Jorge Pardo: Trance Jam
El reconocido instrumentista, pieza clave en la fusión del jazz y el flamenco, puso en pie a los asistentes al Corral del Carbón con su nuevo proyecto musical
juan Jesús García
Domingo, 11 de julio 2021, 02:40
«Cuando estás tocando sientes tu alma disolverse en el sonido, y giras… eso es Trance», se escucha decir a Jorge Pardo en la pantalla ... del documental que ha dado origen a su último proyecto.
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En el mismo escenario donde ya sonó su aproximación más reciente al rock, el Corral del Carbón, ahora concentra en un solo concierto buena parte de su biografía sonora, inmensa y mutante, que igual graba en la selva amazónica con los indígenas del Perú, que un último disco con Gil Goldstein sobre los estandarazos del jazz: The Brooklyn Sessions.
En la película, Pardo recorre el mundo con su flauta en el bolsillo tocando con músicos de las tradiciones más diversas. Los conciertos en los que ha avanzado este proyecto también han sido cambiantes, con músicos de toda procedencia: sudaneses, andaluces, cubanos… hasta conformar el Trance Cuarteto que nos llegó, con el guitarrista Melón Jiménez (uno de los últimos acompañantes de Morente); el vibrafonista orensano Ton Risco; y en sustitución del anunciado 'Bandolero' su socio Tino Digeraldo.
Un cuarteto acústico puro sin sección de ritmo estándar, ni bajo ni batería, lo que ya sugiere un peculiar anclaje a tierra, con facilidad para coger altura.
Si bien el vibrafonista (baterista en su otro perfil) y el cajonero sostuvieron el pálpito del concierto, más vibrante aún cuando al final salió de entre el público Rubem Dantas.
Si una Jam es el término que más le gusta a los jazzistas, para tocar sin ataduras y sinónimo de libertad sonora absoluta, el concierto tuvo su buena parte abierta y con el guión sobre la marcha, como en la película, una 'road movie' sin mapa.
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Aunque sonaran bulerías, seguirillas, algún jororpo y hasta asomara nuevamente el Manisero (¡tres veces ya en una semana, la canción del verano!), los desarrollos lograban ese 'trance' aludido en el programa.
Generosos por parte del titular, con ese quejío en la flauta que estremece su cuerpo entero, contando con el punto misterioso e ingrávido del vibrafonista y un guitarrista sobrado hablando flamenco pero con otros muchos registros.
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Abrieron invocando a Camarón con su Rosa María y recordaron a los Beatles con un 'Michael' por bulerías. La música flotó viajera, flamenca, oriental, mediterránea y caribeña; resumiendo (algo imposible), el mapamundi sonoro del madrileño, que calificó esta experiencia como «un reto».
Solventado con un sobresaliente, con el público de pie pidiendo más. Acaso ignorando que con Jorge Pardo el «más» puede llegar a ser infinito. Tanto que podría tocar cada noche del festival con un proyecto distinto y quedarían algunos por escuchar.
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