Ogíjares y la noche más larga del flamenco
El Festival Nacional de Cante celebró su 45 cumpleaños con un homenaje a Curro Albaicín, y figuras como El Pele o Antonio Reyes hasta muy entrada la madrugada
Eduardo Tébar
Domingo, 1 de septiembre 2024, 14:02
El Festival Nacional de Cante Flamenco de Ogíjares es un evento grande y especial, de datos redondos. Y este año aún más. Anoche celebró un ... aniversario imponente: 45 años. En un Parque San Sebastián lleno de aficionados, con un aforo previsto de 2.000 entradas. Y un homenajeado clave en Granada: Curro Albaicín. Todo en la cita ogijareña resultó tan tremendo y excepcional que, fíjense, la gala comenzó todavía en agosto y terminó casi al ser de día, inaugurando este mes de septiembre.
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Como recordó el alcalde de Ogíjares, Estéfano Polo, esta epifanía anual de lo jondo fue declarada en 2021 Acontecimiento de Interés Turístico por la Junta de Andalucía. El Nacional de Cante está organizado de forma conjunta por el Ayuntamiento 'cachurro', a través del Patronato Municipal de Cultura, y por la peña Eva Yerbabuena, cuyos primeros socios iniciaron esta historia hace más de cuatro décadas con modestas aportaciones.
Siempre elegante, con bastón y sombrero, Curro Albaicín fue el primer protagonista de la velada. El presentador del acto, José Antonio Corpas, que le dedicó el poema 'Gitano de ojos azules', alabó la postura de «que los homenajes se hagan en vida». A Francisco Guardia Contreras lo bautizaron las zambras y los tablaos como Curro Albaicín. Es la memoria viva del Sacromonte. Y allí, en su legendaria cueva, sigue recibiendo a cabales y curiosos. Ha vivido. Y a ratos cuenta lo que sabe y lo que debe.
«Curro encarna la palabra 'artista' de los pies a la cabeza. Él tiene el duende, la musa y el ángel, y eso es muy difícil de encontrar. Ha rescatado un montón de historia, de cantes y bailes que, sin su labor, hubieran desaparecido. Estamos ante uno de los últimos mohicanos del flamenco de nuestra tierra, junto con su prima Mariquilla», destacaba Corpas, que revistió de lírica cada una de sus intervenciones. La propia Mariquilla aplaudía emocionada en la primera fila. Curró Albaicín se mostró agradecido, en «uno de los mejores festivales que hay en España».
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Alrededor de las once de la noche arrancó el largo atracón de actuaciones. Todas ellas embellecidas en la enorme y cuidada escenografía, inspirada en la cerámica de fajalauza granadina. Segundo Falcón, sevillano de El Viso del Alcor, demostró su profundo conocimiento de los cantes con un afinadísimo soniquete. Hilvanó la soleá de Triana con la soleá petenera con eco 'morentino'. Ay, la sombra de Enrique Morente sobrevoló de manera constante en el festival. En este y en prácticamente todos los certámenes flamencos. La dimensión del añorado Ronco del Albaicín es incalculable. Falcón brindó a Mariquilla una ronda por fandangos, aupado por el toque raudo y fino de Paco Jarana.
A continuación, El Pele, el esperado genio de Córdoba, que fue calentando la voz poco a poco. Al final se atrevió a cantar sin micro al filo del escenario, rematando con piezas populares de su repertorio, como 'Pañolillo que te di' y 'No hay chusquela'. Manuel Moreno Maya tiene al menos un disco de esos que se pueden tildar de revolucionarios, 'La fuente de lo jondo' (1986). En Ogíjares, el califa del flamenco compareció con un ropaje ambicioso: la guitarra de El Niño Seve y el violín de Emilio Martín, además de las palmas.
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El Pele goza de aura de artista superior. Era como si su gorra y su traje blanco interactuasen con su voz. A sus 70 años, ya no se suelta como un caballo desbocado, pero sabe templar su garganta y deslizar su hondo cante. Su cuadro se encendió con las malagueñas de La Peñaranda (con las que Morente inició su discografía en 1967) y los cantos de Frasquito Hierbabuena. Discurrió, por ejemplo, por la 'Elegía a Ramón Sijé' de Miguel Hernández, por fandangos de Lucena y por las alegrías de Beni de Cádiz. Triunfó.
También se llevó un baño de aplausos Kiki Morente, que va ganando hechuras en su cante. Iba muy bien protegido por las guitarras del madrileño Joni Jiménez (reciente Bordón Minero) y el motrileño Carlos de Jacoba, que incluso se arrancó a cantar sin perder el dominio de las cuerdas. Kiki se basta con el cuaderno de notas de su padre: la malagueña de Chacón, la soleá de Mairena o de Cobitos, 'La leyenda del tiempo' o los obligados tangos que devienen en tributo familiar.
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Antes del receso, el baile de Agustín Barajas y su cuadro. Luego, la jovencísima sevillana Reyes Carrasco, que fue toda una revelación. Como una Niña de los Peines de este siglo. Una voz ya hecha, bien timbrada, que corona con facilidad los tercios. Y, sí, se le desparramaron los flecos de Morente, que culminó con 'La estrella'. Puso en pie a un público ya algo agotado a las cuatro de la madrugada. Un horario que no logró rebajar demasiado el brillo del chiclanero Antonio Reyes, que cuenta con un prodigioso caramelito en la garganta y era una de las figuras más anheladas del cartel.
Empezó por soleá y picoteando zambras, hasta llegar a los célebres tangos de Camarón ('Rosa María) y dejarse fluir por bulerías. Reyes tiene algo que se vende caro, como el gol en el fútbol, y es ese carisma personal. Y unos alfilerazos únicos que sabe clavar en el alma de los que lo escuchan. Ogíjares es una fiesta.
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