José Ignacio Lapido
«Con la edad he perdido la falsa modestia»Acaba de publicar 'A primera sangre', un disco aplaudido por la crítica en el que el granadino se ha vaciado en once temas
JUAN JESÚS GARCÍA
Viernes, 7 de abril 2023, 00:08
Entre resurrecciones y pandemias, José Ignacio García Lapido no ha aparcado su carrera personal. Tras seis años dedicados mayormente a otros menesteres (091), añade una ... nueva referencia a su colección, la novena (contando con 'Luz de ciudades en llamas'). Lapido se ha vaciado en estos once temas, tutelados por Raúl Bernal y grabados por Carlos Díaz en la Vega de Granada, que llevan por título 'A primera sangre'. Agraciadas muestras de su reflexivo imaginario, y de ese metalenguaje tan suyo que algunos han intentado copiar, quedándose apenas en la superficie. Un disco de 10 cum laude.
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–Es su primer disco en la sesentena. Esto pasa una vez en la vida.
–Cuando cumples 60 ya sabes que nunca más vas a cumplir 59, y así sucesivamente. Lo importante es que hagas los discos que corresponden a tu edad. Y a mí me tocaba hacer un disco del que me sintiera muy orgulloso, y lo he hecho. Con la edad he perdido la falsa modestia.
–Se lo digo también porque en todas las fotos de promoción sale sonriendo. ¡Eso es nuevo!
–No exagere usted, no salgo sonriendo en todas, sólo en algunas, y yo lo llamaría media sonrisa piadosa. Hemos pasado una muy mala época recientemente y no es cuestión de ahondar en la herida. Las fotos de promoción me las ha hecho mi hijo Nacho y estoy casi más orgulloso de eso que del disco.
«Las fotos de promoción me las ha hecho mi hijo Nacho y estoy casi más orgulloso de eso que del disco»
–Seis años ha tardado. Y vaya años que hemos vivido.
–Fue en el 17 cuando salió 'El alma dormida'; y luego en el 19, los Cero hicimos 'La otra vida'. Luego llegó la pandemia llevándose por delante todos los planes y causando mucho dolor en todo el mundo. Ahora, 'A primera sangre', en el 23. Si no me fallan las cuentas son tres discos en seis años. Treinta y tantas canciones que he tenido el gusto de escribir. Reconozca conmigo que no está nada mal.
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–Sus discos los oigo seguidos y, caray, ha vuelto a subir otro ochomil.
–Muchas gracias. Intento estar a la altura, valga el juego de palabras. 'Cartografía' fue un disco que contenía algunas canciones que han quedado como clásicas en mi repertorio, canciones, algunas de ellas, que fueron después versionadas por grandes artistas como Miguel Ríos o Quique González. Pero yo ya le canté hace años al mito de Sísifo. En este negocio puedes subir la montaña más alta cargando con la roca más pesada, pero debes de tener la certeza de que en el siguiente te tocará escalar de nuevo con la piedra sobre los hombros, y al siguiente, y al siguiente... Todos somos Sísifo.
–Para los no iniciados en el arte del florete: ¿a primera sangre?
–Leí esa expresión hace años y me gustó mucho su sonoridad y su capacidad de sugerir conceptos distintos. Viene del mundo de los duelos, que podían ser a muerte o a primera sangre. Me pareció buena idea utilizarla como título porque haciendo una analogía con el proceso creativo, yo, como compositor, tengo que luchar en cierta manera con el silencio, para mejorarlo con la música, y con el folio en blanco escribiendo las letras. Pero al contrario que en anteriores ocasiones, no he tenido que morir en el intento, metafóricamente hablando. Ha resultado todo muy espontáneo y fluido. Este duelo sólo ha causado una herida superficial que se da por buena.
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«Si no me fallan las cuentas son tres discos en seis años. Treinta y tantas canciones que he tenido el gusto de escribir»
–Esta semana firmaba discos en Madrid, en el FNAC, a pocos metros de una fachada entera de un edificio ocupado por la cara de un trapero. «Este es nuestro tiempo», cantaba usted. ¿Se ratifica?
–Y seguía la canción: «Tiempo de contradicciones, gritos y… auto-tune». En fin… qué quiere que le diga. En las calles de Londres en los 60 apareció una pintada que decía «Clapton is God». Diremos eso que aparecía en algunos chistes gráficos de La Codorniz: «Sin palabras».
–Pero, con todo, tenía una considerable cola para la rúbrica. También he notado en el ambiente una gran aceptación a este trabajo ¿nota la brisa de cola?
–El disco lleva menos de una semana en la calle, pero la recepción del disco está siendo muy buena. No puedo decir otra cosa. Tanto en Madrid como en Granada se acercaron muchos seguidores para que les firmara sus discos. La gente es muy amable y me transmiten su agradecimiento por haber hecho otro disco, pero el que está agradecido soy yo por sus muestras de admiración y por su fidelidad.
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–En lo escuchado abundan los tiempos medios. ¿El mejor lienzo para pintar emociones?
–A las canciones hay que ponerles el traje que demandan y el tempo justo. Hace mucho que aprendí que la intensidad de una canción no dependía de los kilos de guitarras saturadas que le pusieras ni de lo acelerado que fuera el metrónomo. Es cuestión de que seas capaz de conseguir que esa canción llegue hasta el tuétano del que la escucha.
–Por lo que se oye, las palabras «volvieron del exilio», y con soltura. Se le nota muy fluido y natural, ¿casi como nunca?
–¿Se refiere al cante? Pues sí, tiene razón. Durante la pandemia, obligado por las circunstancias, tuve que dar conciertos yo solo, mi guitarra y yo, nada más. Eso es algo que no había hecho nunca. Siempre había ido con banda, o como mínimo en trío. Las circunstancias adversas me llevaron a hacerlo así y luego lo agradecí, porque tuve que adaptar el repertorio a ese formato minimalista y trabajar muy bien los matices de la voz. Y creo que me ha servido para modular mejor.
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«Siempre es demasiado tarde para todo»
–Sigue fiel a un sonido y a un mensaje. ¿Es demasiado tarde para cambiar, como cantaba Van Morrison?
–Yo también lo canté: siempre es demasiado tarde para todo.
–Y le noto especialmente 'emblusecido', The Band o The Byrds hubieran matado por alguna de esas piezas…
–Soy un hombre de otro tiempo. Recuerdo perfectamente cuando vi 'The Last Waltz' en el Palacio del Cine, en el 78, creo. Al menos dos de los que vinieron conmigo a ver aquella maravilla, desgraciadamente, ya no están con nosotros. Ese tipo de música te cala hasta los huesos y es difícil apartarse de ella aunque pasen las décadas. Uno de los mejores momentos de aquella película era cuando salía Muddy Waters. A Robbie Robertson y los demás se les veía con cara de extrema felicidad por compartir el escenario con uno de sus ídolos, un jefazo del blues. Pues eso…
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–Los cito a ambos porque las escuchaba cruzando La Mancha y me sentía como en 'Easy Rider', ¿son canciones para gastar rueda 'buscando mi destino'?
–Seguro que es una gran experiencia escuchar el disco a todo volumen en el coche mientras cruzas el desierto de Tabernas. Tengo que probarlo.
–Las canciones exhiben un sonido global exquisito, agradable y amable… ¿las cosas de Raúl?
–Raúl ha hecho una magnífica producción. Es de justicia señalarlo. Ha conseguido una cosa muy importante que los dos estábamos de acuerdo en conseguir: que corriera el aire entre los distintos instrumentos, que se escuchara el silencio.
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«A veces uno pierde la perspectiva de sus propias creaciones y si tienes al lado a alguien que te guíe con sabiduría, mejor que mejor. Es lo que ha hecho Raúl»
–Porque se ha puesto en manos 'ajenas' por primera vez, igual que en el último disco de los Cero. ¿Le apetecía delegar?
–No me atrevería a decir que las de Raúl son manos ajenas. Llevamos tocando juntos casi veinte años. Cuando uno elige un productor busca tener una opinión de confianza, una opinión cualificada, claro está. Y alguien que tenga la capacidad de poner orden y concierto en la grabación. Además, él me animó a enfrentarme a estos nuevos temas y me ayudó mucho con los arreglos. A veces uno pierde la perspectiva de sus propias creaciones y si tienes al lado a alguien que te guíe con sabiduría, mejor que mejor. Es lo que ha hecho Raúl.
–Recuerdo con melancolía la última noche de 'la Banda' completa, ¿cómo ha ido el reencuentro de todos los socios para volver a kilometrear?
–Creo recordar que aquí en Granada hicimos dos conciertos con el disco anterior. Primero uno en El Tren y unos meses después otro en el Manuel de Falla. Ambos de grato recuerdo. Estoy convencido de que los conciertos que se avecinan van a quedar grabados en nuestra memoria y en la de quienes asistan. El repertorio va a ser impecable y vamos a hacer lo posible por ejecutarlo de la manera más brillante posible.
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