Está muy claro que existe una indudable y beneficiosa complicidad entre Christian Zacharias y la Orquesta Ciudad de Granada. Esa complicidad se plasma en numerosas ... colaboraciones que culminan con la condición de principal director invitado que ostenta el pianista y director. Y se pone de manifiesto en numerosas ocasiones, como en la de la tarde del sábado donde orquesta y pianista-director, supieron dotar a la obra de Schumann de toda su belleza y de su mejor autenticidad.
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Antes me refería a ese entendimiento, a esa compenetración que existe en la OCG y Zacharias. Bajo la autoridad de su dirección, la orquesta suena empastada, segura, plena de musicalidad. Me da la impresión de que sabe seguir con la máxima fidelidad las indicaciones de quien la conduce y como éste es un músico de una gran preparación y solvencia, los resultados tienen que ser francamente óptimos.
En la tarde noche del sábado sonaron divinamente los metales de la orquesta. Tanto las trompas, afinadas y seguras, como el resto de los instrumentos de metal, trompetas y trombones, brillaron a buena altura. Como siempre, la cuerda resulta sumamente eficaz, con la magia de los oboes, con la belleza excepcional del sonido de los clarinetes, con la fuerza y seguridad de los fagotes, con la excelente calidad de las flautas. Y todo con la perfecta apoyatura de una cuerda que creo encontrar cada vez más plena y segura.
Dio una lección Zacharias como pianista en su limpia versión del Concierto de Schumann. Tocó admirablemente y dirigió con eficacia y autoridad. Y brilló e hizo brillar a toda la orquesta con la hermosa, limpia y muy brillante versión de la hermosísima Sinfonía nº 4 de Schumann. El gran compositor alemán fue, gracias a Christian Zacharias y a la Orquesta Ciudad de Granada, el gran protagonista de toda la velada.
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