«El mundo entero ha entrado en una sala de urgencias»

–Su libro comienza con evocaciones del frío, ese que el cambio climático nos ha hurtado en buena parte.

– (Risas) El frío es metafórico. Por desgracia, el frío climatológico todavía podemos combatirlo, pero ese frío del que hablo es puro desamor y soledad que se te cuela en el alma. En el libro parto de una mirada que va de dentro afuera, para terminar a la inversa. Luego, el frío climatológico, es indudable, produce cierta sensación de soledad.

–En su poemario se mezcla el 'Beatus ille' con 'El cantar de los cantares'.

–¿Usted cree? Quizá. Al final, son los lectores quienes te descubren lo que has escrito, haciendo suya la obra. En 'Mundo fantasma', la búsqueda del amado simboliza esa que tenemos todos. Queremos llenar nuestro vacío, abandonar la soledad. Todo lo que necesita un ser humano es otro ser humano. Nuestro mundo está atravesado por la soledad, ese efecto invisible del neoliberalismo al que hace referencia la cita inicial del libro, que es de Juan Carlos Rodríguez, mi maestro.

–Entonces, ¿su idea es 'recuperar al otro'?

–Sí, sobre todo cuando, como ahora, está aislado y desamparado. Estamos en unos tiempos de ruptura de vínculos. En épocas de prosperidad, la soledad toma cierto prestigio, porque se confunde con la independencia. Hace décadas todos queríamos vivir solos; hoy no. Solo la soledad del escritor es un privilegio necesario.

–Alma, fe, libertad, paz... Son conceptos rotundos que aparecen salpicados en su obra.

–Esas palabras forman parte de mi credo. Son palabras mayores, que hoy en día están falsificadas. Y no aparece la democracia, porque está bajo mínimos. En esa parte del libro, que titulé 'Grandes Palabras', afirmo que todos o gran parte de los conceptos que me han hecho crecer como persona están muy deteriorados. Hablar de absolutos hoy es peligroso. La historia de la Humanidad está llena de creencias absolutas que han desencadenado males. Por eso, trato de recuperar una fe perdida en que todo puede cambiar para bien.

–¿Podría haber terminado el tiempo de la poesía, ahogada en medio de esa sociedad embrutecida que describe en algún pasaje?

–La poesía no tiene un tiempo, no es un espacio cerrado; no tiene respuestas, solo preguntas. Y sí, la violencia está a la orden del día. ¿Dónde está el humanismo que nos ha servido para crecer como personas? Hemos entrado en un individualismo que ralla en el comportamiento adolescente. Mis hijos me dicen que los compañeros de clase no se prestan los apuntes. Juan Carlos Rodríguez decía que «ya solo nos salvamos uno a uno, porque el sistema nos está dejando solos». Antes de la pandemia, ya estábamos inmersos en la sociedad del cansancio. El sistema ha conseguido invisibilizar la muerte, el Mediterráneo se ha convertido en una fosa común. Para mí, la pandemia no es sino consecuencia de este planeta tan dolorido. El mundo entero ha entrado en una sala de urgencias.

–Hace un esfuerzo de autodescripción en uno de sus poemas.

–Nunca me he creído del todo lo del 'yo'. ¿Somos seres independientes? Cada persona somos muchos seres contradictorios. Yo soy todas esas Mónica, y cualquier persona, a no ser que no se mire o lleve una vida totalmente satisfactoria, es varias personas.

–El virus le va a hurtar la posibilidad de presentar el libro.

–Yeso me aflige. Me gustaría que este y otros aspectos del libro se debatieran y se rebatieran, y además, me encanta leer en público. Pero bueno, espero poder presentarlo cuando esto pase.