Jazz en la Costa: De lleno en lleno

El festival está a pocas entradas de colgar el sold out

Juan Jesús García

Viernes, 21 de julio 2023, 13:55

La edición 23 del festival sexitano se va a conseguir el lleno total en casi todas citas (solo quedan entradas para el domingo y algunas ... en puerta para este viernes), con ampliación de aforo dentro del límite permitido por el plan oficial de seguridad. Todo un éxito de convocatoria para una edición de 'all stars', pero todos estrellas.

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Sangre fresca para la máquina

La noche inaugural la protagonizó una leyenda como Stanley Clarke. En toda la extensión del término, porque si ya los 20 le decían 'The legend' ¡qué decir a sus 72 y tan bien llevados! El bajista realizó un concierto anunciado como tal, y repleto de composiciones de Chick Corea, un homenaje al recientemente desaparecido pianista, y autohomenaje a los tiempos de Return To forever; la banda, que con Weather Report rompió las barreas de estilo (¡y público!) entre el Rock y el Jazz. Rodeado de una colección de chavales, todos supertallas, arrancó por la parte más musculosa y eléctrica de su repertorio, con un 'Hymn Of The Seventh Galaxy', a todo trapo, como avisando conceptualmente de sus intenciones. Sin embargo el concierto fue perdiendo pegada y ganando en sensibilidad según abrazaba el contrabajo. Para terminar solo con el saxofonista en los bises, tras dejar una memorable versión de la mingusiana 'Goodbye Pork Pie Hat' y su revisión del estándar coreano 'No mistery'. Inmenso.

Manga Jazz

La tecladista japonesa Hiromi había escogido personalmente Almuñécar para grabar el especial de la televisión japonesa que realizaba. Y no hubo segunda tomas para el documental del concierto, acaso porque la elástica artista nipona es de tal infalibilidad que no las necesita. Siempre con sus deportivas rojas y su efusividad sonriente, con el proyecto HSW amplió la paleta de sabores yendo desde el electrizante funk 'milesdavisiano' de los setenta al juguetón rag final, pasando por puntos latin (deferencia del trompetista), pasajes lisérgicos, infantiles, ritmos disco muy Moroder tanto como estrictamente clásicos, eso sí turboalimentados. Entre sus escoltas a destacar el brillante bajista parisino Hadrien Feraud (habitual de John McLaughlin, y, qué cosas, también de Chick Corea), y la trompeta con mucho tratamiento electrónico de la tercera generación de los O'Farrill cubanos, Adam. Un ciclón de señora.

Una experiencia religiosa

Hija de un predicador y de una cantante gospel, la música 'del Señor' ha sido su alimento. Y es ese viejo eco que llegó obligado desde África para sincretizarse en tierras remotas el que resuena en el fondo de todo lo que interpreta Lizz Wrigth, acaso la cantante de música 'afro y americana' más pura que se puede oír. A su lado todo lo demás son trucos de estudio. Solo con verla asomar sobre el slide sureño de su guitarrista, y coger el micro con serenidad zen y los ojos cerrados para hacer un estremecedor 'Amazing Grace', ya se pudo intuir lo posterior: un concierto de una espiritualidad vieja y ancestral, un rito de comunicación esencial sin cartón ni inteligencia artificial, solo la emocional. La belleza absoluta de una voz lisa y firme y poderosa que incorpora el lamento de tantos que la precedieron cuando la música era un arma de liberación, no de consumición. Dos horas después, llegó el principio 'Who knows where the time goes' (original de Sandy Denny y que sin duda le llegó vía Nina Simone) y salimos de la iglesia llenos de gracia. ¡Aleluya hermanos!

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