El origen 'desconocido' de la Alhambra

No obstante, no tenemos referencias ciertas de una ocupación de esa época, ni históricas ni mucho menos arqueológicas. Algunos investigadores han querido ver en algunos de los restos de construcciones de sillares que existen en la alcazaba parte de una antigua fortificación del siglo VI d.C., mandada construir por los visigodos cuando la ciudad de Eliberri ya se encontraba en franca decadencia en la frontera con las tropas imperiales bizantinas, asentadas en la franja litoral y en algunos puntos del interior.

Alimenta además esta hipótesis la supuesta aparición de la placa conmemorativa de la construcción de la iglesia de San Juan Bautista, otra dedicada a San Vicente y la tercera a San Esteban, financiadas por Gundiliuva en el lugar de Nativola, al abrir los cimientos de la iglesia de Santa María de la Alhambra. Existen dudas de que el epígrafe apareciera realmente en este lugar y no que fuera traído hasta aquí para justificar una presencia cristiana previa a la invasión arabo-beréber y la construcción de la Alhambra. Lo cierto es que las excavaciones arqueológicas que se hicieron en las primeras décadas del siglo XX y más recientemente en el 2002 no encontraron restos de la supuesta basílica visigoda.

Es muy posible que de existir una ocupación previa a la Edad Media fuera muy testimonial, cuyos restos debieron quedar ocultos debajo de las obras de fortificación en la Edad Media.

Lo cierto es que la primera cita en las fuentes árabes es como Qala Al-Hamra, es decir el castillo Rojo, en el contexto de la guerra civil o fitna entre árabes y muladíes de Elvira en el siglo IX. Esto significa que las primeras construcciones serían de esta época, aunque en este punto, tampoco existen pruebas arqueológicas que los puedan asegurar de forma rotunda.

Es a partir del siglo XI, doscientos años antes de que se levantaran los palacios nazaríes, cuando encontramos datos más consistentes. En el momento del traslado la población de Medina Ilbira a Granada, fue necesario desarrollar un ambicioso programa defensivo que anulaba las deficiencias que suponían la existencia de cerros elevados dentro del recinto de la medina que podían competir con el alcázar zirí, integrándolas como puntos destacados donde se construyeron pequeñas fortalezas conectadas con la muralla urbana: así ocurrió en el cerro del Mauror, con Torres Bermejas, y en la Sabika con una primera fortificación que se circunscribía a la actual alcazaba, el hisn al-Hamra.

A su vez la alcazaba Qadima y la colina Roja quedaron unidas por medio de un pasillo defendido por dos lienzos de muralla (la coracha) que ascendía por la ladera desde el puente de los Tableros, la conocida Bab al-Difaf, alcanzando hasta el flanco norte de la alcazaba. Por tanto, sería obra de los ziríes la primera gran reforma como recinto defensivo urbano, atribuido al impulso del visir judío Yusuf Ibn Nagrela.

Esta primera fortaleza tenía una planta triangular, similar a la actual, pero de unas dimensiones más reducidas, con entrada por el extremo occidental, es decir, en el espolón más saliente que mira hacia la ciudad. A los pies de la Torre de la Vela aún se conservan los restos de la primitiva puerta, reformada en el siglo XII, con una estructura muy parecida a la puerta urbana de Elvira: su acceso era complejo, con paso directo a espacios abiertos en rampa que permitían controlar la entrada y compartimentar la defensa, garantizando un perfecto control del paso. Para el arqueólogo Carlos Vílchez, una vez superado el acceso, en lo que hoy es el patio de armas, se localizaría un aljibe y un baño –que se corresponden con los actuales– y un espacio diáfano, muy distinto al actual, que lo ocupa el barrio castrense de la alcazaba, ya que sería un patio de armas sobre el que se asentarían las tropas en construcciones efímeras o en tiendas de campaña.

De la primitiva fortaleza zirí se conserva el basamento de algunos de los torreones que luego fueron reconstruidos en época nazarí y se caracterizan por ser pequeñas torres de flanqueo, macizas, próximas entre si y levantadas con un tapial de cal y canto muy resistente.

Este recinto estaba unido a su vez a la muralla urbana, que descendía hasta la Bab al-Handac, o puerta del Barranco –sustituida en época cristiana por la Puerta de las Granadas– para ascender de nuevo hasta conectar con el complejo defensivo de Torres Bermejas, muy distinto al que hoy conocemos.

Y ¿qué hay del mítico palacio del visir Yusuf Ibn Nagrela? ¿Existen restos arqueológicos que puedan confirmar su existencia en la Sabika? No parece que existan restos de dicho palacio y es probable que su casa ni siquiera estuviera en la colina sino cerca del alcázar zirí, donde corrió a refugiarse cuando se produjo el pogrom del año 1066, aunque es cierto que los mismos ziríes alimentaron la leyenda de la existencia de importantes tesoros ocultos por los hebreos granadinos.

En cualquier caso, lo que sí es cierto es que antes de que Muhammad I fundara la Alhambra en el siglo XIII ya era un lugar de una importancia notable dentro de la ciudad de Granada. Desde entonces la arquitectura militar dio paso a la arquitectura áulica con palacios, jardines y una ciudad palatina.