El nuevo disco de Miguel Ríos toma el título de un poema de Ángel González. JAVIER SALAS

«Creo en el ser humano. Aunque esté en uno de los peores momentos, vencerá»

Miguel Ríos, cantante y compositor ·

El músico granadino regresa con 'Un largo tiempo', un trabajo emotivo, austero y sobrio que sale estos días y que tocará en diciembre en Granada

juan jesús garcía

Viernes, 7 de mayo 2021, 00:43

Para una generación el rock and roll es una forma de estar en la vida. De vivirla, verla y contarla. Sin fecha de caducidad. Donde ... la experiencia sí suma en positivo. Con 30 discos ya editados (según Discogs.com), Miguel Ríos sigue teniendo la necesidad de cantar lo que observa, pleno de facultades y lucidez, la de la memoria como punto de vista. Y lo hace con 'Un largo tiempo', un disco que toma el título de un poema de Ángel González y lo devuelve a la actividad, certero, valiente y emotivo, también austero y sobrio como nuestro Johnny Cash que es. Sale estos días y lo tocará en diciembre en Granada.

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–¿En qué momento le dijo a Nortes –productor español– 'adelante, vamos a por ese disco'?

– No recuerdo exactamente, pero tuvo que ser después del último concierto del Symphonic Ríos en Córdoba en julio del 19. Con Jose Nortes pasa algo curioso que transciende el hecho musical, y es que le creo. Le creo como músico, pero, sobre todo, como persona. Es una de las mejores personas que he conocido en mi vida y me fío de él. Llevamos tocando juntos desde 'Solo o en compañía de otros', y desde entonces, en casi todos los escenarios que me he subido, ha estado a mi lado. Es un gran performer. Es una pila voltaica a la que me enchufo en cuanto noto que decaigo. La idea del disco salió, creo, por trabajar juntos. Por seguir disfrutando de la experiencia.

–Ha pasado de la gran orquesta a una austeridad muy desnuda… tan Johnny Cash, ¿esa sinceridad sonora era lo que necesitaban estas canciones?

–Hicimos las canciones porque queríamos repetir la experiencia de un concierto benéfico que tocamos para la campaña de Navidad de RTVE en 2014, con el mismo trío con el que hemos grabado 'Un largo tiempo': Jose, Luis Prado y Edu Ortega. El concierto lo retransmitió Radio3 y lo recuerdo como muy emocionante. Partimos de esa propuesta, de esa idea estética, y de ahí nacieron las canciones. Es una propuesta algo espartana, para mi biografía musical, pero nos ha salido un disco cálido y sensible, creo.

–Tejido acústico y natural perfecto para sus dotes de baladista intenso...

– Bueno, no tan intenso. ¡El intenso de mi generación es Raphael! (Risas) Pero sí, las canciones las hemos tratado sin los edulcorantes de mis años de Hispavox. Pretendidamente rugosas, como la piel de la gente que retratan, que son como yo, mayores sin reparos, pero con sentimientos eternos. Cundo digo sin reparos, me refiero a envejecer.

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«El sálvese quien pueda está instalado desde hace décadas. La covid es su consecuencia»

–Hacemos la entrevista el día de las elecciones madrileñas, que ponen al día el cuadro de Goya 'Duelo a garrotazos', ¿vamos bien?

–Ha sido una campaña a cara de perro. Bueno, la mayoría de los perros tienen mejores sentimientos, a tenor de las diatribas que hemos escuchado estos días en la ciudad que alguna vez fue «rompeolas de todas las Españas». Mi canción 'La estirpe de Caín' está inspirada en estos tiempos convulsos y tramposos, en los que otra vez «las liebres corren por el mar». Lo malo es que la gente, y no precisamente de derechas, compra una ideología que no ampara lo común.

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–Chaves Nogales, en sus crónicas de los años 30, relataba ya lo que iba a pasar noventa años después. Desde luego, no parece que aprendamos…

–No, aprender no parece ser lo nuestro. Pero esto no va de España, o no solo. Por desgracia, la ideología ultraliberal se ha empeñado en normalizar la desigualdad, la injusticia social, y lo hace sin tapujos y con burdas mentiras, sin pudor, segregando y condenando a la inmensa mayoría de la humanidad a vivir en la pobreza.

