Los órganos de Granada tienen 44 manos nuevas para tocarlos
Un grupo de 22 alumnos se han formado durante un curso para evitar el deterioro de muchos de estos delicados instrumentos por falta de uso
El patrimonio organístico de Granada es inmenso, y ha sido objeto de estudio en libros especializados, como el de Inmaculada Ferro y Antonio Linares, 'Órganos ... de la provincia de Granada', donde se ha contado la historia de muchos de ellos. En esos capítulos de su historia está su origen, su etapa de esplendor y también su decadencia y abandono. Algunos se vendieron con el cambio de uso de los conventos y se fueron lejos de nuestra tierra. Pero aún quedan muchos, bastantes de ellos restaurados y en relativo buen estado, pero necesitados de manos que los toquen.
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Eso es, precisamente, lo que ha conseguido el I Curso de Órgano Litúrgico, que ha dirigido el musicólogo y también organista Reynaldo Fernández Manzano, y que se ha desarrollado durante los últimos nueve meses, con clases teóricas y prácticas tanto en la Abadía del Sacromonte como en la Catedral y la Escuela de Magisterio de 'La Inmaculada'. Son 44 nuevas manos, de 22 alumnos, las que han realizado un curso que para ellos ha sido gratuito, gracias a la colaboración desinteresada de un impresionante claustro con casi una veintena de profesores, entre los que se encuentran organistas, compositores, organeros y musicólogos. Entre ellos estuvo, precisamente, Inmaculada Ferro, quien dirigió además el concierto de clausura en la Abadía.
En el perfil de alumnos hay un poco de todo, desde catedráticos de la UGR hasta monjas de conventos que tienen un órgano que no suena y quieren que vuelva a hacerlo. Aficionados a la música, titulados superiores en Piano que no habían tenido la oportunidad de trabar contacto con este instrumento... La mayoría de alumnos son granadinos, pero algunos se han desplazado, con un considerable esfuerzo, desde la vecina provincia de Almería, para asistir a las sesiones del curso, en el que ha colaborado el Arzobispado. Como afirma el director del curso, «nuestro patrimonio organístico necesita del componente humano. Se han restaurado instrumentos por parte del taller de organería de Francisco Alonso o por la Junta de Andalucía, como fue el de la Colegiata de San Justo y Pastor, pero el paso del tiempo los está estropeando. La falta de uso hace que las teclas se atranquen, se desafinen los registros, se acumule el polvo en los tubos... Los órganos, además de un mantenimiento adecuado, necesitan uso, el uso litúrgico para el que se construyeron».
Por ello se puso en marcha este curso, para dotar a los alumnos de las herramientas que permiten usar el órgano en las ceremonias sagradas. «En algunos conventos, aunque tenían el órgano restaurado, las monjas tocaban el armonio porque su falta de conocimientos sobre el órgano hacía que no se atrevieran con él», comenta Fernández. «Gracias a este curso, en conventos como San Antón, Santa Isabel la Real o la Magdalena han vuelto a sonar».
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El curso no ha estado exento de alicientes. «Subir al órgano de la Catedral, ver cómo funciona por dentro y su historia fue una experiencia muy interesante para los alumnos», añade. El repertorio ha sido muy variado: desde canto gregoriano y acompañamiento, música medieval y renacentista, barroco, contemporánea... «A los alumnos se les ha facilitado mucho material, desde partituras digitalizadas hasta estudios de interpretación crítica, para que profundicen donde quieran», añade. Así, originales anotados por Rafael Puyana o Wanda Landowska han sido algunas de las manejadas por los alumnos.
Compañeros
El catedrático de Historia y Ciencias de la Música de la UGR, Miguel Ángel Berlanga, y la abadesa del Convento de San Antón, sor Pilar Montoro, han sido dos de los alumnos del curso. Berlanga había acompañado al órgano algunas ceremonias. «Estudié piano, aunque no lo acabé, y luego me introduje en el órgano por mi cuenta, aunque lo tenía abandonado», asegura. «Granada tiene muchas posibilidades para hacer uso de su patrimonio organístico, que está bastante desaprovechado. Después de este curso, me he animado a prepararme y tocar el órgano de la iglesia de San Ildefonso, y haremos la misa de los domingos a las 11.00 con un cantor y el pueblo», añade. «Sobre todo, he profundizado en mi conocimiento de las distintas etapas del órgano, del antiguo al romántico, pasando por el barroco y el moderno, así como nociones de acompañamiento, los modos del gregoriano... Cuestiones que había estudiado en la carrera, pero a los que he encuadrado en una dimensión más práctica», finaliza.
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Por su parte, sor Pilar Montoro, quien se inició en la música tocando el clarinete en la Banda de su pueblo de origen, Huétor Tájar, antes de profesar, utilizará los conocimientos aprendidos para poner en uso el órgano de su convento. «Valoramos mucho este instrumento porque todo el oficio divino se hace con música, siempre que es posible, con armonio o con órgano. La abadesa que había cuando profesé tenía el empeño de ofrecer siempre lo mejor a Dios, y por eso facilitó la construcción del instrumento, a cargo de unos organeros franceses, y está en el convento desde 1996», comenta. «Me ha impresionado el aprecio que se tiene al órgano, y si el hecho de que lo toquemos ayuda a acercar a quienes acuden a la iglesia a su sonoridad, será algo fantástico».
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