Juan Vida abre la primera página de la Feria del Libro en un pregón con olor a tinta y a papel
El artista plástico, uno de los más talentosos de su generación, volvió a tirar de humor y bonhomía en una llamada a seguir disfrutando de las letras
El pregón con que en la noche de ayer se abrió la Feria del Libro de Granada tuvo mucho de letra, pero también de música, ... de olor a tinta negra aún pendiente de secarse y de noches de ciclostil. El artista plástico Juan Vida (Granada, 1955) sólo sabe hablar de una manera: desde el corazón. El mismo que pone en cada una de sus realizaciones artísticas, y el que le ha permitido que estas tengan vida después de la vida. No hay más que ver el reciente caso de los frescos del Aliatar, felizmente recuperados por la Universidad.
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Ayer tocaba recuperar también. Pero en este caso, recuperar el pasado para, desde él, recordar la importancia del presente. Ante un público formado por amigos y amantes de la buena literatura, el artista comenzó su pregón evocando el célebre verso «Todo pasa y todo queda», que tan bien cantara, precisamente, Joan Manuel Serrat, el coprotagonista cultural de la jornada. Así, sus primeras palabras le remitieron a la infancia: «En mis recuerdos de niño no hay mayor tristeza que la del final del verano, ni decepción más grande que la de las hojas en blanco de los cuadernos al poco tiempo de estrenarlos. Recuerdo que abría los libros nuevos por las últimas páginas para imaginarme ya en los felices días de final de curso. El colegio de mi infancia no era un sitio alegre, ni el aprender una experiencia feliz. Y sin embargo, aún conservo algunos de aquellos libros pintorreados por la mano insolente del niño Juan de Dios Vida Arredondo, alumno de Primer Grado Elemental».
Juan Vida tuvo un recuerdo para sus primeras pinturas, sus primeras lecturas y sus primeras músicas
Entre pupitres que olían a naftalina tanto en lo material como en el fondo, Vida recordó sus primeras lecturas 'obligadas'. «Mi primer libro fue una Enciclopedia de tapa dura, ilustrada con dibujos herederos aun de la estética de los años 30, impresa en tintas planas de colores austeros sobre un papel grueso y sin calandrar». Ya empezaba, quizá, a pensar en que los garabatos podrían tomar cuerpo, y convertirse en la razón de su vida. Y también dio muestras de otra de sus virtudes: el orden, que quien ha visitado alguna vez su taller ha podido comprobar. «Guardo aquel libro en una cartera de las de colgarse a la espalda, que al abrirla me devuelve un olor antiguo a lápices y goma de borrar. En esa misma cartera conservo una edición de 'El Quijote' infantil con dibujos de Alfredo Bruzón y el Luiso ('María, matrícula de Bilbao'), ilustrado magistralmente por Lorenzo Goñi».
Luego, relató su iniciación con el pincel, marcada también por las letras. «Empecé a pintar a imitación de mis hermanos, leí a Sartre y a Camus en la biblioteca ambulante de mi cuñado Jimmy, y escuché a Violeta Parra en el 'cassette' de mi hermana Coco. Supe de la primavera del 68 por las fotos del 'Triunfo' y leí los primeros versos en la 'Poesía 70' de Claudio Sánchez Muros y Juan de Loxa, y en el Tragaluz de Pepe Aguilera y Álvaro Salvador. Con Justo Navarro y José Carlos Rosales conocí a Gramsci, y con Gramsci a las mejores cabezas de mi generación y alguna imprenta clandestina», dijo mirando al auditorio con complicidad.
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Ilustrador
La unión de Vida con el libro tiene forma de ilustración. Es uno de los portadistas e ilustradores más cotizados de nuestro país, y el asunto salió, una vez más, en forma de recuerdo, en su pregón. «En 1979 tuve mi primer encargo profesional relacionado con los libros. Se trataba de diseñar una colección sobre las autonomías para el Instituto de Desarrollo Regional de la Universidad de Granada, y en los primeros ochenta dibujé cientos de viñetas para los libros de Primaria de la Editorial Andalucía. Un poco después, la Diputación me encargó el diseño de sus colecciones de libros y Manuel Barrios Aguilera confió en mí para ordenar y dar forma a las distintas colecciones del Servicio de Publicaciones de la UGR. Con estos trabajos no sólo gané dinero y prestigio, también experiencia y habilidad en el arte de unir imagen y pensamiento».
En el último tramo de su pregón, Juan Vida ofreció un panorama sobre el futuro del libro, con sus luces y sus sombras, y los retos que el porvenir plantea. Con todo, fue optimista, a pesar de los nubarrones. «El futuro del libro está definitivamente en peligro y sin embargo, los últimos índices de lectura publicados en España desmienten esta idea. Mientras que un 35% de la población –unos 15 millones de españoles–, afirma sin tapujos no leer nunca, el 65% restante asegura haber aumentado sus horas de lectura después de la pandemia, siendo especialmente alentador el aumento entre los jóvenes de 10 a 24 años». Existen, pues, motivos para la esperanza.
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Sentido homenaje a la editora Barbara Fiore, paradigma de la excelencia
La Feria del Libro rindió homenaje ayer en el acto inaugural a la editora Barbara Fiore, prematura e infortunadamente fallecida en 2020. Una creadora que se estableció en Granada cuando vino de su Italia natal, calificada por quienes la conocieron como un espíritu rebelde, dotada de un olfato para detectar el talento absolutamente fuera de lo común. Fue su pareja Francisco Delgado, compañero en una aventura cuyo espíritu permanecerá en el tiempo, el encargado de recoger una distinción que hace justicia a una profesional irrepetible.
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