2022, 00:11

Armando Segura (Barcelona, 1938), catedrático emérito de Filosofía de la Universidad de Granada, es autor de más de una veintena de obras centradas, desde una ... perspectiva histórica, en la Teoría del Conocimiento y la Epistemología. Kant, Hegel, Tomás de Aquino y Heidegger son algunos de sus referentes. Colaborador habitual de IDEAL, acaba de publicar 'Los caminos de la comunicación' (Letragrande), una amplia obra donde reflexiona sobre una realidad que hoy rige el mundo de una u otra forma.

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En la portada del libro un hombre mira las constelaciones. ¿La comunicación se ha convertido en un mapa galáctico donde es fácil perderse?

–La cantidad de información que manejamos hace que a veces las personas sintamos una cierta angustia. Pero ciertamente, este maremágnum que supone la Creación envía señales, con un mensaje y un contenido lógico. Esta es la idea fundamental del libro. Ese contenido lógico es un lenguaje emitido por alguien. Si todo el sistema de señales que es el universo nos permite subsistir, lenguaje, lógica y matemática son el entramado de la vida. Con este libro, pretendo hablar a las personas interesadas en la cultura, a los científicos, y hacerles ver que fe y razón no solo no son incompatibles, sino que están mutua e íntimamente implicadas. Arsuaga, por ejemplo, soslaya en su más reciente libro algunas preguntas claves en la creación. No le interesa el 'para qué' de las cosas ni el 'por qué'. Es como el tren eléctrico, es una maravilla, pero no va a ninguna parte. Esto es la ciencia sin filosofía. Hawking dice que la ciencia no necesita a Dios para nada. Bueno, a no ser que nos dé el aliento para resolver una ecuación de segundo grado... La pregunta humana nos exige saber más.

¿La comunicación humana se vició el día que se inventó el eufemismo, antecedente de lo políticamente correcto?

–El lenguaje tiene su fundamento en el trabajo. Fue la petición de ayuda de un ser humano para conseguir objetivos que le sobrepasaban lo que motivó ese grito original, ese gesto. Lo políticamente correcto, que ha existido en todos los periodos democráticos, tiene su origen en la retórica, en el persuadir de lo que no es. El lenguaje tiene un alma que es la intención, el lado moral. El lenguaje es poder. En estos días estoy leyendo 'Stalin' de Isaac Deutscher, y he descubierto cómo, siendo un pueblerino sin formación intelectual, fue capaz de jugar con su posición política y engañar enmascarando la verdad, con las consecuencias de todos conocidas. Engañar es un crimen. La más pequeña de las mentiras coloca al otro fuera de lugar, provocando consecuencias negativas para esa persona, su entorno y la sociedad en su conjunto.

«Si lo que se ansía es progresar a costa de la verdad, el fin justifica los medios. Y no es así»

¿Es otro de los errores más habituales ese sobreentendido, ese aparentar que estamos al corriente de todo?

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–Dar por entendido supone callar cuando el otro habla. Quien habla dogmatiza desde una posición aparentemente dialogante. Esto, más que engañar, es imponer.

–Informarse y formarse es necesario. Pero, ¿dónde está el límite entre información y ruido?

–Internet nos ha cambiado la vida. La cantidad de información que emite es imposible de asimilar. Es preciso tener criterio para seleccionar las fuentes, comparar y tener referentes seguros. Internet es un cosmos no hecho por Dios, sino los humanos. Y entre nosotros hay de todo, buenas y malas intenciones.

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Dice en el libro que «para ser bueno y sobrevivir, es necesario ser más inteligente que la media estándar». ¿Se entierra la bondad bajando esa media estándar?

–En el mundo en general, pero muy especialmente en los países latinos, tanto en la enseñanza primaria como en la secundaria y la superior, está ocurriendo esto. En España, se viene haciendo desde 1969, cuando se empezó a aplicar la Ley General de Educación de Villar Palasí. Desde entonces, el proceso de bajada de nivel ha sido constante y progresivo. Lo más positivo de esa tendencia es que cualquiera puede llegar a la universidad, y cualquiera puede ser lo que quiera, pero luego no va a tener acomodo en el mercado laboral. La juventud lo tiene difícil para encontrar trabajo. Aunque hay datos positivos: hay un millón de jóvenes en la Formación Profesional, algo no conocido en muchas décadas. Hay que orientar a la gente para que haga lo que le gusta, no lo que esté de moda.

«Hay que orientar a la gente para que estudie lo que le gusta, no lo que esté de moda»

La verdad matemática es algo incuestionable. Pero han surgido otras muchas: la judicial, la factual, la política... Tantas verdades no pueden ser ciertas a la vez.

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–La verdad es una, pero es como estas personas que cada día cambian de atuendo o de gesto. Hay una verdad física, química, astrofísica, cuántica... Si descendemos a lo humano en cuanto a tal, la verdad es algo tan simple como decirla. Si tú dices la verdad, la tienes toda en lo que a ti respecta. Es lo máximo que puedes aportar. Pero si lo que ansías es progresar a costa de la verdad, el fin justifica los medios. Y el fin nunca justifica los medios.

¿Existe hoy, entonces, una comunicación limpia?

–A nivel político no, desde luego. La Ley de Secretos Oficiales es la ley de secretos de toda la vida. La información sobre los grandes acontecimientos de la historia está toda por desclasificar. En realidad, no sabemos nada. Si pretendemos encontrar el sentido de la vida y la felicidad en lo que nos dicen, mal vamos. Ese sentido está en uno mismo.

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Totalidad, veracidad y conciencia son los 'a priori' de la comunicación. ¿Qué implica su aplicación?

–Totalidad va ligada con solidaridad en lo humano. Todo está conectado con todo. La conciencia es la condición humana por excelencia. Sin conciencia no hay noción de verdad, y esta es la condición para entenderse y entender al otro.

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