José E. Cabrero y Antonio j. lópez
Granada
Martes, 22 de septiembre 2020, 01:30
Puede que hoy, caminando por Granada, se haya cruzado con una obra de arte valorada en 5.000 euros y no se haya dado ni ... cuenta. Es casi invisible. Pero es que ésa era la intención del autor, que pasara desapercibida para el paseante con prisas y sin curiosidad. Una obra de arte mimetizada en el barrio de la Virgen, en pleno centro, camuflada en un solar abandonado, entre maleza, suciedad y paredes desnudas.
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Calle Nicuesa número 11, entre el Cuarto Real de Santo Domingo y la Carrera de la Virgen. «¿Qué mira? –grita una señora al ver al periodista escrutando el lugar, abandonado a todas luces– ¡Un solar lleno de ratas, que es lo que tenemos aquí! ¡Ratas y basura!». En los restos de una fachada hay una puerta metálica llena de pegatinas. La puerta tiene una mirilla muy limpia, muy pulida, que destaca sobre el resto como una gota de Fairy en una sartén grasienta. Al mirar por el agujero queda perfectamente encuadrada una pintura con un marco amarillo. Y, pese a la distancia, se aprecia que es hermosa.
La pintura es un mural, una versión del cuadro 'El embovedado' (1904), de José María López Mezquita. El autor del mural es Julio Anaya (Málaga, 1987), uno de los artistas andaluces con más proyección internacional del momento. Y el mural pertenece al proyecto 'Casi Invisibles', impulsado por 'Espacio Lavadero', una sala de arte gestionada por Miguel Ángel Moreno Carretero: «Pedimos a artistas jóvenes y de prestigio de Andalucía que realizaran obras de arte para que estuvieran en la calle pero que fueran invisibles, que costara trabajo encontrarlas y que no alteraran el paisaje urbano del barrio».
La obra de Anaya es difícil de encontrar, pero está en la calle. De hecho, lleva un año allí. Cualquiera podría pintar encima o estropearla o romperla de alguna manera bestial. Pero, ¿robarla? Para robar el mural habría que ser un auténtico especialista, alguien capaz de emplear técnicas avanzadas de restauración. Hace dos semanas lo intentaron. Y el ladrón sabía lo que hacía.
El atraco
El martes 8 de septiembre, a las cuatro de la tarde, una vecina de la calle Nicuesa se asomó por su ventana y vio a un hombre dentro del solar. Extrañada, observó cómo colocaba una tela sobre la pintura y hacía «cosas raras». Ella no lo sabía, pero aquel hombre estaba intentado llevarse la obra mediante la técnica del 'strappo', la misma que se empleó para trasladar las pinturas negras de Goya desde la Quinta del Sordo hasta el Museo del Prado.
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Moreno descubrió la tela sobre la obra unos días más tarde, por suerte, cuando aún no se habían llevado la obra del todo. «La técnica del 'strappo' es utilizada en restauración para la extracción de murales, y también utilizada por los vándalos que roban graffitis y los venden en el mercado negro». Este procedimiento consiste en colocar sobre el mural varios trozos de tela de algodón impregnados en cola de conejo, un potente adhesivo. Luego hay que esperar varios días hasta que la zona se ha secado por completo y, entonces, se 'arranca' la imagen de la pared. Una vez 'arrancada', se coloca sobre la superficie donde se quiere transferir y se aplica grasa y una solución de caseína.
«Esto no es un destrozo, esto es alguien que o bien quiere la obra para sí o bien ha recibido un encargo»
Julio Anaya
Un proceso lento y cuidadoso que estaba a punto de completarse. Julio Anaya, en declaraciones al Diario Sur de Málaga, aseguró que «esto no es un destrozo, esto es alguien que o bien quiere la obra para sí o bien ha recibido un encargo». Con la denuncia puesta, la policía científica está recabando pruebas en busca del supuesto ladrón de guante blanco que, además, se coló en una propiedad privada.
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«Esperamos que la persona que intentó llevársela se ponga en contacto con nuestra asociación para que intentemos llegar a un acuerdo y cause el menor daño posible», termina Moreno. Mientras, si son curiosos, pueden acercarse al museo tras la mirilla. Es casi invisible, pero se ve. Se ve muy bien.
'Casi Invisibles', el innovador proyecto de Espacio Lavadero
La colección de arte público 'Casi invisibles' es un proyecto que se efectúa en el distrito del barrio de la Virgen, en las inmediaciones de Espacio Lavadero. Para este proyecto se contó con la colaboración de Fundación Cruzcampo que financió la ejecución de las intervenciones de los artistas Julio Anaya, Marina Vargas, Pablo Capitán y el colectivo Alegría y Piñero. La intención es que el proyecto crezca y expanda con una filosofía de intervención que, como bien indica el nombre del proyecto, sea 'casi invisible'. Así, el paseante tiene que conocer previamente el proyecto para localizar y situar las piezas ya que las mismas por su aspecto tienen un carácter muy discreto en el entorno para el cual han sido creado. Capitán, por ejemplo, ha realizado tres intervenciones en el barrio: un jarrón nazarí que brilla en la oscuridad, unos nidos de avispas alfareras en algunos portales y un canalón de zinc que parece recubierto de piel humana. Alegría y Piñedo han colocado un friso en la Plaza del Lavadero en el que, al pasar una sombra por encima, parece como si fueran unos labios que hablaran. Y próximamente, Marina Vargas tiene previsto instalar en la fuente de Mariana Pineda un dispositivo que, al escanearlo con el móvil, escucharas conversaciones que la artista granadina ha mantenido con mujeres presas.
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