Laura Lavigny, de cantar en la calle en Granada a Got Talent

Todo empezó hace casi un año. El 7 de noviembre de 2019. Caída ya la noche. Laura entonaba 'Lascia ch'io pianga' de Händel en la plaza Alonso Cano cuando Cloe, una niña de año y medio embutida en un gorrito de lana y un chaquetón, se acercó a Laura, se detuvo a unos centímetros y alzó su cabecita para mirarla. Mirarla con fascinación. Tanto que en algún momento llegó incluso a tocarla con la ingenuidad de quien está descubriendo el mundo. «Experimenté una conexión total con aquella cría, aguanté como pude para no romper a llorar, sólo sentía ganas de abrazarla», confesó Laura Lavigny, que se agachó para cantarle a Cloe. Cara a cara. Emoción con emoción.

Fueron dos minutos. Dos minutos maravillosos que fueron grabados por una de las personas que estaba entre el público y que compartió en las redes sociales. El vídeo no tardó en viralizarse. Fue visto por decenas de miles de personas –hasta IDEAL publicó una reseña–. Entre ellas, una de las caza talentos del programa de televisión Got Talent, que se emite en Telecinco, cuyos responsables contactaron con Laura para invitarla a participar en el casting. Una historia que ya, en aquel momento, tuvo un final feliz. Fue el beso. El beso que Laura dio a Cloe mientras la gente aplaudía.

¿Quién es Laura Lavigny? Laura es una granadina de treinta y un años que, a pesar de su licenciatura en Derecho, vive por y para la música. Actúa desde 2016 en las inmediaciones de la Catedral de Granada mientras culmina sus estudios de grado medio en el conservatorio. «Me gusta la Capilla Real porque tiene una acústica cálida y acogedora y porque puedo proyectar muy bien, sin necesidad de apretar», explicó Laura en un reportaje publicado en IDEAL. También es un lugar por el que pasan turistas durante todo el día. «Se puede vivir cantando en la calle», afirmó. Ella lo hace en sesiones que duran entre cuarenta minutos y una hora. Hasta que el cuerpo le dice basta. Laura reconoció en ese intante que, como consecuencia de la rigidez y de apretar las mandíbulas –sobre todo con las vocales–, le sobrevenía un cansancio en la espalda que le obligaba a parar. Unos «vicios» que está corrigiendo en sus clases de canto. «Estoy verde; tengo que aprender», aseguró.

Laura va completando etapas. La primera fue superar el miedo a «enfrentarse» al público en una distancia tan corta. Fue hace cuatro años cuando, venciendo su timidez, en el transcurso de un viaje a Nueva York y posteriormente otro a Varsovia, dio el paso de convertir la vía pública en su escenario. «Fue un desafío contra mí mismo; una terapia de choque», recordó. Un reto que superó dándolo todo. «Yo me abro en canal cada vez que canto», dice Laura. Una entrega y un entusiasmo que atrapan y que le permiten obtener los ingresos suficientes para tirar adelante. También para alimentar sus propias emociones. «Me gusta cuando se acercan y sencillamente me dan las gracias o me comentan que han rememorado algún momento especial». Experiencias positivas que superan, con creces, alguna negativa que también ha tenido que sufrir.

En el repertorio de Laura Lavigny, que debutó en el canto lírico con diecisiete años en el coro del Padre Manjón, nunca faltan piezas como 'El lamento de la ninfa' (Monteverdi), 'Voy che sapete (Mozart)', 'Selve amiche' (Antonio Caldara) o alguna de las composiciones del maestro Händel.

El año pasado participó, de la mano de la soprano Mariola Cantarero y María del Mar Castillo Donaire, en 'L'Elisir d'amore', una ópera en dos actos con libreto de Felice Romani y música de Gaetano Donizetti que fue interpretada por la Orquesta y Coro de la Universidad de Granada, bajo la dirección musical de Gabriel Delgado. «Para mí fue un orgullo estar en el coro de una producción hecha aquí, en Granada, y abanderada por dos mujeres de Granada», afirmó Laura. Recientemente, a finales de septiembre, actuó en Úbeda junto a la Schola Gregoriana Hispana.