–Con la covid hemos rozado el 'sálvese el que pueda', ¿tan fina y superficial ha sido nuestra civilización construida en miles de años?

–El sálvese quien pueda está instalado en el planeta desde hace décadas. La covid es su consecuencia. La humanidad evoluciona de forma dicotómica. Por un lado, se avanza en todas las disciplinas del conocimiento, y, por otro, el retroceso en el reparto de los beneficios de ese conocimiento entre la mayoría de la sociedad es evidente.

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«Mi propia fragilidad sale en las canciones»

–¿Qué fue del 'con tu quiero y mi puedo vamos juntos compañero' del gran Luis Pastor? ¿Se quedó en el siglo XX, como la canción de 091?

–El romanticismo y la solidaridad empezaron a perderse con Reagan y Thatcher, cuando se empezó valorar, sin ningún rubor, la primacía del mercado por encima de las personas. Creo que ese fue el 'momento en el se jodió el Perú, Zabalita'. Y la canción de los Cero, lo cuenta muy bien.

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–Me consta que le ha gustado el libro 'Sapiens' de Harari, ¿estamos volviendo al mono, hipertecnológico eso sí, pero simio a fin de cuentas?

–Lo explica muy bien el libro, que es apasionante. Aunque parezca lo contrario, no hay retorno. Todo es evolución, aunque hay que explicar que nuestra andadura como especie se ha basado en patrones ideológicos que nos hemos ido inventando hasta llegar a, casi, comprender de una forma empírica la historia de la humanidad. Yo, a pesar de lo contado hasta aquí, creo en el ser humano; aunque esté en uno de los peores momentos de la vida del planeta, vencerá.

–Buena parte de las canciones de este disco reflejan ese sentimiento de fragilidad como especie que estamos viviendo…

–Los años te permiten mirar con la perspectiva que te da tu propia experiencia. Te dices cuando te pones a escribir un tema, que hagas como siempre: intenta contar qué ves, qué sientes, qué piensas. Así ha sido siempre. Ahora es mi propia fragilidad la que sale en las canciones. Como antes fue la energía la que mandaba.

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–No sé si se siente un 'pantera gris', pero hay otras muy solidarias y emotivas con sus coetáneos, con esas tan malsonantemente llamadas 'clases pasivas'.

–El sentimiento de clase es algo que me gusta, lo mismo que me siento identificado con el valor colectivo de mi generación, que en su enorme mayoría está en la jubilación. Me gusta que sigan peleando, que sigan haciendo historia.

«Ahora es mi propia fragilidad la que sale en las canciones. Como antes fue la energía la que mandaba»

– Hay una serie, 'Treme', que refleja la importancia identitaria de la música para la ciudad de Nueva Orleans post Katrina, y es un continuo homenaje a sus músicos mayores. ¿Por qué nuestra cultura ha prescindido tan radicalmente de los méritos acumulados?

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–Gran serie. La recuerdo con admiración. La música popular norteamericana, tan mestizada e influenciada por todas las culturas que la han configurado, siempre es inspiradora. Nosotros, mis coetáneos, al abrazar el rock and roll tuvimos parte de culpa del cambio de paradigma. Por eso, creo que la gente que hemos vivido ese cambio, tenemos argumentos para la resistencia.

Compasivo

–En 'Memphis-Granada' pasa revista a algunos de los suyos, pero sin nada de nostalgia, solo recuerdos documentales en el tiempo: '¡libertad y rocanrol, una ola planetaria salvó a mi generación'!

–Sí, hay sentimientos con los que no me siento cómodo. La nostalgia es uno de ellos. Soy partidario de la memoria y, después de mucho flagelo, aprendo cada día a ser compasivo con mi propia historia

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–Por cierto, que hay que ver cómo cambian de manos algunas palabras…

–(carcajada) ¡Trump ha hecho mucho daño! Pero no hay que alarmarse porque es 'Libertad a la madrileña'. Así que el resto de ciudades puede seguir reivindicando la libertad de pedir una sanidad pública gratuita y universal, una escuela pública no segregada y a luchar por que no se instale en sus mentes lo más rancio del franquismo disfrazado de libertad.

–Después de oír sus respuestas, caigo en la cuenta de que muchos de sus colegas suelen ponerse de perfil y evitar comprometerse. Usted no se corta, ¿es cosa de la edad, que hace prescindibles los filtros y autocensuras?

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–Hace mucho tiempo que me siento libre para opinar. Eso sí, con el debido respeto a quien no piensa como yo.

–Canta a Ángel Gónzalez, pero salvando las distancias, la mencionada canción casi podría llamarse 'Para que yo me llame Miguel Ríos'.

–Salvando muchas distancias, querido amigo. Me representa más y mejor el poema de Ángel González que cualquier tema que haya escrito en mi vida. Estoy orgulloso de haber musicado ese poema que es una obra maestra. Recuerdo a Ángel recitándolo con su inigualable maestría y agradezco a su viuda, Susana Rivera, que nos autorizara a ponerle música.

«Hace mucho tiempo que me siento libre para opinar. Con el debido respeto a quien no piensa como yo»

–Si Robert Johnson se hubiera encontrado actualmente con el maligno en una rotonda, donde no se puede parar, ¡la historia del rockandroll hubiese sido diferente! … Por lo que canta no fue su caso (risas).

–No creas que no lo he pensado. Solo que el diablo, como ha dicho quien sabe de eso, no existe, o no me ha hecho caso. Con 'Cruce de caminos' quería hacer un tema divertido que descargara un poco el peso dramático de alguna de las otras canciones. Otro tema que busca ese efecto de divertimento, es 'A contra ley la historia de Jesse James'. Recomiendo, a quien no la haya visto, una serie de ocho episodios que dan en Movistar, llamada 'Country', sobre la historia de la música de este género.

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–Se ha puesto muy de moda el término psicológico resiliencia, pero los protagonistas (incluso en primera persona) de sus historias lo son 'avant la lettre'. Son fajadores, supervivientes y siempre dignos… personajes que me recuerdan a los de la oscarizada 'Nomadland'.

–Todavía no he visto 'Nomadland', hasta que no me ponga la segunda dosis de la vacuna, no me permito salir mucho. Pero sí, mis personajes, los inventados y los reales, tienen ideología y la dignidad es su meta.

–'Por San Juan' y 'Esplendor en la hierba' son deliciosas, ¿el que tiene es porque tuvo?

–Las dos canciones están sugeridas por dos piezas literarias de diferente registro. 'Por San Juan' se inspira en un artículo de Manuel Vicent del mismo título que publicó en 'El País' hace unos años, y en su libro 'Lecturas con daiquiri', editado en Alfaguara. El imaginario mediterráneo de Vicent me facilitó el ambiente del tema. 'Esplendor en la hierba' son los labios de Natalie Wood recitando el poema de Wordsworth en aquella película que tenía mismo título, y que perturbó mi primeros días madrileños. Aunque no soy partidario de la nostalgia, sí lo soy de la belleza.

–En muchos discos hace canciones ajenas, en éste también, ¿para cuándo se guarda el clásico disco –entero y solo– de 'favoritos'; el 'Grandes Éxitos de Otros', en título de Niños Mutantes?

–¡Pero si eso lo he estado haciendo siempre! Pillando de aquí y de allí. No sé cuantas colaboraciones tengo en mis cuerdas vocales. Ya lo hacía en 'Qué noche la del año'. Por hacer, hasta he hecho una versión muy molona de 'Mutante', el himno de los Niños ídem, que anda perdida en el limbo de Peligros, (The Hart of rock&roll en Granada). No sé, en serio, no tengo planes. En unos días cumplo 77 tacos, ahora solo se trata de sobrevivir a lo que venga.

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–Vuelve al directo… Pepe Risi cantaba 'bajo los focos soy como un dios', ¿el 'feedback' escénico y el aplauso son los mejores estimulantes sin química que existen?

–Un delincuente, de cuyo nombre no quiero acordarme, dijo, no hace mucho, que era un yonqui del dinero. Yo me descubro yonqui del aplauso. Sí, es adictivo eso de que la gente te quiera. Como decía Kiko Veneno: «Está muy bien eso del cariño»

–Y ahora, que ha cogido carrerilla…

– No, yo de correr ya nada. Los bolos, sentados y no demasiado seguidos (risas).

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