Miguel Ángel Cortés juega en casa
Acompañado de su aventajado alumno Hugo del Pino, el guitarrista granadino desplegó toda su artillería en la Peña La Platería
Jorge Fernández Bustos
Granada
Miércoles, 4 de agosto 2021, 01:01
Tanto como las sagas familiares en Jerez, en Granada no se concibe el mundo de la guitarra sobre todo sin referirnos a unos apellidos y ... su estirpe. Primero fueron los Ovejilla y después los Habichuela y los Marote, pero también los Cortés o los Córdoba. Corredores de fondo de la guitarra sacromontana, Paco y Miguel Ángel Cortés, llevan rellenando el espacio del acompañamiento al cante y al baile desde los años 70 del siglo pasado.
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Hace años ya que el pequeño de los hermanos partió a Sevilla para impregnarse de otros aires, para arropar a cantaores de sombra alargada, como pueden ser Esperanza Fernández, Arcángel o Rocío Márquez (por no hablar de Mercé o Morente), y para volar en solitario con su guitarra 'alante', o sea, de concierto, dejándose seducir por la vanguardia, por el jazz, por la contemporaneidad en una palabra. Hoy en día Miguel Ángel Cortés es aclamado por sus seis cuerdas y reclamado por su creatividad y riesgo, por su apuesta versátil y por su poder de comunicación.
Ayer, en la Peña flamenca de La Platería –donde se ha criado, confiesa, «desde que tenía pantalón corto»–, dentro del V Festival Internacional de la Guitarra de Granada, y acompañado por su aventajado alumno Hugo del Pino, Miguel Ángel Cortés desplegó toda su artillería, haciendo alarde de su velocidad y su limpieza; y demostrando con creces su puesto en el panteón guitarrístico actual.
Arranque con una jácara
Remedando el concierto que recientemente ofreció en el Palacio de los Córdova para el Festival de Música y Danza, junto a Rafael Riqueni, aunque destilando una especial emoción, rodeado de amigos, comenzó su entrega con una jácara, ese bello aire romanceado del siglo XVII, compuesta por encargo de la bailaora Ana Morales.
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El granadino continuó con una pieza, a la que llamó 'Tagrabu', que contiene una taranta, una granaína, rica en arpegios, y unas bulerías, donde apreciamos el rasgueo sacromontano. La seguiriya fue merecidamente bien acogida y gozó de una velocidad apreciable; y, después de otro poquito por fiesta ('Tic-tac'), el más joven de los Cortés propuso un bolero, algo alejado del flamenco, pero con emoción jonda, dedicado a su madre, allí presente.
La farruca, que brinda a los guitarreros de Granada (algunos de ellos también en el patio de La Platería), era de Sabicas, con una generosa entrada de cuño propio; y en las alegrías, con una visión contemporánea, se asoma en su comienzo al zorongo gitano. Estas concesiones a la vanguardia hacen del toque de Miguel Ángel algo claro y distinto, personal y reconocible.
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Del Pino, al escenario
Terminó el concierto, invitando a subir al escenario al guitarrista almeriense, afincado en Sevilla, Hugo del Pino (antiguo alumno), que le acompaña en una guaira ('De Graná pa Sevilla') que compuso Miguel Ángel hace tiempo, para rematar por tangos, alejados del terruño, pero con todo el sabor del soniquete granadino.
Con este concierto acaban los recitales flamencos que este año ha programado el V Festival Internacional de la Guitarra. Desde esta tribuna queremos aplaudir su seriedad, crecimiento y su coherencia y, por encima de todo, la apuesta innegable por el mundo guitarrístico local.
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