Marina Heredia desgranó uno por uno los temas de su álbum. Pepe Marín

Marina, cantaora y gitana

La granadina se rodea de la OCG y de artistas como Eva Yerbabuena, Dorantes o El Parrón para presentar su nuevo disco en un concierto en la Bienal

Jorge Pastor

Viernes, 19 de septiembre 2025, 00:46

Lo de ayer por la noche en el Palacio de Carlos V fue pura ecuación matemática. Si Marina Heredia, considerada por el público la mejor ... cantaora contemporánea, hace magia, con la Orquesta Ciudad de Granada a su vera esta magia se eleva al cuadrado. Marina, la de Graná, la del Albaicín, la hija del Parrón, encandiló con su voz potente y flamenca, llena de color y conocimiento, a los novecientos espectadores que llenaron por completo el espectacular patio circular del que es, sin duda, uno de los 'auditorios' con mejor acústica de Andalucía. El alegato gitano de la gitana Marina Heredia era uno de los eventos más esperados de esta primera edición de la Bienal de Flamenco de Granada.

Publicidad

Las entradas se agotaron a las pocas semanas de ponerse a la venta. Había grandes expectativas y Marina no defraudó. Por aquello del calorín, los abanicos al vuelo y el paisanaje, pareció que por momentos estábamos en julio en el Festival de Música y Danza. Pero no estábamos en septiembre –cayeron tres gotas en la previa– y en la Bienal de Flamenco de Granada, que ha pasado ya su ecuador.

La cantaorna granadina, durante un momento de su actuación. Pepe Marín

Marina Heredia, que a los cuarenta y cinco años está viviendo posiblemente uno de los mejores momentos de su carrera –se estrenó sobre las tablas con tan solo trece–, presentó '¡En libertad! El camino del pueblo gitano', un disco que relata el éxodo de los calós y la llegada a la Península Ibérica. Un relato de dolor y resistencia que, desgraciadamente, sigue estando de plena actualidad seiscientos años después.

Porque escuchar a Marina, cerrar los ojos y pensar en el exterminio de los palestinos en Gaza, los sudaneses en Darfur o los armenios en Nagorno-Karabaj eriza los vellos y sacude conciencias –aunque la comunidad internacional mire de forma vergonzosa hacia otro lado–. Esa es la auténtica finalidad del arte, conmover. Y por eso Marina Heredia es una artista como la copa del árbol más frondoso de la Alhambra y el Generalife. «Esta obra es un acto de dignidad y verdad que nos invita a sentir la historia de un pueblo como parte de nuestra memoria común y a descubrir que en su forma de vivir late una filosofía: la libertad, la familia y la música como fuerza y unión», dijo Marina.

Publicidad

La primera parte del 'show' fue la sinfónica. Los que siguen a Marina, que son legión, ya la habían escuchado en este palo con la Orquesta de Duisburg en 2023 tras una residencia artística con esta formación alemana. Con la OCG y en Granada ya es otro nivel. Marina, acompañada a la guitarra solista por José Quevedo 'Bolita', grande entre los grandes, y a la percusión por Paquito González, derrochó sentimiento envuelta en cuerdas y vientos, en violas, violines y violonchelos, en trompas, trompetas y trombones. La OCG, bajo la batuta de José Trigueros, es el perfecto compendio del talento. Sonó de maravilla; jugaba en casa. Cuánto talento y cuánta emoción en la platea.

Colaboraciones

Tras un receso para despejar el escenario, vino el segundo acto. A Marina, Bolita y Paquito se le agregaron los Mellis y Víctor Carrasco a las palmas y los coros. Pero también se sumaron una serie de colaboradores especiales que elevaron '¡En libertad!' El camino del pueblo gitano' a la categoría de excelso. Hablamos del baile de Eva Yerbabuena, del piano de David Dorantes y de los vozarrones de Jaime Heredia 'El Parrón' –de casta le viene a la galga– y Ezequiel Montoya. La narrativa la puso Juan Fernández. Qué pena, por cierto, el fallo de su micrófono.

Publicidad

Fue un regalazo. Marina, vestida primero con un precioso vestido azul marino y después blanco y negro, desgranó uno por uno los temas de su álbum '¡En libertad! El camino del pueblo gitano'. «Se mueve como el molino, como la piedra en la era, como la trilla en el trigo, como el aire en la montonera», dice en Cantes Primitivos. «Entrego mi alma al mundo, somos la raza maltratada y odiada, la fuerza de la sangre que a borbotones brota como rosa sangrante que el corazón rebosa, reprimida y dolida», canta en 'Mi alma al mundo'. «Por cobijo las estrellas, de camino errante sin perder la alegría amanece cada día; la familia mi bandera, verde del campo, de la higuera, el olor a tierra mojada y risa prisionera en la cárcel», glosa en 'Los lunares que bailan'. Qué sentíos y qué bonitos los olés.

Los romaníes 'tomaron' ayer jueves el Palacio de Carlos V. Con su bandera azul del cielo, con su rueda que traspasa las fronteras y con el verde camino de los suelos y campos que no tienen fin. Llegaron hace seiscientos años y hoy forman parte de nuestra identidad. La identidad de Granada. Una razón más para que esta ciudad del Sacromonte, el flamenco y los gitanos sea Capital Cultural de Europea en 2031.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad